PIEDRAS VIVAS
CLE02 48
El Sexto Mandamiento 03
''No Odiarás''
"No piensen que yo vine para anular la Torah o los Profetas. No he venido a anular, sino a cumplir". MattiYah 5:17
En la Era de Pésaj, los hijos de Yisrael tenían la ley de Moshe, la ley externa. También tuvieron a los profetas. La profecía siempre sirve a la ley. Cuando el pueblo es débil y no puede cumplir la ley, es necesario que los profetas intervengan para fortalecerlos a fin de que la cumplan. Así que, el cumplimiento de la ley necesita el fortalecimiento efectuado por los profetas.
Ni la ley ni los profetas fueron abolidos, sino cumplidos. Aquí "cumplir la ley" tiene tres aspectos: significa que, 1) en el sentido positivo, Mashiaj guardó la ley, lo cual lo calificó como sacrificio aceptable, por ser perfecto; 2) en el sentido negativo Él satisfizo lo requerido por la ley al morir como nuestro sustituto en el madero, pagando la deuda que nos era contraria; y 3) Mashiaj complementa la vieja ley con Su nueva ley, que trae los principios interiores de la misma, lo cual El afirma repetidas veces con la expresión "Pero yo les digo..." (pasukim 22, 28, 32, 34, 39, 44).
Mashiaj cumplió la ley en tres maneras. Él mismo guardó la ley. Sin embargo, debido a que nosotros no la guardamos, El murió en el madero por nuestras transgresiones. Su muerte substitutiva introdujo la vida de resurrección, la cual ha sido impartida en nuestro ser. Por medio de Su vida de resurrección (que se manifiesta en nuestro ruaj renovado) podemos cumplir los requisitos de la nueva ley elevada. Eso lo hacemos EN EL RUAJ, NO EN LA CARNE. Esta es la diferencia. Ahora tenemos dos vidas, el viejo hombre y el nuevo hombre, una de las cuales consigue no sólo cumplir la ley, sino que, SI LA ALIMENTAMOS CONTINUAMENTE, PASA A FORMAR PARTE DE SU NATURALEZA Y RESPUESTA NATURAL. Por estos tres pasos Mashiaj ha hecho más que cumplir la vieja ley: El la guardó, murió por nosotros, y Su muerte nos trajo la vida de resurrección que nos fortalece para cumplir los requisitos de la nueva ley. Ahora no estamos tratando de guardar la ley en la carne; al contrario, estamos guardando la ley y además, incorporando el principio de la ley en nuestra naturaleza. Por medio de la vida más elevada, que está en nosotros, Ahora estamos empezando a ser capacitados para lo que vendrá en la siguiente etapa, la Era de Sukot: guardar la ley más elevada, alcanzar la expresión de la ley en el amor ágape.
Con respecto a la ley, hay dos aspectos: los mandamientos de la ley y el principio de la ley. Los mandamientos de la ley fueron cumplidos y complementados por la venida del Adón, mientras que el principio de la ley es reemplazado por el principio de la fe según la edificación de Elohim.
Antes de que Mashiaj viniera, se hallaban la ley y el fortalecimiento realizado por los profetas. Entonces, ¿por qué se necesitaba la ley del reino de los cielos? Porque el hombre no tenía la capacidad de cumplirla por sí mismo. La ley externa no formaba parte de la naturaleza humana, de manera que podía ser obedecida, pero no necesariamente "sentida". Un esclavo puede ser obediente pero no necesariamente estar de acuerdo con su amo. Los hombres trataban de guardar la ley, pero los principios de la ley no eran parte de ellos mismos. Era necesario UN CAMBIO DE NATURALEZA, y eso llegó en la Era de Shavuot, con el derramamiento del Ruaj haKodesh. Al recibir la semilla de Mashíaj en nuestro interior, recibimos la capacidad de interiorizar ley, de que el Padre pudiera escribirla en nuestros nuevos corazones.
Entonces, los creyentes pasaron a poder incorporar en su propia naturaleza EL PRINCIPIO DE LA LEY, no sólo a cumplirla. Los que dicen que los requisitos de la vieja ley no eran lo suficientemente elevados y no estaban completos, blasfeman, e ignoran a Shaúl, que asegura que:
De manera que la ley ciertamente es santa; y el mandamiento es santo, justo y bueno. Romaniyim 7:12
No es la ley la imperfecta, sino el hombre, incapaz de cumplirla. Pero cuando recibimos la garantía del Ruaj haKodesh, recibimos también la capacidad de comenzar a escribir esa ley en nuestros corazones, lo que traducido significa que esa ley se va convirtiendo en nuestra propia forma de ser. Comenzamos obedeciendo como hacíamos antes, a veces hasta a regañadientes, y a medida que avanzamos en nuestra nueva vida, se va haciendo parte de nosotros.
