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CUY 07 - El Desbordamiento De La Vida de

CUY 07

El Desbordamiento De La Vida del Ruaj

Muchos hijos de Elohim piensan que trabajar para Yahweh equivale a ser usados por Él. Es cierto que Yahweh nos usa cuando trabajamos para Él, pero ¿qué significa trabajar para Él? Hemos visto claramente que trabajar para Yahweh no tiene que ver con cuantas cosas hagamos para Él, sino con la medida en que la vida del Ruaj rebose de nosotros y se infunda en los demás. Indudablemente, parte de nuestro trabajo consiste en llevar a cabo ciertas tareas; no obstante, nuestra labor no tiene como meta realizar estas tareas. Más bien, nuestra labor consiste en que rebose de nosotros la vida de Yahweh a fin de que infundamos y ministremos esta vida a otros, es decir, que impartamos al Adón en otros.

 

Tomemos como ejemplo la predicación de la Besorah. Cuando trabajamos para Yahweh predicando la Besorah, por una parte conducimos a las personas a la salvación y, por otra, impartimos a los pecadores la vida de Yahweh. En cuanto a la edificación de los creyentes, por una parte debemos alimentarlos y, por otra, nuestro verdadero propósito es impartirles la vida de Yahweh cada vez más y más. Al tener comunión con los hermanos y hermanas o al visitar a los santos, aparentemente les estamos ayudando y los estamos cimentando en Yahweh; pero en realidad, si nuestras visitas y comunión se conforman a la norma, la vida de Yahweh rebosará de nosotros, y Su vida será impartida a los hermanos y hermanas. Aun si sólo proferimos unas breves palabras de consolación y ánimo, debe rebosar de nosotros la vida de Yahweh, de modo que esta vida sea infundida en los hermanos y hermanas. Yahanan 7:38 indica que el propósito de Elohim consiste en que del interior de todo aquel que tiene la vida de Yahweh fluyan ríos de agua viva, el agua de vida, para que ésta sea impartida en otros y ministre a sus necesidades.

 

El que crea en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su interior. Yahanan 7:38

 

La razón por la que las iglesias cristianas se han convertido en instituciones muertas se debe a que emprenden y llevan a cabo muchas tareas y actividades, pero carecen interiormente de la vida del Ruaj. Las iglesias emprenden muchas obras y actividades, pero difícilmente se encuentra en ellas el elemento de la vida del Ruaj. Tienen empresas tales como misiones evangélicas, escuelas y hospitales; sin embargo, en tales obras de gran escala, la gente difícilmente recibe el elemento de la vida del Ruaj. Muchas veces ocurre lo mismo aun entre nosotros. A menudo nuestras actividades, servicios y obras contienen poco elemento de vida.

 

 

 

El Desbordamiento De La Vida del Ruaj No Depende De La Elocuencia Ni De Los Dones

 

Podemos dar un mensaje que sea persuasivo e inspirador, pero aun así quizás no impartamos la vida de Mashiaj a los oyentes. Es posible que una exposición de las Escrituras sea interesante y agradable al oyente, pero no por eso le impartirá necesariamente la vida de Mashiaj. En cambio, es posible que cierto hermano se ponga de pie en la reunión y dé un pequeño testimonio; y aunque no sea elocuente ni hable con facilidad ni sea capaz de tocar los sentimientos de las personas, aun así, después de que este hermano habla, los oyentes perciben que algo inexplicable, algo espiritual, ha sido depositado en ellos. Es como si Yahweh hubiera venido a tocar las partes más profundas de estas personas, y ellas no hubieran estado conscientes de ello. Este es el derramamiento de la vida del Ruaj que se imparte en otros.

 

Algunas veces, cuando cierto hermano se pone de pie en las reuniones para hablar, su voz es fuerte y clara y sus palabras fluyen fácilmente. Él mantiene la atención de la audiencia y logra que ellos meneen sus cabezas en señal de apreciación. Con todo, después de que él termina su discurso, no queda nada. Esta clase de mensaje es similar a la música que no nos inspira en absoluto. Simplemente es como bronce que resuena o címbalo que retiñe (Qorintiyim Alef/1 Corintios 13:1). Después que la resonancia y el reteñir se desvanecen, no queda nada, y los que oyeron no recibieron la vida del Ruaj. A veces nos encontramos con una persona que habla mucho y, sin embargo, sus palabras no penetran en nosotros ni nos tocan en el ruaj. Pareciera como si todo lo que esa persona dijera es vano y sin sentido. Otros en cambio nos exhortan sin mucha palabrería y, sin embargo, en ese pequeño contacto, tocan el problema que tenemos, tocan nuestro ruaj y nos ministran vida.

