PIEDRAS VIVAS
CLE02 104
El Ojel Moed 36
El Lavacro De Bronce
El Bronce, La Plata Y El Oro
Conforme al relato presentado en Shemot, el lavacro se menciona justo después de la plata para la propiciación, la cual se menciona después del altar del incienso. Es muy interesante ver que el altar del incienso está cubierto de oro, que el medio siclo de la propiciación era de plata y que el lavacro era de bronce. La plata y el bronce son para alcanzar el oro. Vamos del bronce a la plata y de la plata pasamos al oro. Claro que, desde el punto de vista de Yahweh, el camino se invierte: oro, plata, bronce, mientras que desde la perspectiva hermana vamos de bronce, a plata a oro.
En Shemot 30 no se menciona el hierro. Pero en la descripción de la gran imagen que se menciona en Daniyel 2, vemos mencionado el oro, la plata, el bronce, el hierro y el barro. La imagen que vio Nabucodonosor en su sueño tenía estos minerales, exceptuando al hierro:
La cabeza de esta estatua era de oro fino; su pecho y sus brazos eran de plata; su vientre y sus muslos eran de bronce; sus piernas eran de hierro; y sus pies eran en parte de hierro y en parte de barro cocido. Daniyel 2:32-33
El edificio de Elohim, con Su testimonio, tiene oro, plata y bronce, sin embargo, no tiene hierro ni barro. El metal más sencillo en el edificio es el bronce, de manera que hasta allí llega la Mano de Yahweh. Ya que el Ojel Moed es la morada de Yahweh, y representa el Cuerpo de Mashíaj en su expresión corporativa, la estatua del sueño de Nabucodonosor es la novia de haSatán, la Gran Ramera de todos los tiempos. Como todas las cosas que haSatán hace, no tiene mucho de creativo, pero tiene mucho de copia, utilizando los mismos materiales, con la única diferencia de que agrega el hierro, un material que nunca fue considerado como "precioso" en ninguna civilización. Además, ese hierro se mezcla con barro, con la sustancia humana, esos son los "agregados". Pero no vamos a hablar hoy del libro de Daniyel.
Necesitamos ser impresionados con el oro, la plata y el bronce que se mencionan en Shemot 30. Estos materiales se mencionan a la vez. En Shemot 30 primero se menciona el altar del incienso cubierto de oro, después vemos muchas piezas de plata y después vemos el lavacro hecho de bronce.
Es muy fácil estudiar la tipología presentada en el capítulo 30 de Shemot, pero se requiere mucha experiencia para entenderla y sobre todo, para aplicarla. Primero, debemos tocar el ruaj de Autor. En asuntos relacionados con la tipología esto no es tan fácil de lograr. Segundo, necesitamos la experiencia suficiente para poder interpretar los tipos. Seguramente los tipos representados por el bronce, la plata y el oro de Shemot 30 están todos relacionados entre sí.
El Lavacro Propiciaba El Funcionamiento Del Tabernáculo
En el altar del incienso se llevaba a cabo la intercesión, la cual tiene como propósito el mover y la obra de Elohim. ¿Qué facilita que el testimonio de Elohim, el arca, y también todo el tabernáculo, la morada de Elohim, se mueva en la tierra? ¿Cómo pueden Mashiaj, quien es el testimonio de Elohim, y la Congregación, la morada de Elohim, moverse en la tierra? Él arca y el tabernáculo, Mashiaj y la Congregación, pueden actuar por medio del ejército.
El Ojel Moed es la morada de Elohim. Desde la perspectiva de una morada, el tabernáculo es la habitación de Yahweh. Pero desde otro punto de vista, el tabernáculo es el campamento del ejército. En Shemot y Bamidbar vemos los campamentos del ejército de Elohim. Estos campamentos van a la batalla. El tabernáculo era el campamento central (la administración de Elohim), y a su alrededor las doce tribus de Yisrael levantaban sus campamentos. Esto simboliza el Concilio Celestial como está en los cielos, que debía ser levantado de igual forma en la tierra "conforme al modelo" (Ivrim 8:5). Por lo tanto, las doce tribus acampaban alrededor del campamento de Yahweh, el tabernáculo. Cuando los hijos de Yisrael viajaban, seis campamentos iban adelante del campamento de Yahweh, y seis le seguían detrás.
