PIEDRAS VIVAS
CLE02 101
El Ojel Moed 33
El Altar De Oro Para El Incienso 03
Los Dos Altares
Si recordamos el diagrama presentado antes, veremos que el altar del incienso estaba dentro del tabernáculo. Sin embargo, el primer altar —el altar del holocausto— estaba fuera del tabernáculo, en el atrio. La importancia del altar del incienso es más profunda que la del altar del holocausto. Como ya hemos dicho, el tabernáculo representa clara y definitivamente a Elohim, en el cual podemos entrar. Además, ya que el altar del incienso estaba dentro del tabernáculo, todo el que ore frente al altar del incienso debe estar dentro del Ojel Moed, y esto tiene otros requisitos. Por lo tanto, el concepto aquí es más profundo.
Supongamos que un pecador va ofrecer una ofrenda por el pecado o por la transgresión, al altar que se encontraba en el atrio. Es obvio que esta persona orará. Sin embargo, esa clase de oración, la oración que se presenta en el altar que estaba en el atrio, es menos profunda, ya que ésta se ofrece fuera de Elohim. Ésta no es ofrecida dentro de Elohim. Actualmente muchos creyentes sólo saben orar esta clase de oración. Sólo saben orar tomando la sangre que Mashiaj vertió en el madero como base. Pocos creyentes saben orar la clase de oración que se ofrece en el altar del incienso.
La condición o requisito principal para orar frente al primer altar es ofrecer a Mashiaj como nuestro substituto, ya sea como ofrenda por el pecado o por la transgresión, en primer lugar. Esto realmente se realiza en el altar de bronce, y significa que oramos por medio de Él como aquel que fue clavado en el madero y derramó Su sangre para nuestra redención. Si nuestra oración no pasa de esto, podemos orarle a Elohim, pero no oramos en Él. Orarle a Elohim es una cosa, pero orar en Él es algo más profundo. Este es un asunto muy importante que debemos ver.
Espero que en este mensaje veamos algo más profundo relacionado con nuestra experiencia. No quiero estudiar el altar del incienso de manera doctrinal. Este mensaje no es simplemente un estudio bíblico de Shemot 30. Por lo tanto, espero que Elohim nos muestre algo más profundo acerca del altar de oro para el incienso.
1. La Sangre
El altar del incienso estaba conectado con el altar del holocausto principalmente por la sangre de la ofrenda por el pecado. Primero, la sangre de la ofrenda por el pecado se derramaba sobre el altar que estaba en el atrio. Luego se llevaba y se rociaba sobre el altar del incienso. Lo que sobraba se derramaba sobre la base del altar del holocausto. Por lo tanto, la sangre redentora unía a los dos altares. Esto indica que la oración que se ofrece a Elohim en el altar del incienso debe basarse en nuestra experiencia del primer altar. Una vez hemos tenido la experiencia del primer altar, tenemos la base, una norma, un terreno, para ir a orar al segundo altar.
Los altares también estaban conectados por la sangre de la ofrenda por el pecado que se ofrecía como propiciación, en el día de la expiación. El día de la expiación, Yom Kippur, se llevaba a cabo una vez al año. Ese día la ofrenda más importante era la ofrenda por el pecado. Después de que se derramaba la sangre de esta ofrenda, se llevaba del altar al Lugar Santo y se aplicaba en las cuatro esquinas del altar del incienso. Parte de esta sangre también se llevaba al Lugar Santísimo, y el resto se derramaba alrededor del altar que estaba en el atrio. Esta sangre propiciatoria también conectaba a los dos altares.
La sangre significa que se ha tomado cuidado de nuestro pecado o transgresión. Se ha quitado el pecado, y se ha reparado la transgresión. La sangre nos da seguridad de esto. En cuanto a esto, no queda nada por hacer. La sangre ha resuelto el problema del pecado y de la transgresión.