La ley de la Era de Pésaj exigía que no matásemos (Shemot 20:13), como ya hemos estudiado. Sin embargo, ese es el lado "negativo" del mitzvah, y no se contempla el lado positivo. Si colocamos todos los mandamientos humanos (los de relaciones humanas) de un lado de una moneda, cuando la giremos leeremos únicamente ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS. No matar ya es correcto, pero para pasar de no matar a alguien con el cual se está evidentemente muy irritado, al punto de querer quitarle la vida, a amarlo, es necesario llegar al fondo de la cuestión: PARA MATAR NECESITO ODIAR. Se trata de empujar el péndulo, esta vez sí por completo, de "odiar" a "amar", y eso no es algo simple, pero es lo que Mashíaj vino a exigirnos. Vino a pedirnos que nos zambulléramos en lo profundo de nuestro interior para arrancar la raíz de odio que estaba induciéndonos a matar. La ley de Mashíaj es ciertamente superior a la ley de la Era de Pésaj, PERO ES LA MISMA LEY LLEVADA AL FONDO PARA ELEVARNOS A LAS ALTURAS. Necesitamos sumergirnos en nuestras profundidades para poder salir del odio y elevarnos al amor.
Debido a que el nivel del Reino (Sukot) es más elevado que el nivel de la moralidad (Pésaj), debemos hacer más que simplemente estar conformes con guardar la ley en la carne. En Shavuot nosotros estamos en una etapa intermedia entre la ley externa y el Reino; es una etapa en la cual TENEMOS LAS DOS COSAS JUNTAS, el viejo y el nuevo hombre. Por eso "el Reino se ha acercado" y puede inclusive "estar entre nosotros", PERO NOSOTROS AÚN NO ESTAMOS EN EL Reino. No en plenitud, como estaremos al final del Milenio. Durante el Milenio experimentaremos el Reino en mayor abundancia, es cierto, pero aún será un reino "a medias", porque muchos estarán aún en la carne.
Según la norma de la moralidad de Pésaj, no debemos matar ni cometer adulterio. Si nos abstenemos de matar y de cometer adulterio, somos personas morales. Pero éste es un nivel que es muy inferior al del reino de los cielos. Según el nivel del reino de los cielos, no debemos enojarnos con nuestro hermano ni tampoco mirar a una mujer para codiciarla. Esta no es la norma de la tierra, sino la norma del cielo, la cual es mucho más elevada que la de la moralidad. La norma de la moralidad dice: "Ojo por ojo, diente por diente" (Shemot 21:24; Vayikra 24:20; Devarim 19:21). Pero la norma del reino ordena que amemos a nuestros enemigos, que oremos por los que nos persiguen, y que no resistamos al que es malo (MattiYah 5:44). Si alguien nos abofetea en la mejilla derecha, debemos volverle también la otra (pasuk 39). ¡Cuán elevado es este nivel! ¡Mucho más que el de la moralidad! ¿Realmente queremos volver atrás a guardar cáscaras de formalidad? Lamentablemente, esto es lo que hacen aquellos que no están dispuestos a cortar con su carne, y se conforman con rituales externos.
En la Era de Pésaj, la ley no decía nada, ni siquiera una palabra, acerca del enojo. Si una persona mataba a otra, era condenada por la ley de Moshe. Pero sin considerar cuán enojada estuviera con otro, mientras no cometiese el asesinato, no sería condenada por la ley. Pero la ley de Moshe fue dada para la carne. Sin embargo, el requisito de la ley del reino de los cielos es mucho más alto que el de la ley de Moshe, es una ley para el ruaj.
El Odio
En las Escrituras la palabra "odio" tiene varios significados. Puede significar hostilidad intensa, una mala predisposición arraigada, a la que suele acompañar el rencor. Semejante odio puede convertirse en un sentimiento corrosivo que intenta hacer daño al objeto de su antipatía.
"Odio" puede significar también fuerte aversión, pero sin ninguna intención de hacer daño al objeto del odio, sino sólo de procurar evitarlo debido a un sentimiento de repugnancia.
Las Escrituras también emplean la palabra "odio" para referirse a amar en un grado menor:
Y si un hombre tiene dos esposas, una amada y la otra aborrecida... Devarim 21:15
Yahshua ha Mashiaj dijo:
"Si alguien viene a mí y no odia a su padre y madre y esposa e hijos y hermanos y hermanas, sí, y hasta su propia alma, no puede ser mi discípulo". Luka 14:26
Obviamente Yahshua no quería decir que sus seguidores debían sentir hostilidad o tener repugnancia a sus familias y a ellos mismos, porque esto no estaría en armonía con el resto de las Escrituras.