El altar del incienso tenía como propósito el mover de Elohim y Elohim se movía por medio del ejército. Pero, ¿cómo se formaba el ejército? Se formaba por medio del reclutamiento de los que estaban calificados, como hemos estudiado en los capítulos anteriores. En la actualidad se llevan a cabo reclutamientos militares en diferentes países. Cuando los hombres llegan a cierta edad son reclutados para el ejército. Por lo tanto, el requisito para ser reclutado es el crecimiento. Un niño pequeño no puede ser reclutado, más bien, éste debe ser alimentado, nutrido y cuidado. Para ser reclutado se debe tener una edad específica. Como hemos visto, la edad requerida en Shemot 30 era veinte años. Todos los hombres de veinte años para arriba eran contados y debían pagar medio siclo de plata para la propiciación. Este censo y el pago de la plata promovían el mover de Elohim.
La plata para la propiciación también se utilizaba para la construcción del edificio de Elohim. Como podemos ver, la edificación es siempre tanto individual como corporativa: el individuo hace su aporte (paga su medio shékel) y Mashíaj paga la otra mitad, de manera que en Él todos somos completados, unificados y edificados.
Sin el ejército, el tabernáculo no se podía mover. Pero sin el lavacro, no se podía operar nada en el tabernáculo ni en el atrio. Para que todo funcionara en el tabernáculo era necesario que se ofrecieran los sacrificios en el altar. Estos sacrificios eran el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión. Si no se ofrecían estas ofrendas, no había manera de que se cumpliera el trabajo del tabernáculo. Además, era necesario que los sacerdotes pasaran al Lugar Santo y ordenaran los panes que estaban sobre la mesa y despabilaran las lámparas, y también debían interceder frente al altar del incienso. Todo esto era parte del trabajo que se realizaba en el Ojel Moed. Cada vez que el sacerdote se presentaba ante el altar para hacer una ofrenda a Elohim o entraba al tabernáculo por alguna razón, primero debía ir al lavacro y lavarse las manos. Si el sacerdote no se lavaba en el lavacro, no había manera de continuar con la tarea del tabernáculo. Sin el ejército, el tabernáculo y todo su mobiliario permanecerían estáticos; no se podría mover. Pero sin el lavacro, no sucedería nada en el tabernáculo. Si se quitaba el lavacro del atrio, el tabernáculo y el atrio estarían completos, pero no podría funcionar.
La Relación Entre El Lavacro Y El Altar
En el arreglo del tabernáculo el lavacro se encuentra después del altar, pero en función el lavacro va primero. Cuando los sacerdotes ministraban en el altar, debían lavarse primero en el lavacro. Y también se lavaban antes de ministrar dentro del tabernáculo. Esto nos muestra que la función del lavacro se llevaba a cabo antes de la del altar.
También la posición del lavacro indica que éste era producto del altar. El altar estaba cubierto de bronce y el lavacro era de bronce, En tipología el bronce representa el juicio de Elohim. El altar tipifica el madero de Mashiaj. En el altar, o el madero el juicio de Elohim era ejecutado en su máximo expresión. Como resultado del juicio de Elohim ejecutado en el altar, se producía el lavacro. El bronce del altar representa el juicio, pero el bronce del lavacro, representa el resultado el producto del juicio de Elohim, el cual es el poder limpiador. Esto significa que el poder limpiador del lavacro es producto del juicio de Elohim. La limpieza viene después del juicio.
Conforme al B'rit Hadashá, el poder limpiador del lavacro es el Ruaj vivificante. En Tito 3:5 se habla del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Ruaj haKodesh:
...él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino según su misericordia; por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del espíritu de santidad, que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Yahshúa el Mashíaj nuestro Salvador. Tito 3:5-6
Este pasuk revela que el Ruaj vivificante, el Ruaj de vida, es el poder que limpia. Por lo tanto, el lavacro representa el lavamiento que efectúa el Ruaj vivificante.
El lavacro tipifica el poder del Ruaj vivificante producido por la muerte de Mashiaj que limpia y purifica. El altar representa la redención de Mashiaj, y el lavacro representa el lavamiento del Ruaj vivificante. En el altar vemos la redención de Mashiaj, y en el lavacro vemos el lavamiento del Ruaj vivificante. Sin embargo, el Ruaj vivificante no es alguien aparte de Mashiaj. El Ruaj es en realidad Mashiaj mismo. Después de pasar por el juicio pleno de Elohim y entrar en la resurrección, el Mashiaj clavado en el madero llegó a ser el Ruaj vivificante que nos lava.