2. La Unción
En Shemot 30:27 y 28 dice que ambos altares, el del incienso y el del holocausto, eran ungidos con el aceite santo de la unción. Después de que el tabernáculo y sus utensilios eran ungidos, se ungían los dos altares.
"Con él ungirás el Ojel Moed, el arca del testimonio, la mesa con todos sus utensilios, la menorah con todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base". Shemot 30:26-28
Fíjense que la secuencia de estos pasukim es el tabernáculo, el arca, la mesa, la menorah, el altar del incienso y el altar del holocausto. Por lo tanto, la unción conecta a los dos altares.
La unción representa el mover de Elohim, porque se trata del Ruaj. Según el mover de Elohim, el altar del incienso y el altar del holocausto están conectados. La unción es el elemento que conecta en cuanto al movimiento.
3. El Fuego
Los dos altares también estaban conectados por el fuego. El fuego que se usaba en el altar que estaba en el atrio también se usaba para quemar el incienso en el tabernáculo. Por lo tanto, los dos altares estaban conectados por la sangre y por el fuego.
El único fuego que se podía usar para encender el incienso era el del altar del holocausto, el cual descendía del cielo. Este no era un fuego extraño, como lo hubiese sido cualquier otra clase de fuego. El fuego celestial, el fuego que provenía de Elohim, el cual se usaba en el altar del holocausto, también se usaba para quemar el incienso. Esto nos demuestra que el fuego utilizado para quemar las ofrendas también conectaba los dos altares.
Del altar del holocausto subía hacia Elohim un olor fragante. También del altar del incienso subía un olor grato. Así que de ambos altares subía un olor fragante que satisfacía a Elohim. Sin embargo, existía una diferencia entre estos. En el altar del holocausto se quemaba para el juicio, mientras que en el altar del incienso se quemaba para la aceptación.
Los dos tipos de quemado se reflejan el uno en el otro. Especialmente, la primera clase de olor fragante, el del altar del holocausto, se refleja en el segundo, en el del altar del incienso. El olor fragante que subía hacia Elohim desde el altar del holocausto se reflejaba en el olor fragante que le llegaba del incienso. En estas dos clases de olor fragante tenemos la dulzura de la muerte de Mashiaj en el altar de las ofrendas y la dulzura de Mashiaj en Su resurrección y ascensión en el altar del incienso. El aroma de Mashiaj en Su resurrección y en la ascensión sirven para que seamos aceptados. Estos tres elementos: la unción, la sangre y el fuego, conectan los dos altares.
Sólo Cenizas
¿Cuál es el significado del fuego? Él fuego indica que todo lo que somos debe ser reducido a cenizas. Debemos ser quemados para que lleguemos a ser cenizas.
Algunos creyentes, especialmente los que pertenecen a la restauración de Elohim, hablan mucho acerca de ser naturales o carnales, o almáticos. Solamente hay una manera de no ser carnal, y esa es ser quemados, pasados por el fuego consumidor. Si ustedes no han sido quemados, todavía son carnales. Supongamos que tenemos aquí una mesa de madera. Éste es su estado natural. Pero si la quemamos y se convierte en cenizas, ya no lo es. Esto es un ejemplo de cuando algo se quema deja de ser natural, porque la carne no puede resistir el fuego.