La ley de Elohim a Yisrael decía: "No debes odiar a tu hermano en tu corazón" (Vayikra 19:17). Uno de los requisitos para que el homicida involuntario pudiera presentarse en una de las ciudades de refugio para conseguir asilo era no haber abrigado odio a la persona a la que había matado:
Ahora bien, este es el caso del homicida que puede huir allí y vivir: Uno que haya matado a otro sin intención, sin que hubiera sido su enemigo en el pasado. (...) Sin embargo, si una persona que sea enemiga de otra la acecha y se le echa encima y la golpea con un golpe fatal... no debes mostrarle piedad. Devarim 19:4,11,13
¿Hay que odiar a los enemigos? El consejo de Yahshua de amar a los enemigos está en completa armonía con el espíritu de las Escrituras Hebreas. (MattiYah 5:44). Iyov reconoció que cualquier sentimiento de alegría maliciosa por la calamidad de alguien que lo odiase intensamente hubiera sido incorrecto:
Nunca me he alegrado por el infortunio de mi enemigo, ni me regocijé cuando lo alcanzó el mal. Nunca he dejado pecar mi boca deseándole la muerte con maldición. Iyov 31:29-30
La ley mosaica impuso a los yisraelitas la responsabilidad de acudir en ayuda de otros yisraelitas a quienes pudieran considerar enemigos suyos.
Cuando encuentres el buey o el asno que se le había extraviado a tu enemigo, debes devolvérselo. Cuando veas el asno de tu enemigo caído bajo su carga y quisieras negarte a levantarlo, debes sin embargo ayudarle a levantarlo. Shemot 23:4-5
Más bien que regocijarse por la calamidad de un enemigo, a los siervos de Elohim se les manda:
Si tu enemigo cae, no te alegres; si tropieza, no se goce tu corazón, no vaya a ser que lo vea Yahweh y se desagrade, y aparte de él su ira. Mishlei 24:17-18
Si tu enemigo tiene hambre, dale pan para comer; si tiene sed, dale agua para beber. Harás que le arda la cara de vergüenza, y Yahweh te recompensará. Mishlei 25:21-22
Una de las ideas que los maestros judíos de la tradición habían añadido a la ley de Elohim era que se tenía que odiar a los enemigos. Como la Ley mandaba que los yisraelitas amasen a su prójimo (Vayikra 19:18), estos maestros enseñaban que eso implicaba odiar a sus enemigos. Se llegó a pensar que los términos "amigo" y "prójimo" aplicaban exclusivamente a los judíos, mientras que a todos los demás se les consideraba enemigos por naturaleza. A la luz de la acepción tradicional de "prójimo", que promovía la enemistad con los gentiles, se puede ver fácilmente por qué añadieron a esta declaración de la ley de Elohim las palabras no autorizadas: "y odiar a tu enemigo" (MattiYah 5:43).
Por el contrario, el creyente está obligado a amar a sus enemigos, es decir, aquellos que se hacen a sí mismos enemigos personales. Este amor ágape no es sentimentalismo, basado en un mero apego personal, como normalmente manifiestan superficialmente muchos, por ejemplo los Papas lavando simbólicos pies mientras llenan sus barrigas y duermen en camas de oro. El amor ágape trasciende los sentimientos personales de animadversión y nunca permite que hagan que una persona abandone los principios correctos y se desquite. El siervo de Elohim incluso ora por aquellos que debido a su ignorancia se oponen a su proceder creyente y lo persiguen, para que sus ojos puedan abrirse y ver la verdad concerniente a Elohim y sus propósitos.
Las Raíces Del Odio
El odio hizo su aparición en los albores de la humanidad, como indica el relato bíblico de Bereshit:
...pero a Qayin y su ofrenda no le prestó atención. Qayin estaba muy enojado y puso mala cara. (...) Qayin le dijo a su hermano: "Vayamos al campo"; y cuando estaban en el campo Qayin atacó a su hermano Hevel y lo mató. Bereshit 4:5,8
En efecto, Hevel fue víctima de una de las causas más comunes del odio: la envidia, los celos.
Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza. Mishlei 6:34
En la actualidad, las personas siguen atacándose por envidia de la condición social, la riqueza, las posesiones u otras ventajas.
Pero esta no es más que una de las múltiples raíces del odio. Otras son la ignorancia y el miedo. En la mayoría de los casos, los recelos suelen fundarse en la ignorancia. La gente con prejuicios tiende a abrigar opiniones infundadas, a tergiversar, distorsionar, malinterpretar o incluso pasar por alto todo lo que discrepe de sus ideas preconcebidas.