Necesitamos Lavarnos Del Contacto Con El Mundo
El servicio que ejercían los sacerdotes en el atrio y en el tabernáculo dependía de si se lavaban en el lavacro. Nadie pasa muchos días sin lavarse las manos. Sin embargo, en términos espirituales, muchos creyentes pasan mucho tiempo sin lavarse en el lavacro. Por ejemplo: es posible que algunos oren mucho tanto en privado como en las reuniones. Pero la pregunta es ¿lavan sus manos en el lavacro? ¿Se lavan espiritualmente antes de orar? Tal vez algunos afirmen: "Nosotras confesamos nuestros pecados, nuestras transgresiones, nuestros fracasos y nuestras faltas. ¿No es esto un lavamiento?". Sí, confesarle a Elohim nuestros pecados es una clase de lavamiento, pero este es el lavamiento de la sangre, no el del agua del lavacro. Si queremos lavar nuestro pecado, los pecados, las ofensas y las transgresiones, necesitamos la sangre. También necesitamos la sangre para ser lavados de nuestros errores, fracasos, defectos y de nuestras faltas. Ya que todas estas cosas son pecaminosas, necesitamos que la sangre nos limpie de ellas. Sin embargo, cuando Yahshua lavó los pies de los discípulos, Él usó agua. Esa clase de lavamiento no requería de la sangre. Los pies de los discípulos estaban sucios y debían ser lavados con agua. El problema no era el pecado, sino la suciedad, la corrupción y contaminación.
Yahshúa le dijo: "El que se ha lavado no tiene necesidad de lavarse más que los pies, pues está todo limpio. Ya ustedes están limpios, aunque no todos". Yahanan 13:10
Si decimos una mentira o nos enojamos, cometemos una ofensa. Pero si nos corrompemos por causa de nuestro contacto con el mundo, no hemos hecho nada pecaminoso. No debemos usar la sangre para limpiarnos de esa clase de suciedad. Por ejemplo, las manos que están sucias por tocar el piso deben ser lavadas con agua. No hace falta que tomemos un baño. Del mismo modo, si nos ensuciamos por tocar el mundo, debemos ser lavados con el agua del lavacro.
Me preocupa que por nuestro trasfondo religioso y la atmósfera que nos rodea, la mayoría de los creyentes no estén conscientes de que están sucios espiritualmente. Es posible que piensen que estar sucios o corrompidos siempre se relaciona con el pecado. Las Escrituras, sin embargo, hablan de dos tipos de contaminación: la que proviene del pecado y la que proviene por el contacto con el mundo. Si mentimos o robamos, pecamos y nos contaminamos con estas transgresiones. Pero es posible que nos contaminemos por medio del simple contacto con el mundo, al tocar las cosas de este mundo, al verlas simplemente, al tener que estar frente a ellas.
Podemos contaminarnos espiritualmente al tener contacto con las cosas terrenales. Con sólo vivir y caminar en esta tierra, nos contaminamos. No es necesario que tengamos contacto con personas pecaminosas, podemos contaminarnos al relacionarnos incluso con gente buena. Aunque es tan fácil que nos contaminemos, no nos damos cuenta de la clase de contaminación que proviene del contacto terrenal. Inconscientemente pensamos que no estamos errados en nada, ya que no hemos mentido ni robado. Es posible que hayamos sido buenos, humildes, honestos y pacientes. Sin embargo, es posible que nos hayamos contaminado por el simple hecho de ir a restaurante o a un shopping. Cuando nos contaminamos con las cosas de este mundo, no necesitamos que la sangre nos limpie, sino el agua del lavacro.
Tal vez muchos confiesen a Elohim sus pecados, fracasos, faltas y derrotas, pero no están consciente de que necesitan ser lavados con el agua del lavacro. El lavamiento del lavacro nos recuerda que debemos tener cuidado de no ensuciar nuestros pies. Así como lavarnos las manos con agua y jabón nos recuerda que debemos mantener nuestras manos limpias, asimismo el lavamiento del lavacro nos recuerda que debemos mantenernos libre de la contaminación del mundo. Nuestros pies se ensucian por estar en contacto con el camino. Antiguamente la gente utilizaba sandalias, y era normal lavarse los pies al entrar en la casa, para no contaminarla con el polvo de afuera, y también para limpiarlos. Todo aquel que no está consciente de que necesita lavarse con el agua del lavacro, tal vez piensa que no hay nada de malo en visitar lugares mundanos con el simple propósito de ver lo que allí ocurre. Tal vez no cometan nada pecaminoso, pero serán contaminados. También podemos ser contaminados al escuchar conversaciones de la gente mundana. Aunque no aportemos anda a la conversación, con sólo escuchar nos contaminamos. Aunque no cometamos un pecado, podemos contaminarnos. Ya que el mundo es un lugar sucio, es muy fácil que nos contaminemos.