Yo no me he inventado el hecho de que todos los creyentes deben llegar a ser cenizas. Este es el deseo de Elohim. Tal vez cuando algunos escuchan que Yahshua desea que seamos cenizas digan: "Mashiaj es el que debe ser reducido a cenizas. El fuego del altar lo quema a Él, no a mí". Sin embargo, debemos recordar que según la tipología el que ofrecía las ofrendas ponía sus manos sobre el sacrificio a fin de identificarse con el mismo. Esto significa que el sacrificio representa al que lo ofrecía. Cuando Mashiaj murió en el madero, nosotros morimos con Él, ya que Él nos representaba. No sólo esto, cuando creemos en Él, ponemos nuestras manos sobre Él. Por lo tanto, ya que somos uno con Mashiaj quien fue reducido a cenizas, nosotros también llegamos a ser cenizas. Por eso Él pudo darnos la orden clara de que TOMÁRAMOS NUESTRO MADERO Y Él SIGUIÉRAMOS. Él no dijo "tomen MI madero y síganme", dijo: "tomen SU madero y síganme". Interesantemente, la mayoría siempre "entiende mal" lo que está debajo de nuestra nariz. Es nuestro madero el que debemos tomar, porque el madero es el altar sobre el cual ofrecemos nuestra carne, como dijo Shaúl:
Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Elohim que le ofrezcan sus cuerpos como sacrificio vivo, consagrado y agradable a Yahweh, como su culto racional. Romaniyim 12:1
Evidentemente, Shaúl no estaba sugiriendo autoinmolaciones al estilo hindú, porque agrega:
No se amolden a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento, de modo que puedan discernir cuál sea la voluntad de Elohim, lo bueno, lo agradable y lo íntegro. Romaniyim 12:2
De manera que podemos ver que ese sacrificio vivo es el quebrantamiento de nuestra carne para dar espacio al nuevo ruaj: presentamos nuestra carne como sacrificio vivo, PORQUE ESTAMOS TRANSFORMÁNDONOS POR LA RENOVACIÓN DE NUESTRO ENTENDIMIENTO. Esto, porque estamos desarrollando la mente de Mashíaj.
Es posible que algunos digan: "Si nosotros somos quemados, ¿cómo viviremos?". Shaúl nos da más respuestas:
"Con Mashiaj estoy juntamente clavado en el madero, y ya no vivo yo, pero vive Mashiaj en mí". GalutYah 2:20
La muerte de Mashiaj nos lleva a la resurrección, no a la muerte. Hacer morir la carne es hacer morir todo lo natural, lo terrenal:
Por lo tanto, hagan morir lo que hay de terrenal en ustedes: fornicación, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Qolasiyim 3:5
Ahora estamos en resurrección, y ya no vivimos nosotros, sino que Mashiaj vive en nosotros. Sin embargo, para la mayoría de los creyentes, GalutYah 2:20 es simplemente una doctrina. Ellos no tienen la experiencia práctica de esto.
Ya antes mencionamos que con relación a la ofrenda por el pecado vemos tres cosas: la sangre, las cenizas y el olor fragante que subía hacia Elohim. En nuestra aplicación personal, la sangre y las cenizas se refieren a nosotros en nuestra carne, por eso el olor fragante satisface a Elohim. Gracias a Elohim hoy tenemos la sangre como señal y garantía de que nuestro pecado y transgresión han sido terminados. Las cenizas también son señal de que hemos sido clavados en el madero y terminados. Cuando llegamos a ser cenizas ya no somos una persona natural. Más bien, somos personas que han sido clavadas en el madero, terminadas y quemadas. Ya no somos hombres naturales, somos un montón de cenizas. No obstante para muchos de nosotros esto es sólo una doctrina; aún no hemos tenido la experiencia. Por lo tanto, debemos seguir adelante hasta tener la experiencia de ser reducidos a cenizas.
Es muy triste que muchos creyentes sólo sepan acerca de la sangre que fue derramada en el madero. Ellos no conocen acerca del fuego. Estos creyentes tienen la sangre, pero no las cenizas. Ellos permanecen en una condición natural, no son quemados. Sin duda no han llegado a ser cenizas. ¿Cómo podrían estos creyentes orar en el altar del incienso que estaba dentro del tabernáculo? Es imposible para ellos.
Cuando creemos en Yahshua y confesamos nuestros pecados a Elohim, oramos en el primer altar de una manera superficial. Esto no quiere decir que sea mala o que no sea sincera, sino que es sólo un paso para conducirnos más allá. Ya que solamente oramos por nosotros mismos, esta clase de oración no se puede considerar como una oración de intercesión. Esta oración era por nuestra situación personal. La intercesión no se puede hacer en el primer altar, sino en el segundo. Sin embargo, ¿quiénes pueden orar en el segundo altar? Para orar en el segundo altar debemos ser quemados y llegar a ser cenizas; es decir, ya no podemos ser naturales. Todo aquel que quiera orar en el altar del incienso debe llegar a ser cenizas.