En América, por ejemplo, el sistema esclavista dejó un legado de tensiones —que sobreviven hasta nuestros días— entre muchos blancos y afroamericanos y mestizos. No es raro que los criterios del exclusivismo de raza se transmitan de padres a hijos, con o sin motivo. Estos conceptos influyen en la autoestima y en el perfil cultural, social y económico de todos los países de Latinoamérica.
Por otro lado, hay quienes creen que las personas diferentes no pueden ser buenas. Quizás tuvieron un incidente aislado con alguien de otra raza o cultura, y de ahí dieron un salto espectacular y concluyeron que todos los miembros de esa colectividad compartían el mismo defecto.
Aunque la intolerancia es espantosa a nivel individual, cuando infecta a todo un país puede resultar mortífera. La noción de que la nacionalidad, el color de la piel, la cultura o el idioma hacen a un ser humano superior a otros podría ser un caldo de cultivo del fanatismo y la xenofobia (hostilidad hacia toda persona o cosa extranjera). Durante el siglo XX, esa intransigencia se tradujo a menudo en actos violentos a los cuales hoy, gracias a los medios de comunicación, conseguimos estar en mayor contacto, con más detalle (sobre todo los morbosos), mayor cobertura, etc., logrando un impacto que antiguamente no era tan fuerte.
Cabe mencionar que el odio y la intolerancia no se centran únicamente en el color de la piel o la nacionalidad. El investigador Clark McCauley, de la Universidad de Pensilvania, señala que "la división arbitraria de la gente en dos grupos, aunque se realice lanzando una moneda al aire, basta para generar parcialidad hacia el grupo al que uno pertenezca". Una maestra demostró este hecho con un famoso experimento: al dividir a sus alumnos de tercer grado (de ocho años) en dos secciones según el color de los ojos, azules o castaños, enseguida surgieron las disputas. Hasta las asociaciones que se fundan en cuestiones tan triviales como la predilección por un determinado equipo deportivo pueden desencadenar choques violentos.
Formas De Envenenar Las Mentes
En primera línea figuran los líderes de grupos que incitan al odio, como los skinheads (cabezas rapadas) de orientación neonazi y el Ku Klux Klan, los clanes de drogas y guerrilla, las pandillas, etc. Su blanco suelen ser jóvenes influenciables de familias problemáticas, chicos con sentimientos de inseguridad e inferioridad que desean obtener un sentido de pertenencia.
Un medio muy poderoso para difundir el odio es Internet que alberga millares de sitios que incitan al odio. De acuerdo con la revista The Economist, el dueño de uno de ellos dijo: "Gracias a la Red, hacemos llegar nuestros puntos de vista a centenares de miles de personas". Ese mismo espacio incluye una "Sección infantil".
Cuando los adolescentes navegan por la Red en busca de música, pudieran encontrar enlaces con sitios que permiten bajar canciones cargadas de odio, por lo general ruidosas, violentas y con letras muy racistas, cuando no directamente satánicas. La oposición a todo lo que es Yahweh también es odio. Esas mismas páginas ofrecen conexiones con grupos de noticias, foros de charla y otros espacios que fomentan la hostilidad.
Algunos de ellos tienen secciones especiales con juegos y actividades para los jóvenes. Una página neonazi trata de justificar con las Escrituras el racismo y el antisemitismo. El grupo que la mantiene creó también un sitio con crucigramas que incorporan comentarios racistas. ¿Con qué finalidad? "Ayudar a los jóvenes blancos a que entiendan nuestra lucha".
La manera como a veces se enseña la historia a los jóvenes puede influir en el entero punto de vista de ellos respecto a ciertas naciones y pueblos. Hay que admitir que las influencias del hogar contribuyen a ello. Los niños difícilmente pueden pasar por alto las declaraciones despectivas referentes a otra raza u otro pueblo.
Los propagandistas tienen culpa también. Seamos jóvenes o ancianos, lo que usted oímos puede influir en nuestra manera de pensar. Por ejemplo, cuando alguien escucha cierta propaganda política, puede llegar a odiar a ciertas personas debido a que algún astuto manipulador de la mente las estereotipa incorrectamente. ¡Cuán a menudo sucede esto en tiempo de guerra!
Por lo visto, las raíces del odio son múltiples y complejas. Entonces, ¿no hay manera de conseguir que el hombre se salga del círculo vicioso del odio, esa locura que ha marcado su historia? ¿Pueden adoptarse medidas, tanto de carácter personal como internacional, para combatir la incomprensión, la ignorancia y el temor que engendran odio?