El Resultado De Servir En El Tabernáculo Sin Haberse Lavado En El Lavacro
Cuando oramos para ofrecerle algo a Elohim, primero tenemos que lavarnos las manos y los pies en el lavacro. Ir a la reunión y funcionar en la misma en realidad es ir al tabernáculo y servirle a Elohim. Antes de que le sirvamos al Adón en el tabernáculo, debemos lavarnos. No obstante, en la vida de muchos creyentes y en su servicio parece que no tienen un lavacro. Cuando ellos van al altar para hacer una ofrenda a Elohim, tienen las manos sucias. Van a las reuniones de la congregación y sirven sin lavarse las manos en el lavacro. Esta clase de servicio conlleva muerte. Por esta razón dice:
Haz una fuente de bronce con su base de bronce, para lavarse; y ponla entre la Carpa de Reunión y el altar. Pon agua en ella, y que Aharón y sus hijos se laven en ella los pies y las manos. Cuando entren a la Carpa de Reunión se lavarán con agua, para que no mueran; o cuando se acerquen al altar para servir, para convertir en humo una ofrenda al fuego para Yahweh, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Será una ley permanente para ellos –para él y su linaje– a través de los siglos. Shemot 30:18-21
Debemos tener cuidado de no tener contacto con Elohim a menos que hayamos lavado nuestras manos primero en el lavacro. Si tratamos de servir a Elohim en el tabernáculo con las manos sucias, moriremos desde un punto de vista espiritual. ¡Cuánta muerte existe hoy entre los creyentes! Cuanto más sirven, más muerte reciben debido a que sirven con las manos sucias. Orar y servir con las manos sucias conlleva muerte.
Si no oramos ni servimos en las reuniones, es posible que estemos vivos, pero si oramos o funcionamos sin el lavamiento del lavacro, atraeremos mortandad hacia nosotros mismos y la impondremos sobre otros. La muerte es el resultado de nuestra oración o nuestro servicio sin el lavamiento del lavacro.
El Bronce Del Altar Y Del Lavacro
El bronce que se usaba para cubrir el altar provenía de los incensarios de los doscientos cincuenta rebeldes que fueron juzgados por Elohim en Bamidbar 16. Después de que estos fueron juzgados, Elohim le dijo a Moshe:
"Ordénale a Elazar hijo de Aharón el sacerdote que saque los incensarios de entre los restos del incendio –porque son consagrados–; y que esparza las brasas. Los incensarios de los que han pecado a costo de sus vidas deben ser convertidos en láminas martilladas para enchapar el altar –porque una vez que se han usado para ofrendas de Yahweh, han quedado consagrados–; y que sirvan de advertencia para el pueblo de Yisrael". Bamidbar 16:37-38
Esto demuestra que el bronce para el altar le debe recordar al pueblo de Elohim Su juicio contra los rebeldes. Por tanto, el bronce que cubría el altar llegó a ser un recordatorio del juicio de Elohim contra la rebelión.
Ahora bien, el bronce que su uso para el lavacro provenía de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión:
Hizo la fuente de bronce y su base de bronce, con los espejos de las mujeres que velaban a la entrada de la Carpa de Reunión. Shemot 38:8
La palabra hebrea para "velaban" en 38:8 es TSABÁ (H6633) que se refiere a "concentrar un ejército o siervos". Este es un "velar" como el de tropas que vigilan. Esto nos demuestra que todos los campamentos de los hijos de Yisrael eran tropas. LAS MUJERES QUE VELABAN A LA PUERTA DEL TABERNÁCULO DE REUNIÓN SERVÍAN COMO TROPAS TAMBIÉN. Es decir, su servicio también era parte de la milicia. Los espejos de esas mujeres se utilizaron para fundir el lavacro de bronce.
Usamos espejos para mejorar nuestro aspecto y por lo general lo hacemos cuando nos vamos a encontrar con alguien. Debido a que la Novia se está preparando para reunirse con el Novio, necesita prepararse para este encuentro. Los espejos y el agua son símbolos de la Palabra de Elohim. En el altar de bronce está la sangre para quitar el pecado, en la fuente de bronce está el agua para lavarse constantemente y mantenerse limpio para poder servir al Adón.
Los espejos nos muestran nuestra cara, pero espiritualmente, nos muestran nuestro yo interior. En la simbología de las Escrituras, la "cara" hace alusión a la parte interna e intelectual de la persona, mientras que las "manos y los pies" hacen alusión a la parte de la persona vinculada con la acción. En el Santuario se encontraba la manifestación de la Santidad, y es por eso que la "cara", la cabeza, la parte en donde reside el intelecto, no hacía falta "lavarla", purificarla, ya que ya estaba plenamente santificada por la Palabra, como Yahshua explicó, debiendo solo purificarse la parte más baja de la persona humana: la acción, simbolizada por las "manos y los pies", que guardan relación con el mundo.