Si entramos en el tabernáculo, no podemos ir directamente al altar del incienso. Como ya hemos mencionando, primero vamos a la mesa del pan de la proposición, luego a la menorah, y después de eso vamos al arca del testimonio que está en el Lugar Santísimo. Entonces estamos listos para interceder en el altar del incienso.
Nuestra Conducta, Visión Y Virtud
Nuestra conducta va en contra de Mashiaj como vida (el pan de la mesa de la presencia, la mesa de la proposición). Nuestra visión va en contra de Mashiaj como luz (la menorah). Nuestra virtud va en contra de Mashiaj como el incienso que ofrecemos a Elohim (el altar del incienso). Nuestra conducta, visión y virtud representan nuestro ser natural, el cual va en contra de Mashiaj como el testimonio de Elohim (el arca). Si somos cenizas, ¿tendremos nuestra conducta, visión y virtud natural? Claro que no. Un montón de cenizas no tiene conducta, ni visión, ni virtud, no tiene nada. Reducirse a cenizas es reducirse a nada, a cero.
Mientras pensemos que somos algo y nos consideremos como algo, no estamos en el tabernáculo. Más bien, estamos fuera del tabernáculo. ¿Recordamos el significado del Ojel Moed? Éste simboliza al Elohim encarnado. Por lo tanto, estar en el tabernáculo significa estar en Elohim. Ahora debemos darnos cuenta de que el requisito para estar en Elohim es que lleguemos a ser nada. Sólo podemos estar en Elohim, si llegamos a ser cero, primero. Por esta razón, quisiera hacer hincapié en el hecho de si seguimos pensando que somos algo NO ESTAMOS EN ELOHIM. Pero cuando llegamos a ser nada, estamos calificados para estar en Él.
¿Cómo sabemos si todavía somos algo y que aún no hemos llegado a ser nada? Lo sabemos porque todavía tenemos nuestra conducta, nuestra visión o perspectiva y nuestras virtudes naturales. Por ejemplo, un hermano puede pensar que es muy amable y agradable. Otro puede pensar que es más amable que su esposa. Sin embargo, una persona que ora en el altar del incienso que está en el tabernáculo no tiene este concepto de sí misma, sino que ha llegado a ser cenizas. Esto significa que ya no posee su virtud natural. Su virtud, conducta y visión natural han llegado a ser cenizas.
Si mantenemos nuestra conducta y comportamiento natural, no disfrutaremos de Mashiaj como la provisión de vida. Les aseguro que lo que les digo no es simple doctrina. Esto lo he aprendido en mi experiencia. La experiencia me dice que siempre que me agarro de mi conducta natural, no disfruto a Mashiaj como la provisión de vida.
También he aprendido que si tengo mi propia visión, punto de vista y conocimiento, no tengo a Mashiaj como la luz. No lo puedo experimentar como la menorah. Sólo lo puedo experimentar como tal cuando ya no tengo mi propia visión.
Si yo sostengo mi opinión, punto de vista y conocimiento natural, Mashiaj no será mi menorah. Pero, si no me guío por mi visión natural, Él llegará a ser mi menorah de manera real en mi experiencia. El será mi luz. Entonces, en lugar de una visión natural, tendré la luz divina. Tendré la luz espiritual, la cual es Mashiaj mismo.
En demasiadas ocasiones tenemos opiniones acerca de los hermanos de la congregación. Sin embargo, a veces vemos las cosas con Mashiaj como nuestra luz. Una persona que ora e intercede en el segundo altar tiene la luz espiritual en lugar de una luz natural.