Odiados Por La Fe
Y todos los aborrecerán por causa de mi nombre... Mattiyah 10:22
Millones de personas en el mundo han sido perseguidas por su fe. Millares continúan siéndolo hoy. Alguna tal vez no de formas tan graves como con la muerte, pero sí lo suficiente para ser despedidas, expulsadas de escuelas e instituciones, marginadas simplemente por ser creyentes.
¿Cuál es su "crimen"? En esencia, practicar sus creencias.
Yahshua ha Mashiaj no dejó ninguna duda sobre lo que costaría ser su discípulo.
Acuérdense de la palabra que les dije: "El siervo no es mayor que su amo". Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán. Si han guardado mi palabra, también guardarán la de ustedes. Pero todo esto les harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió. Yahanan 15:20-21
A Yahshua lo odiaron "sin causa":
"Si el mundo los aborrece, sepan que a mí me aborreció antes que a ustedes. Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como suyos. Pero ya no son del mundo, sino que yo los escogí del mundo; por eso el mundo los aborrece. Yahanan 15:18-19
Pero esto sucedió para cumplir la palabra que está escrita en la Torah de ellos: "Sin motivo me aborrecieron". Yahanan 15:25
Él les dijo por tercera vez: "¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito de muerte he hallado en él. Así que lo castigaré, y lo soltaré". Luka 23:22
Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; los que quieren destruirme son fuertes, y son mis enemigos sin motivo; ¡ahora tengo que devolver lo que no robé! Mizmor 69:4
Sus discípulos podían esperar lo mismo: oposición sin motivo justificado. Más de una vez les advirtió:
"Entonces los entregarán a tribulación y los matarán, y todas las naciones los odiarán por causa de mi nombre". MattiYah 24:9
Por lo tanto, Yahshua exhortó a quienes querían seguirlo a que "calcularan el costo" de ser sus discípulos:
Porque ¿quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene con qué acabarla? No vaya a ser que después de haber echado los cimientos no pueda terminar, y todos los que la vean empiecen a burlarse de él, diciendo: "Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar". ¿O qué rey, para salir a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si puede salir con diez mil al encuentro del que viene con veinte mil? De otra manera, cuando el otro rey está todavía lejos, éste le envía una embajada y pide condiciones de paz. Así que, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. "La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se sazonará? No sirve ni para la tierra ni para estiércol; por eso la arrojan fuera. El que tenga oídos para oír, que oiga". Luka 14:28
¿Con qué fin calcular el costo? Para decidir si serán capaces de cumplir con todos los requisitos, no sólo aceptar la salvación inicial, sino para resolverse a cumplir con TODO lo que el camino de la santificación implica. Muchos creen que sólo unos pocos son llamados a ser discípulos (generalmente el vecino), PERO SER DISCÍPULOS ES SEGUIR EL CAMINO DE SANTIFICACIÓN, Y TODOS SOMOS LLAMADOS A CAMINARLO. De manera que si seguimos ocupándonos de nuestras cosas y le dedicamos a Él las migajas, no sólo no somos discípulos, sino que no nos estamos santificando. No reclamemos después si los cielos continúan de bronce.
Debemos hacer bien nuestras cuentas para disponer de todos nuestros "bienes" (nuestro tiempo, nuestra dedicación, nuestra prioridad de vida), y estar dispuestos a aguantar cualquier prueba o dificultad que ese privilegio implique:
Y el que no carga con su madero y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Luka 14:27
Sabemos de antemano que, junto a las bendiciones de que disfrutaremos por entrar en relación con Elohim como personas dedicadas a Él, seremos "objeto de odio". Entonces no nos desconcertamos ante la oposición que encontramos. Hemos "calculado el costo" y estamos plenamente dispuestos a pagarlo:
Amados, no se sorprendan por el fuego que arde entre ustedes para ponerlos a prueba, como si les sucediera cosa extraña. Antes bien, gócense a medida que participan de las aflicciones del Mashíaj, para que también cuando se revele su gloria se gocen grandemente. Cuando los insultan por el nombre del Mashíaj, son felices; porque el glorioso espíritu de Elohim reposa sobre ustedes. Kefá Alef 4:12-14
¿Perseguidos Por Qué?
¿Por qué habrían de desear algunas personas, entre ellas ciertas autoridades gubernativas, oponerse a los creyentes verdaderos? Para hallar la respuesta, conviene que examinemos dos grupos religiosos del siglo primero de nuestra era. A ambos se les odió, pero por muy distintas razones.
Para el siglo primero de nuestra era, Yisrael estaba bajo el yugo romano, y el judaísmo farisaico edomita, el sistema religioso judío, se hallaba por lo general oprimido por guías religiosos despóticos como los escribas y los fariseos. Aquellos líderes fanáticos tomaron los preceptos de la Ley mosaica concernientes a separarse de las naciones y los torcieron para que se despreciara a los no judíos. Con ello crearon una religión que engendraba odio hacia los gentiles y que, a cambio, se atraía el odio de estos.