Esto implica que el lavacro de bronce era como un espejo que reflejaba y exponía, que provenía del ejército que vigila, que está velando en atención, vigilando. Mientras que el bronce del altar era un recordatorio del juicio de Elohim, el bronce del lavacro era un espejo que exponía al pueblo de Elohim, por eso era necesaria el agua para el lavamiento. Esto demuestra que el juicio que Mashiaj sufrió en el madero tenía también el poder de exponernos, no sólo en nuestros pecados y en nuestra naturaleza pecaminosa en sí, sino también en toda contaminación con el mundo.
A los que se acercaban al lavacro se les exponía su inmundicia. De esta manera se daban cuenta de que necesitaban ser lavados. A los sacerdotes que habían estado tocando la carne de los sacrificios, el lavacro les mostraba que sus manos estaban sucias de sangre, debían limpiarse para entrar en el Ojel Moed. El lavacro de bronce es como un espejo que nos da el reflejo de nuestra condición y expone nuestra suciedad. Por tanto, el bronce del altar nos recuerda el juicio de Elohim, y el bronce del lavacro nos recuerda que estamos sucios aún después de haber sido perdonados nuestros pecados y el pecado, porque cada día entramos en contacto con el mundo, y que debemos lavarnos.
Esta fuente contenía agua, siendo por tanto una provisión para lavarse. Pensemos juntos; tenemos aquí un gran espejo, hecho de una multitud de espejos más pequeños. No debemos pensar en nuestros espejos de vidrio modernos, los espejos antiguos eran placas alisadas de bronce pulido, y su reflejo no era del todo bueno, por eso Shaúl dijo:
Ahora vemos por espejo, oscuramente... Qorintiyim Alef 13:12
Él estaba recordando a los discípulos de Yahshua que debemos ejercer siempre humildad al comparar nuestro conocimiento espiritual aquí abajo, que es parcial (así como la imagen que reflejaban los espejos de su tiempo), con el que tendremos cuando estemos cara a cara con nuestro Abba, cuando conoceremos con total claridad.
De esta manera, la fuente tenía dos grandes propósitos: reflejar la imagen del kohen y proporcionar limpieza. En ese sentido, esta fuente nos recuerda lo que la Instrucción (Torah) de Elohim es y hace con nuestras vidas diariamente. Ella es un espejo fiel que nos muestra nuestra verdadera condición y, al mismo tiempo, es el instrumento para limpiarnos de las suciedades adquiridas. Por lo tanto, comprendemos que la primera función de la Torah es enseñarnos cómo estamos en el día a día referente al propósito eterno de Elohim. Por ello, Shaúl explicaba esta misión de la Torah de la siguiente manera:
"¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conocería la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás". Romaniyim 7:7
La Torah, pues, es ese gran espejo, sin el cual nos auto-engañaríamos en creer que ya estamos perfectos, cuando en verdad estamos aún en el proceso divino de la santidad y la justicia, y este proceso es diario y constante hasta el fin de nuestros días.
El hecho de que fuera de bronce (símbolo de juicio) nos revela que el gran espejo divino, la Torah, nos ayuda a juzgarnos a nosotros mismos de una manera veraz y sabia, conforme a como Yahweh nos ve. Esa es la razón por la que Yaakov escribió:
"Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta Torah, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace". Yaakov 1:23-25
La advertencia era clara: CADA SACERDOTE DEBE TAMBIÉN OCUPARSE DE SÍ MISMO DIARIAMENTE. Debido a que podía darse el caso de que se concentraran tanto en el ministerio hacia los demás y se olvidaran de sí mismos, Yahweh estableció esta estructura con su ritual obligatorio para que en un determinado momento del día, cada sacerdote se dedicara a pensar en su propia persona. Con esta fuente Yahweh los obligaba a examinarse a sí mismos, antes de examinar a otros. Es lo mismo que le recordará Shaúl a su hijo apostólico Timotio: "Ten cuidado de ti mismo" (Timotio Alef 4:16). Sucede que, en nuestro andar cotidiano, cada ser humano se contamina con las cosas que provienen del mundo, aún indirectamente. Por ejemplo, los sacerdotes se contaminaban con los sacrificios, su sangre, las cenizas, etc., que eran de otras personas. Inclusive en el servicio correcto hacia otros nos contaminamos, porque absolutamente todo en este mundo está contaminado. Si eso llegara a acontecer, los sacerdotes ya no podrán ser de ayuda para otros, porque estarán ellos mismos necesitados de ayuda.