Además, cualquiera que intercede en el altar del incienso tiene a Mashiaj como su incienso. Ya no tiene su virtud natural. Para esta clase de persona, Mashiaj es todo. Mashiaj es su provisión de vida para tener una conducta apropiada, es su luz para tener una visión adecuada, y es su virtud para que tenga un olor fragante que sube a Elohim. Esta clase de persona puede orar en el altar del incienso.
Nada de lo que oramos en el primer altar, el del holocausto que estaba en el atrio, puede ser considerado como intercesión. Sin embargo, cuando oramos en el segundo altar esto se considera una intercesión. En el segundo altar no oramos tanto por nosotros mismos, sino por la edificación de Elohim, Su impartición, por Su mover, por Su restauración y por la congregaciones y los kadoshim. Intercedemos de forma espontánea.
Cuando oramos en el primer altar, es muy difícil orar sin estar centrados en nosotros mismos y nuestra situación. Sin embargo, cuando oramos en el segundo altar, se hace difícil centrarnos sólo en nosotros mismos. La razón por la cual nuestro yo no se involucra en las oraciones que se ofrecen en el altar del incienso es que para orar en el segundo altar requiere que nosotros seamos reducidos a nada primero. En cambio, los que oran en el primer altar casi siempre claman a Elohim por ellos mismos. Ellos claman para que Elohim tenga misericordia de ellos, y los ayude en sus asuntos. Inclusive se puede orar de esta forma por otros, y eso tampoco es intercesión. La verdadera intercesión es en Mashíaj, a través de Él, y para el deseo del Padre.
Es muy difícil poner a un lado nuestra situación personal cuando oramos en el primer altar. La operación que se hace en este altar está llena de nosotros mismos. Pero cuando llegamos al segundo altar, hemos pasado por el madero, la mesa, la menorah y el arca. Puesto a que hemos tenido la experiencia de la mesa, ya no tenemos nuestra conducta natural. Más bien, tenemos a Mashiaj como nuestra provisión. Ya que hemos ido a la menorah, ya no tenemos una visión natural, sino a Mashiaj como nuestra luz.
Ahora debemos ver lo que experimentamos cuando vamos al arca. El arca representa a Mashiaj como testimonio de Elohim, el cual va en contra de nuestro ser natural, representado por el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Necesitamos ver que el velo es nuestro ser natural y que este va en contra del arca. Nuestro ser natural se compone de nuestra conducta, visión y virtud. Este ser natural es el velo que se opone a Mashiaj como testimonio de Elohim.
¿Se han dado cuenta de que el velo que cubría el arca iba en contra de la misma y que representa a nuestro ser natural? Es nuestra carne también la que ahí está representada. Aquí vemos tres asuntos: nuestra conducta natural, nuestra visión natural y nuestra virtud natural, todos los cuales componen nuestro ser natural.
El significado del altar del incienso es muy profundo. Nos demuestra que si hacemos oraciones de intercesión en el altar del incienso, nos volvemos cenizas, es decir, somos anulados. Si somos cenizas, ya no tendremos nuestra forma de ser natural, ni nuestro punto de vista natural, ni nuestra virtud natural tratando de reemplazar a Mashiaj como nuestra provisión de vida, nuestra luz ni nuestro incienso. Esto significa que ya no seremos naturales. Por lo tanto, ya no tendremos un velo, más bien, tendremos al arca, es decir, a Mashiaj como el testimonio de Elohim. Como resultado, estaremos calificados para interceder en el altar del incienso. Después de haber pasado por todas las estaciones del tabernáculo, podemos pasar a orar, a interceder, en el altar de oro del incienso.
La Necesidad De La Intercesión
Si no fuera por la intercesión de Mashiaj, nadie aceptaría Su muerte, ni experimentaría Su resurrección, ni sería uno con Su ascensión. A fin de que el hombre sea motivado a experimentar la muerte, resurrección y ascensión de Mashiaj, es necesaria Su intercesión y la de la congregación, porque sin éstas, los pecadores no recibirán la muerte de Mashiaj. Aún más, aquellos que recibieran la muerte de Mashiaj no experimentarían Su resurrección, y mucho menos la manera de estar con Mashiaj en ascensión, sentados con Él en los lugares celestiales. Todas estas experiencias dependen de la motivación que se obtiene por medio de la intercesión de Mashiaj y la congregación. Este es el significado del altar del incienso.