 

A veces también sucede que nos agrada más lo que puede llegar a decir la primera persona en lugar de las pocas cosas que nos exhorta la segunda. La primera persona puede consolarnos de nuestros problemas, pero eso equivale a resistirnos a la disciplina, como cuando Kefá habló con Mashíaj:

 

Kefá lo tomó aparte y comenzó a reprenderlo diciendo: "Maestro, ten compasión de ti mismo. ¡Jamás te suceda eso!" Entonces él se volvió y le dijo a Kefá: "Quítate de delante de mí, satán adversario. Me eres tropiezo, porque no piensas en las cosas de Elohim, sino en las de los hombres". MattiYah 16:22-23

 

Muchas personas tratan de consolarnos aún con buenas intenciones, mientras que la segunda persona nos conduce a enfrentarnos con nuestras propias negaciones. Los primeros ministran consuelo de hombres, el segundo ministra v. y nos ayuda a avanzar a pesar de las pruebas.

 

La diferencia entre los dos radica en el hecho de que uno imparte vida a los demás, aunque no hable con soltura y aunque no diga las cosas que nuestra alma desea escuchar, mientras que del otro no rebosa la vida del Ruaj, a pesar de que habla mucho. Por consiguiente, es menester ver que la verdadera obra consiste en el derramamiento de la vida del Ruaj y su impartición en los demás.

 

Usualmente somos más miserables si estamos hambrientos en el ruaj que si estamos hambrientos en la carne. En algunas congregaciones de kadoshim locales, las personas perciben la presencia del Ruaj cuando asisten a las reuniones, mientras que en otras no sucede lo mismo. La diferencia radica en si está presente o no el derramamiento de la vida del Ruaj. Es inútil tratar de convencer a las personas simplemente con doctrinas. La gente sólo puede comprender las cosas espirituales cuando toca la vida del Ruaj. Por tanto, al tratar asuntos espirituales, la pregunta que debemos hacernos es: "¿Estamos tocando la doctrina o la vida del Ruaj?".

 

Alguien podría preguntar: "¿Es posible que una persona salva esté en tinieblas?". Y yo respondo: "¿Estás en la luz hoy?".

 

Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Yahshúa nos limpia de todo pecado. Yahanan Alef 1:7

 

 

 

Pagar El Precio Que Le Permita A Yahweh Forjarse En Nosotros

 

Es vano debatir constantemente sobre doctrinas. La única manera de resolver los problemas de las personas es tocar su ser mediante la vida del Ruaj. Solamente mediante el derramamiento de la vida del Ruaj podemos tocar el ser interior de las personas, y una vez las tocamos de esta manera, impartimos en ellas algo espiritual. Por consiguiente, ser usados por Elohim equivale a trabajar para Él, y trabajar para Él consiste en que la vida del Ruaj rebose de nuestro interior, de modo que impartamos esta vida —Elohim mismo— en los demás. Con todo, antes de que podamos impartir a Elohim en otros, nosotros mismos primero debemos tener contacto con Elohim y tener vida abundantemente.

 

No es posible que rebose de nosotros lo que no tenemos, lo que no hemos experimentado o lo que no hemos recibido. Únicamente podrá rebosar de nosotros lo que primero hemos recibido en nuestro interior. Por consiguiente, una persona que tiene la intención de trabajar para Elohim, debe permitir primero que Elohim se forje en ella. Sólo aquel que permite que Elohim opere en él, será capaz de trabajar para Elohim. Esto se debe a que una persona podrá experimentar a Elohim solamente cuando permita que Él opere en ella. Cuando esto suceda, la vida de Elohim entrará en ella mediante varias experiencias, de modo que después, esta vida podrá fluir y ser impartida en otros. Por esta razón, debemos pagar el precio necesario. Permitir que Elohim se forje en nosotros equivale a pagar un precio. El que no esté dispuesto a pagar el precio solamente podrá predicar doctrinas, pero no podrá impartir la vida del Ruaj en los demás.

 

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