La lección práctica de este mueble del tabernáculo, es que, a menos que vivamos efectuando constantemente el lavamiento del Ruaj haKodesh, el juicio justo de nosotros mismos a la luz de la Torah del Eterno, nuestra comunión con Él se verá interrumpida, y esto afectará y determinará que sobre el fundamento de la salvación, en vez de edificar con oro, plata, piedras preciosas, edifiquemos con madera, heno y hojarasca. Teniendo en mente estos principios divinos, Yahanan, muy familiarizado con lo sacerdotal, escribió:
"Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Yahshua ha Mashíaj su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". Yahanan Alef 1:6-9
El Lavamiento Del Ruaj Vivificante
En el lavacro tenemos el bronce, el espejo y el agua. Cuando nos encontramos frente al lavacro, el bronce debe recordarnos que todo lo pecaminoso, terrenal y carnal fue juzgado por Elohim en el madero. Sin embargo, aunque confesemos nuestros pecados, tal vez no nos demos cuenta que aún somos mundanos y carnales. Ante Elohim hemos sido redimidos, pero aún necesitamos ser lavados. Luego de haber sido redimidos con la sangre en el altar, necesitamos ser lavados con el agua del lavacro.
Actualmente entre los creyentes no se habla mucho acerca de que a pesar de que es maravilloso ser redimidos por la sangre de Mashiaj, también necesitamos ser lavados con el Ruaj vivificante. Aunque hemos confesado nuestros pecados, necesitamos hacer algo con la contaminación, lo sucio que proviene del contacto terrenal. También tenemos que acabar con la contaminación que proviene de la vida carnal y de la natural. Por tanto, debemos ser lavados con el Ruaj vivificante.
Cada día lo primero que debemos hacer es ofrecer a Mashiaj como nuestra ofrenda por el pecado y por la transgresión. Por un lado, esto nos llevará a experimentar a Mashiaj como nuestra provisión de vida y como la comida que se ofrece a Elohim. Por otro, esto nos ayuda a darnos cuenta de que necesitamos el lavamiento del Ruaj vivificante.
Cuanto más andamos en el Ruaj y vivimos en el ruaj mezclado, más lavados somos. Cada lavamiento nos recordará que no deberíamos ir a ciertos lugares, que no deberíamos contactar ciertas personas ni involucrarnos en situaciones que nos contaminen. Aunque no cometamos un pecado es posible que toquemos algo mundano o natural y por tanto, seamos contaminados. Si permanecemos en contaminación, no podremos orar, servir a Elohim ni funcionar en las reuniones. Si tratamos de hacerlo sin lavarnos en el lavacro, experimentaremos muerte.
Yo puedo testificar que este entendimiento o interpretación del significado del lavacro va de acuerdo con nuestra experiencia, la cual confirma lo que hemos planteado en cuanto al lavacro en este mensaje.
El lavacro se encontraba entre el tabernáculo de reunión y el altar como una continuación de éste a la entrada del Ojel Moed. El agua que se ponía en el lavacro representa el lavamiento del Ruaj vivificante:
...habiéndola purificado en el lavamiento del agua con la Palabra... Efesiyim 5:26
Como ya mencionamos, este lavamiento representa el lavamiento de toda contaminación del contacto terrenal (Yahanan 13:10).
Cuando entren a la Carpa de Reunión se lavarán con agua, para que no mueran; o cuando se acerquen al altar para servir, para convertir en humo una ofrenda al fuego para Yahweh, se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Será una ley permanente para ellos –para él y su linaje– a través de los siglos. Shemot 30:20-21
Los sacerdotes debían lavarse en el lavacro para evitar la muerte. Nosotros necesitamos el lavamiento del Ruaj vivificante para evitar la muerte espiritual.
Debido a que la regeneración es un tipo de lavamiento, Shaúl usa la expresión "lavamiento de la regeneración". Esta regeneración que nos lava es el lavacro.
...él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino según su misericordia; por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del ruaj de santidad, que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Yahshúa el Mashíaj nuestro Salvador. Tito 3:5-6
Los sacerdotes debían lavarse en el lavacro cuando entraban en el tabernáculo de reunión o cuando iban al altar para ministrar. Como lo demuestra la última parte del pasuk, este sería un estatuto para todas las generaciones por las eras, lo cual nos incluye también. Por cierto, esto no tiene absolutamente nada que ver con la exageración judía de lavarse literalmente las manos unas 500 veces por día, cuando por dentro no se han lavado:
¡Pobres de ustedes, escribas y fariseos hipócritas; porque se parecen a los sepulcros blanqueados, que por fuera en verdad se ven hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza. MattiYah 23:27
Cómo Aplicar El Lavacro A Nuestra Vida Cotidiana
El Lavacro era la segunda parada que el sacerdote hacía rumbo al Lugar Santo. El lavacro estaba ubicado entre el altar del sacrificio y la puerta del Lugar Santo del tabernáculo. El altar era para el fuego y el Lavacro para el agua. El aspecto más importante del lavacro era el agua. El agua es uno de los elementos más necesarios e importantes en todo el universo, tiene figura de pureza y el poder de dar vida en abundancia. Sin agua no podemos seguir viviendo.