Ya que para los judíos de aquella época los gentiles eran gente despreciable (y aún hoy lo son, basta leer su Talmud, QUE ES POSTERIOR A LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO), a los guías religiosos judíos no les fue difícil predicar que había que despreciarlos. Enseñaron que una mujer judía nunca debía estar sola con gentiles, porque estos eran "sospechosos de incontinencia (sexual)". A un judío no se le debía "dejar sólo (...) con ellos, porque (eran) sospechosos de intenciones homicidas". La leche que un gentil ordeñara no podía consumirse, a menos que un judío hubiera estado presente inspeccionando el proceso. La influencia de sus líderes llevó a los judíos a adoptar una actitud de distanciamiento y estricta exclusividad (compárese con Yahanan 4:9).
Estas enseñanzas sobre los no judíos no contribuyeron en absoluto a las buenas relaciones entre judíos y gentiles. Estos últimos llegaron a considerar que los judíos odiaban a toda la humanidad. El historiador romano Tácito (nacido hacia el 56 EC) dijo de los judíos: "Para todos los demás (hombres) tienen un odio mortal". Afirmó asimismo que a los gentiles que se convertían en prosélitos judíos se les enseñaba a renegar de su patria y a repudiar a sus familias y amigos.
¿Armonizaba ese modo de ver a los forasteros con la forma de adoración delineada en la Ley mosaica? La Ley alentaba la separación respecto a las naciones, pero con el motivo de proteger a los yisraelitas y, en particular, su adoración pura (Yahoshúa 23:6-8). Aun así, la Ley exigía que se dispensara un trato justo e imparcial a los forasteros y que se les recibiera con hospitalidad, a menos que violaran de manera flagrante las leyes de Yisrael:
Tendrás una norma para el extranjero y el ciudadano por igual: porque yo Yahweh soy tu Elohim". Vayikra 24:22
Más que eso, debían amarlos:
El extranjero que reside con ustedes será para ustedes como uno de sus ciudadanos; lo amarán como a ustedes mismos, porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Mitsráyim: Yo Yahweh soy su Elohim. Vayikra 19:34
Al abandonar el espíritu razonable de la Ley manifestado en los mandatos relativos a los forasteros, los guías religiosos judíos de los días de Yahshua instauraron una forma de adoración que engendraba odio y era odiada, porque estaban mezclados con los edomitas y se contaminaron de su odio, cada vez más. Al final, la nación judía del siglo primero perdió el favor de Yahweh cuando el labrador de la viña (Mashíaj) vino a buscar fruto y no lo halló:
“Yahrushalayim, Yahrushalayim, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían, ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! Miren, su casa se les queda desierta. MattiYah 23:38
¿Esto que tiene que ver con nuestro tema? La lección es que el odio engendra odio, jamás amor, y que el mandato no es simplemente no asesinar, sino también no odiar. Por eso todos los últimos mandamientos se resumen en el positivo "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Una actitud de superioridad moral que desprecie a quienes no comparten nuestras creencias religiosas no complace a Yahweh ni refleja adecuadamente Su amor.
Mashíaj no adoptó esa actitud con la samaritana del pozo, al contrario, le dirigió la palabra y terminó ganándose muchos seguidores en la ciudad.
No lo estamos representando correctamente si establecemos diferencias entre un supuesto "pueblo elegido" (que lo fue para traer al Salvador y para ser "sembrados" en el mundo, cosa que no han comprendido) que debe permanecer "superior" al resto del mundo. Al contrario:
Pero entre ustedes no será así. Por el contrario, el que quiera ser grande entre ustedes debe hacerse servidor de los demás; y el que anhele ser el primero entre ustedes, debe hacerse servidor de ustedes... MattiYah 20:26-27
Pensemos en los creyentes fieles del siglo primero. Ni odiaron a los que no eran creyentes ni se rebelaron contra Roma. No obstante, fueron "objeto de odio". ¿El odio de quiénes? Y ¿por qué? ¿Quiénes odiaron a los primeros creyentes?
Las enseñanzas de Yahshua pusieron en claro que él quería que sus discípulos tuvieran un punto de vista equilibrado en cuanto a los que no eran creyentes. Por un lado, dijo que sus seguidores estarían separados del mundo, es decir, evitarían las actitudes y la conducta que estuvieran en conflicto con los justos caminos de Yahweh. Por otro lado, lejos de predicar el desprecio hacia quienes no fueran creyentes, Yahshua les enseñó a "amar a sus enemigos" (MattiYah 5:44). El apóstol Shaúl exhortó a los creyentes:
"Si tu enemigo tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber" (Romaniyim 12:20).