Las Escrituras nos muestran el altar, el madero de Mashiaj, y el lavacro, que constituyen la obra regeneradora del Ruaj haKodesh. Luego vemos a Mashiaj como la provisión de vida, como la luz y en el Lugar Santísimo como el arca. Finalmente, en el libro de Hitgalut, un libro de donde Elohim ejecuta Su juicio, vemos que la administración divina, la ejecución de la misma, siempre se lleva a cabo mediante la acción del altar del incienso.
Los que buscamos a Elohim, en Su restauración debemos aprender una cosa: orar tanto de manera individual como corporativamente. Debemos tener una vida de oración. La verdadera vida de oración es una vida de intercesión. La oración genuina no es simplemente orar por nosotros mismos; es el orar continuamente por otros. Orar por nosotros mismos no es una intercesión, pero orar por los demás sí lo es. Por lo tanto, la intercesión es la oración que se eleva por el beneficio de otros.
La vida de oración consiste en orar por otros e interceder por ellos. Debemos orar por las congregaciones de toda la tierra y por todos los santos. Debemos orar por los hermanos de edad, por los jóvenes y por los que se nos oponen. Día tras día debemos orar principalmente no por nosotros mismos, sino por otros. Necesitamos la vida de intercesión, y la que se ofrece en el altar del incienso debe aumentar constantemente.
Si estudiamos el diagrama del tabernáculo y el atrio, veremos que el altar del incienso es el centro. Si estuviese el altar del incienso en el tabernáculo, éste no tendría un centro. El centro desde el cual se ejecuta la administración de Elohim no es el arca, sino el altar del incienso. Es muy importante que veamos esto.
El diagrama del tabernáculo y el atrio es también el diagrama de nuestro ser tripartito. El atrio representa el cuerpo; el Lugar Santo, el alma, y el Lugar Santísimo, el ruaj. ¿Dónde hemos estado hoy? ¿En el atrio, en el Lugar Santo o en el Lugar Santísimo? Algunos santos tal vez hayan estado en el atrio. Cuando perdemos el control o cuando murmuramos, nos quejamos o chismeamos, estamos en el atrio, es decir, en nuestra carne. El enojo y las quejas son señales de que estamos en el atrio, en el cuerpo. Entonces, para poder volver a entrar en el Lugar Santo, necesitamos volver al altar de bronce y presentar todas nuestras ofrendas de Mashíaj, sobre todo la ofrenda por el pecado, lavarnos, y purificarnos.
Al leer los mensajes de los estudios-camino es posible que seamos alumbrados y entendamos lo que son el tabernáculo y su mobiliario, sin que ellos afecten nuestra experiencia; tal vez parezca que nada produce resultados. La razón es la falta de una vida de oración. Si no tenemos el centro, el altar del incienso, no tendremos la experiencia de ninguno de los aspectos del tabernáculo. ¡Debemos tener una vida de oración! Debemos tener el altar del incienso. La vida de oración nos motiva a experimentar el altar, el lavacro, la mesa, la menorah y el arca. Si oráramos aunque fuese un poco, nos daríamos cuenta en nuestra experiencia que la mesa del pan de la proposición es preciosa, que la menorah es prevaleciente, y que el arca es atractiva y merece todos nuestros esfuerzos acercarnos a ella.