Debemos entender que en el altar de bronce nuestros pecados fueron removidos, pero para tener comunión con Elohim se requería que los sacerdotes lavaran sus manos y pies en el Lavacro. Para entrar en la Presencia de Elohim se requiere aceptación (por sacrificio en el altar) y purificación (en el Lavacro). Es necesario lavarnos diariamente si queremos la purificación para tener comunión con Elohim. No estamos diciendo que es necesario lavarse diariamente para quitar la condenación del pecado, sino para limpiar la suciedad que se nos pega en el mundo por medio de televisión, la música, adicciones, etc.
La condición del pecado fue tratada en el altar (el madero) y tiene que ser el resultado de un sacrificio en el altar (Mashiaj), para después pasar a purificarnos en el Lavacro (la Palabra viva aplicada, el lavamiento de la regeneración) antes de entrar al Lugar Santo. Nosotros en nuestro caminar diario encontramos la contaminación del pecado y su presencia nos contamina. Ya no necesitamos una aplicación de sangre, sino el lavamiento que viene por medio de la Palabra de Elohim.
Así que, hermanos, siendo que tenemos plena confianza para entrar al Santísimo por la sangre de Yahshúa, mediante el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo (es decir, su cuerpo), y siendo que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Yahweh, acerquémonos con corazón sincero, con la plena certidumbre de la fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Ivrim 10:19-22
¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Mizmor 119:9
En estos pasajes el agua representa la Palabra de Elohim. Mientras pasamos por este mundo (desierto) donde haSatán y las cosas de este mundo existen, tenemos la necesidad de remover la suciedad que encontramos. El Lavacro estaba hecho de espejos de bronce para poder ver la suciedad y después tomar el agua del Lavacro para poder estar limpios. Así, como los sacerdotes, necesitamos ser lavados diariamente. La Biblia es el agua purificadora que nos quita la suciedad que el mundo derrama sobre nosotros.
El Lavacro nos habla de Mashiaj, la Palabra Viviente que también es la Torah viviente. Este mueble nos enseña la santificación por medio de la Palabra viva de Elohim. No se trata de leer las Escrituras, porque eso no pasaría de un ejercicio mental. Se trata de mezclarnos con Él en nuestro día a día, ser limpios a través de nuestra comunión por medio de orar-leer la Palabra.
Lo que hacía diferente al lavacro y el candelero a los otros detalles del tabernáculo, era que no tenían medidas específicas dadas por Elohim. El hecho de no tener medidas específicas simboliza la provisión y la gracia que Elohim nos da sin medida para nuestra santificación. Mashiaj y Su palabra son suficientes para cualquier necesidad que tengamos.
Si el sacerdote no obedecía el mandamiento de lavar sus manos y pies perdía el privilegio de servir en el Lugar Santo. Aunque seguía perteneciendo al pueblo de Yisrael por el pacto que tenían con Elohim, la falta de pureza no le permitía acercarse a Elohim. El Lavacro, como las otras cosas del tabernáculo, apuntaba hacia nuestro Adón Yahshua ha Mashiaj. Él es nuestro proveedor, suficiente para suplir nuestras necesidades y debemos recurrir a Él para que nos limpie diariamente. Debemos ser limpios en cuerpo, alma y espíritu para poder ministrar delante del Adón.
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Elohim. Qorintiyim Bet 7:1
Los actos de pecado, aunque no siempre sean visibles al ojo humano, afectan nuestra relación con Elohim. "Lavarnos" no es un asunto de nuestra opinión o gusto, sino una necesidad. Debemos examinarnos a nosotros mismos y aplicar la Palabra de Elohim para que nuestras vidas sean bendecidas y útiles para el servicio al Adón.
El lavacro es un complemento para la santificación. Los creyentes pasamos por 3 procesos (también podríamos decir que son 3 partes de un mismo proceso):
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La salvación de un estado o condición de pecado por la herencia en Adam gracias al sacrificio de Mashíaj.
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La santificación, el proceso de ser limpiados continuamente de las transgresiones por la confesión de nuestros pecados y del lavamiento de nuestra contaminación con el mundo, todo a través de la obediencia, que nos trae crecimiento en nuestra relación con Elohim
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La glorificación, cuando recibamos la plenitud de la promesa en un nuevo cuerpo glorificado que reflejará la persona de Mashiaj.