A pesar de todo, los discípulos de Mashiaj no tardaron en ser "objeto de odio" desde tres ángulos distintos. El primero lo constituyeron los guías religiosos judíos. No es de extrañar que los creyentes atrajeran rápidamente su atención, porque se regían por elevados principios de moralidad e integridad, y proclamaban con ardor un mensaje de esperanza que para los oprimidos y simples del pueblo era un bálsamo y una dulce promesa, en contraposición con la dura actitud farisaica de regla sobre regla (humana, además). Miles de individuos abandonaron el judaísmo y se hicieron creyentes (MaAseh 2:41; 4:4; 6:7). Para aquellos líderes religiosos, los discípulos judíos de Yahshua no eran más que unos apóstatas (compárese con MaAseh 13:45). Enfurecidos, pensaron que la nueva creencia invalidaba sus tradiciones. Más aún: negaba su punto de vista en cuanto a los gentiles, quienes pudieron hacerse creyentes después de la muerte de Mashíaj, en virtud del hecho de que Él "atrajo a todos a sí mismo":
Pero ahora en el Mashíaj Yahshúa, ustedes que en otro tiempo estaban lejos se han acercado por la sangre del Mashíaj. Porque él es nuestra paz, que de ambos nos hizo uno. Él derribó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad; y abolió la ley de los preceptos en forma de ritos, para crear en sí mismo de los dos hombres un solo hombre nuevo, haciendo así la paz. También reconcilió con Elohim a ambos en un solo cuerpo, por medio del madero, dando muerte en éste a la enemistad. Y vino y anunció la Buena Noticia: paz para ustedes que estaban lejos y paz para los que estaban cerca, ya que por medio de él, ambos tenemos acceso al Padre en un solo espíritu. Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los consagrados y miembros de la familia de Yahweh. Han sido edificados sobre el fundamento de los Enviados y de los profetas, siendo Yahshúa el Mashíaj mismo la piedra angular. En él todo el edificio, bien ensamblado, va creciendo hasta ser un templo santo en unión al Maestro. En él también a ustedes se los edifica juntamente para morada de Yahweh en el espíritu. Efesiyim 2:13-22
En segundo lugar, los creyentes fueron blanco del odio de adoradores paganos. En la antigua Éfeso, por ejemplo, la manufactura de estatuitas de plata de la diosa Diana constituía un negocio próspero. Sin embargo, cuando Shaúl predicó allí, una cantidad considerable de ciudadanos reaccionaron favorablemente y abandonaron la adoración de aquella deidad. Al ver amenazado su negocio, los plateros se alborotaron (MaAseh 19:24-41). Notemos bien que el interés estaba en su negocio monetario, y secundariamente en su diosa. Ellos la defendían porque les traía beneficios. El mundo hoy hace exactamente lo mismo, aunque sus dioses hoy se disfracen de ciencia, tecnología, supuestos conocimientos, etc.
Algo parecido sucedió cuando la Besorah llegó a Bitinia, (lo que ahora es el noroeste de Turquía). No mucho después de completarse las Escrituras, el gobernador de Bitinia, Plinio el Joven, escribió que los templos paganos estaban vacíos y que las ventas de forraje para los animales que se iban a sacrificar habían descendido enormemente. Se culpó a los creyentes y se los persiguió, ya que los sacrificios animales y los ídolos no tenían cabida en su adoración (Ivrim 10:1-9; Yahanan Alef 5:21). Está claro que la difusión de la nueva creencia perjudicaba a ciertos intereses creados en torno al paganismo, lo que molestaba a los que perdían su negocio y su dinero.
En tercer lugar, los creyentes se convirtieron en "objeto de odio" para los romanos nacionalistas. Al principio, los romanos los consideraban un grupo religioso pequeño y probablemente fanático. Pero con el tiempo la sola mención de ser creyente se convirtió en un delito sancionable con la pena capital. ¿Por qué se vio como víctimas propicias de persecución y muerte a ciudadanos honrados que llevaban una vida creyente?
El mundo romano odió a los creyentes principalmente por practicar sus creencias religiosas. Por ejemplo, se mantenían separados del mundo (Yahanan 15:19). De ahí que no ocuparan cargos políticos y se negaran a servir en el ejército. En consecuencia, "se les representaba como hombres que habían muerto para el mundo y no servían para ningún asunto de la vida", dice el historiador Augustus Neander. No ser parte del mundo también significaba evitar los caminos malvados del corrupto mundo romano. Podría ser que los romanos persiguieran y ejecutaran a los creyentes para acallar la molesta voz de la conciencia, algo que parece repetirse en el mundo de hoy. Para poder practicar impune y alegremente su vida corrupta y pecaminosa, es necesario eliminar primero a aquellos que levantan su voz para acusarlos.