Tal vez tengamos mucho conocimiento acerca del mobiliario del tabernáculo y sepamos cuáles muebles se hallan en el Lugar Santo y en el Lugar Santísimo. No obstante, tal vez no experimentamos ninguno de estos aspectos del tabernáculo. Más bien, somos como una máquina sin motor. ¿Cuál es el "motor" en nuestro ser, en nuestro cuerpo, alma y ruaj? Él motor es la vida de oración. Mashiaj no sólo es el pan, la luz y el arca: también es el altar del incienso. Esto significa que Él es el motivador, el motor. Por lo tanto, debemos disfrutarle como nuestra oración. Debemos permitirle que ore en nosotros, dejarlo que nos guíe en oración y nos conduzca a disfrutarle como nuestra oración. Espero que todos comprendamos esto.
Debemos ir al altar, al lavacro, a la mesa, a la menorah y al arca en nuestra experiencia. Según nuestro estudio de las Escrituras, después de que vamos al arca que está dentro del Lugar Santísimo, debemos regresar al altar del incienso. Este no es simplemente un objeto que encontramos al pasar por el tabernáculo, no se puede comparar con el motor que hace que todas las cosas funcionen. Por lo tanto, el altar del incienso es un punto crucial. Una vez tras otra debemos regresar a este punto. Esto quiere decir que a fin de experimentar cualquier aspecto del atrio o del tabernáculo, debemos orar. Cuando oramos, todo funciona. Cuando oramos, el altar, el lavacro, la mesa, la menorah y el arca son efectivos en nuestra experiencia. Sin embargo, cuando los motores se detienen, todo lo demás se detiene. Cuando los motores están operando, todo lo demás también opera. Esta es la razón por la cual necesitamos un motor: el Mashiaj que intercede, operando dentro de nosotros. Necesitamos tener una vida de oración.
El altar del incienso representa a Mashiaj como el que intercede para mantener la relación entre Elohim y Su pueblo (Romaniyim 8:34; Ivrim 7:25). Sin este Mashiaj que intercede, no existiría una relación apropiada entre Elohim y nosotros. No se podría mantener esta relación. Gracias a que Él intercede por nosotros, somos capacitados para ser sacerdotes, creciendo cada día, a fin de nosotros también colocarnos en nuestra posición de intercesores, como imitadores de Mashíaj. Nosotros intercedemos por los hombres, y Mashíaj, además de interceder por nosotros, eleva nuestras intercesiones al trono del Padre. Por lo tanto, para conservar nuestra relación con Elohim, se necesita la oración, no sólo individualmente la de Mashiaj, sino también corporativamente la de Su Cuerpo.
Si profundizamos en este punto, veremos que el altar del incienso en realidad no se refiere a nuestra oración, sino a la intercesión de Mashiaj, ya que el altar mismo tipifica a la persona de Mashiaj, no Su oración; representa al Mashiaj que ora e intercede.
El Mashiaj individual después de Su resurrección y más aún, después de Su ascensión, llegó a ser corporativo. Por lo tanto, ahora ante Elohim no sólo intercede el Mashiaj individual, sino el Mashiaj corporativo. Allí está la Cabeza y el Cuerpo intercediendo. Mashiaj, la Cabeza, intercede en los cielos, y la Novia, el Cuerpo, lo hace desde la tierra. Así que, el intercesor no es Mashiaj solo, sino Mashiaj y Su Cuerpo. Si comprendemos esto, veremos que el significado del altar del incienso es muy profundo.
Somos Uno Con Mashiaj En La Intercesión
¿Qué clase de oración ofrecemos en el altar del incienso? ¿Acaso oramos por nuestros propios intereses? No, en el altar del incienso ofrecemos oraciones de intercesión, como ya vimos. Siempre que vayamos a orar al altar del incienso, nuestra oración no es personal ni individual, ya que allí no nos queda ningún interés por nuestro bienestar. Al llegar allí somos realmente miembros de Mashiaj, del Cuerpo de Mashiaj en la práctica. Además, en ese momento cooperamos con Mashiaj en Su ministerio de intercesión. Él intercede de una manera específica y nosotros cooperamos con Él. Esto significa que llevamos a cabo Su intercesión con nuestras oraciones. ¡Esto es maravilloso! Somos verdaderamente uno con Mashiaj.