En el nuevo pacto el creyente salvo entra en el sacerdocio por medio del sacrificio de Yahshua ha Mashiaj, al que pertenecen todos los miembros de la congregación, para servir a Elohim. Y por lo tanto tienen la necesidad de ser purificados cada día si su deseo es estar en comunión con Él, siguiendo todos los pasos que hemos estado estudiando acerca del sacerdocio. Esta es la llave para aprender a crecer en Él y convertirnos DE HECHO en sus sacerdotes, no sólo de palabra sin vida. No podemos tener el privilegio de ministrar como sacerdotes o hacer lo que Elohim nos ha mandado a hacer hasta que hayamos sido lavados, vestidos, alimentados con el pan, iluminados con Su Luz, recibido el testimonio del arca, realizado los sacrificios para la ofrenda por el pecado, el holocausto y la ofrenda de paz, llenas nuestras manos con los dones de Mashíaj, y ser limpiados en el lavacro para comer con Yahweh en Su presencia.
Acérquense a él, la Piedra Viva, rechazada en verdad por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Yahweh, para que también se los use como piedras vivas para edificar una casa espiritual, para que sean un sacerdocio santo, a fin de que ofrezcan sacrificios espirituales, agradables a Elohim por medio de Yahshúa el Mashíaj. Kefá Alef 2:5
Como hijos obedientes, no se conformen a las pasiones que antes tenían, cuando estaban en su ignorancia. Antes bien, así como aquel que los ha llamado es santo, también sean santos ustedes en todo aspecto de su manera de vivir, porque está escrito: "Sean santos, porque yo soy santo". Kefá Alef 1:14-16
Esto nos habla de la condición del alma que es necesaria para los que adoran y sirven al Elohim vivo. Una persona podía ser sacerdote y sin embargo, por causa de la inmundicia sobre él, quedaba incapacitado para ejercer las funciones de su oficio sacerdotal. Para poder continuar y entrar en el Ojel Moed, aún faltaba un último lavamiento cotidiano. Así también nosotros podemos ser verdaderamente hijos de Elohim, pero aún vivir descuidando la Palabra de Elohim, o en pecado no confesado, separados de la comunión íntima con Elohim, y sin habilidad para servirle o adorarle. El derecho del sacerdote para entrar a la Presencia de Elohim era la sangre del sacrifico, pero la condición necesaria para el uso de ese derecho era que las manos y los pies hubiesen sido lavados con agua.
Tener vida eterna no es todo, tiene que haber un andar en la luz del Ruaj haKodesh, también es escudriñarnos a nosotros mismos continuamente y limpiar todas nuestras malas obras a través de la Palabra de Elohim. La Palabra de Elohim es el medio por el cual el Adón conserva a Su pueblo limpio y en condición para tener comunión y servirle a Él.
Qué bueno sería si usáramos diariamente ese privilegio que se nos ha dado de caminar en Su luz. Y cuando Él nos muestre algún camino malo o alguna mancha contaminadora en nosotros, que podamos someterle a Mashiaj nuestras manos y pies para que Él los tome y nos dé Su pureza.
Examíname, oh Elohim, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Mizmor 139:23
Es importante notar que el Lavacro estaba ubicado en el atrio y no en el Lugar Santo, el cual era el lugar de adoración. No podemos entrar a Su Presencia y adorar a Elohim sin antes habernos lavado en el lavacro. Este lavamiento, como ya dijimos, no es la confesión de pecados, que hemos ya realizado antes en el altar del sacrificio, sino se trata del lavamiento de nuestra contaminación diaria con el mundo, por el contacto con las cosas terrenales, que nos conducen a la carne y nos alejan de nuestro ruaj. Por eso debemos examinarnos para ver nuestros caminos, si tienen "ventanas" o "puertas" abiertas por las que podemos tener contacto con el pecado. El agua del Lavacro apunta al creyente juzgándose a sí mismo por medio de la Palabra. Como pecadores, nunca podremos afirmar que hemos estado en la perfecta posición que el Padre nos pide: ser kadoshim como Él lo es, de manera que siempre debemos lavarnos en el lavacro.
Lo que el creyente necesita es estar consciente de las manchas en sus manos y lo sucio de sus pies y aprovechar del Lavacro, su agua (la Palabra viva que es Mashíaj en nuestro interior) que Elohim ha provisto para limpiarlo diariamente pidiéndole la gracia y la fuerza para aplicarla y obedecerle.
¿Quién subirá al monte de Yahweh? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. Él recibirá bendición de Yahweh, y justicia del Elohim de salvación. Mizmor 24:3-5