Los creyentes del siglo primero predicaban las buenas nuevas del Reino de Elohim con un celo incansable (MattiYah 24:14). Hacia el año 60 EC., Shaúl pudo decir que las buenas nuevas se habían "predicado en toda la creación que está bajo el cielo" (Qolasiyim 1:23) figuradamente hablando, claro. Para finales del siglo primero los seguidores de Yahshua habían hecho discípulos por todo el Imperio romano: en Asia, Europa e incluso África. Hasta algunos miembros de "la casa de César" se hicieron creyentes (personas que pertenecían a la casa como trabajadores y servidores, mucho más probablemente que miembros de sangre de la familia de Cesar mismo) (Filipiyim 4:22). Aquella predicación celosa provocó resentimiento. La Besorah no cesaba de expandirse entre personas de todo nivel y amenazaba con derribar la religión del Estado.
Los seguidores de Yahshua rendían devoción exclusiva a Yahweh (MattiYah 4:8-10). Puede que este aspecto de su adoración los enfrentara con Roma más que ningún otro. Los romanos eran tolerantes con las demás religiones, con tal de que sus adeptos también rindieran culto al emperador. Los primeros creyentes sencillamente no podían tomar parte en esa adoración, porque se consideraban responsables ante una autoridad más encumbrada que la del Estado romano: Yahweh Elohim (MaAseh 5:29). En consecuencia, al creyente se le tachaba de enemigo del Estado prescindiendo de lo buen ciudadano que fuera en todos los demás aspectos. ¿No sucede acaso lo mismo hoy en este "mundo civilizado" que juega a tener apariencia de democracia e imparcialidad y que dice condenar toda discriminación, exceptuando a los creyentes de Yahweh?
Pero aún hubo otra razón por la que el mundo romano hizo de los creyentes "objeto de odio", y fue justamente una mezcla de estos dos grupos de odio: judíos y paganos romanos. Los romanos prestaron oído fácil a calumnias maliciosas, a acusaciones de las que los líderes religiosos judíos fueron principalmente responsables:
Entonces los yahuditas se pusieron celosos y tomaron de la calle a algunos hombres perversos, y formando una turba alborotaron la ciudad. Asaltando la casa de Iasón, procuraban sacarlos al pueblo. Como no los encontraron, arrastraron a Iasón y a algunos hermanos ante los gobernadores de la ciudad, gritando: “¡Estos que trastornan al mundo entero también han venido acá y Iasón los ha recibido! Todos éstos actúan en contra de los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Yahshúa”. El pueblo y los gobernadores se preocuparon al oír estas cosas. MaAseh 17:5-8
Alrededor de los años 60 EC., mientras Shaúl esperaba en Roma ser juzgado por el emperador Nerón, algunos judíos prominentes dijeron de los creyentes:
"Verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella" MaAseh 28:22
Sería difícil que aquellas difamaciones no hubieran llegado a oídos de Nerón. Cuando en 64 EC. provocó el incendio que asoló Roma, se dice que escogió como chivos expiatorios a los ya calumniados creyentes. Al parecer este incidente desató una campaña de violenta persecución cuyo objetivo era el exterminio de aquellos.
Por lo tanto, los creyentes fieles fueron "objeto de odio" para los romanos por dos razones fundamentales: 1) sus creencias y prácticas fundadas en las Escrituras y 2) las falsas acusaciones en su contra. Prescindiendo de sus motivos, los opositores tenían un sólo objetivo: suprimir el nuevo movimiento de creyentes en Yahshua. Por supuesto, quienes realmente instigaron la persecución de los creyentes fueron opositores sobrehumanos, perversas fuerzas espirituales invisibles (Efesiyim 6:12).
Los creyentes de tiempos modernos han sido, al igual que los primeros creyentes, "objeto de odio" en diferentes países. Sin embargo, la situación ha ido empeorando a ojos vista, de forma flagrante y ya nada sutil. Medio siglo atrás era impensable hablar mal de "Dios" en público, hoy cualquiera puede blasfemar de Él y eso no debe ofender a sus seguidores, porque es "libre expresión". También debemos aceptar las cada vez peores condiciones de comportamiento social mientras se nos tapa la boca para no decir la verdad y exponer su corrupción. La censura es flagrante, y la persecución en los medios considerados tradicionalmente como "tolerantes" ya está comenzando. Es hora de fortalecer nuestra fe y nuestra postura, porque puede que en breve sea puesta a prueba.