El Destino De Nuestro Viaje Divino
Para llegar al altar del holocausto hay que hacer una parada en el atrio del tabernáculo. Lo mismo sucede cuando vamos a la mesa, a la menorah, la arca y al altar del incienso. Por lo tanto, en cuanto al tabernáculo y al atrio hay por lo menos 5 paradas. A los ojos de Elohim, la razón por la cual no hay suficientes creyentes que oran en el altar del incienso se debe a que no han experimentado estas paradas. Como hemos mencionado, puede que muchos oren en el primer altar, pero pocos interceden en el segundo.
A fin de orar en el segundo altar debemos pasar primero por el altar del holocausto. Necesitamos una realización de lo que son la sangre y las cenizas. Luego, podemos continuar con el pan de la mesa, el cual tipifica a Mashiaj como nuestra provisión de vida. Allí nos alimentamos de Él en su aspecto vegetal procesado: la harina unida al aceite que forma los panes sin levadura, el pan que da vida. Sólo después de comer estos panes podemos ir a ministrar vida de crecimiento y reproducción. Después de esto, seguimos hacia la menorah, que representa a Mashiaj como nuestra luz. A esto le sigue, el arca, que tipifica a Mashiaj como el testimonio de Elohim. Este testimonio está en contraste con nuestro ser natural. Después de que hemos tenido la experiencia del primer altar, la mesa, la menorah y el arca, podemos llegar al altar del incienso y permanecer allí.
Una vez llegamos al altar del incienso, debemos permanecer allí más tiempo que en ningún otro lugar del atrio o del tabernáculo. Allí debemos orar incesantemente. Este altar de oro del incienso es el destino de nuestro viaje divino. El viaje comienza en el altar que estaba en el atrio, luego pasa por la mesa, la menorah y el arca y hace parada en el altar del incienso. Debido a esta parada debemos detenernos allí a orar. Este era uno de los horarios comunes de oración para el pueblo de Yisrael:
Toda la multitud del pueblo estaba afuera, orando a la hora del incienso. Luka 1:10
¿Dónde estamos cuando oramos? Tal vez digan que están en Elohim. Sin embargo, esta respuesta es muy general. Tenemos que aprender a diferenciar los lugares, porque ya aprendimos que hay diferentes. ¿Dónde permanecemos cuando estamos en Elohim? ¿En la mesa, en la menorah o en el arca? Ciertamente es positivo pasar algún tiempo en la mesa, en la menorah y en el arca, pero no debemos tardarnos en ellos, ya que estos no son nuestro destino. Nuestro destino es al altar del incienso. NUESTRO DESTINO ES SOSTENER LOS BRAZOS DE NUESTRO KOHEN GADOL INTERCESOR, NUESTRO MOSHE. Ya que nuestro destino es el altar del incienso, una vez llegamos, debemos permanecer allí en oración.
Después de que tengamos más experiencias, entenderemos completamente de lo que estamos aquí hablando. Entonces podremos declarar que hoy sí somos Aharón y Hur sosteniendo los brazos de Yahshua que intercede, mientras afuera el pueblo lucha las batallas. Mañana, ellos también llegarán a ser sacerdotes que intercederán mientras otros luchan. Si permanecemos en el altar del incienso en Mashiaj y con Él, tendremos algo que ascienda a Elohim. Esta es nuestra oración.
En el primer altar no podemos hacer oraciones de intercesión. Esto se debe a que en el primer altar todavía no somos la clase de persona que ofrecería oraciones de intercesión. Todavía necesitamos tener una experiencia cabal del primer altar y luego pasar a la mesa, a la menorah y al arca. Sólo cuando se llega al segundo altar se es la clase de persona que puede ofrecer oraciones de intercesión. Llegar al altar del incienso indica que hemos pasado por el primer altar, la mesa, la menorah y el arca y que hemos llegado a nuestro destino.