PIEDRAS VIVAS
CUY 13
¿Por qué razón la función de muchos creyentes no se manifiesta?
Es posible que seamos muy fervientes, que estemos dispuestos a ir en pos de Yahweh y que asistamos regularmente a las reuniones, pero ¿cuál es nuestra utilidad en las manos de Yahweh? La mayoría responderá que no sabe. En todas las congregaciones de kadoshim locales vemos muchos hermanos y hermanas que son muy fervientes en Yahweh, que aman al Adón, que lo buscan de corazón y que asisten a todas las reuniones; sin embargo, no saben cuál es su utilidad en las manos de Yahweh. No sólo no saben cuál es esta utilidad, sino que, de hecho, la utilidad de ellos no ha sido manifestada. ¿A qué se debe esto?
El problema radica en que no han pagado aún el precio. Simplemente han tomado a Mashíaj pero lo han dejado relegado a una parte de sus vidas. Él no está ocupando todo el espacio en su interior, por eso no puede manifestarse ni mostrar los dones. Si un hermano o hermana llega a un momento en que esta situación lo incomoda mucho, es porque el Ruaj está indicándole que es la hora de dar el siguiente paso, de pagar el precio, subir al monte y recibir los dones para comenzar a ser utilizados de forma concreta en la obra de Yahweh. Si alguien verdaderamente ama al Adón, se consagra completamente a Él, renuncia a su futuro mundano y experimenta el quebrantamiento y el aniquilamiento, entonces Mashiaj tendrá cabida en él y logrará obtener la apertura para ser expresado. Entonces, ya sea que la persona se percate de esto o no, será manifestada la función que deberá ejercer.
Discúlpenme por decir que en la congregación de kadoshim hoy muchos han sido llamados, pero muy pocos han respondido, muy pocos son los que hacen una diferencia, muy pocos pueden servir y muy pocos son útiles para Yahweh. La razón principal, la única razón, se debe a que no estamos obedeciendo el primer mandamiento:
Amarás a Yahweh tu Elohim con todo tu corazón y con todo tu ser y con todas tus fuerzas. Devarim/Deuteronomio 6:5
Para amar incondicionalmente a Yahweh debemos entregarnos completamente en Sus manos, consagrarnos a Él, y renunciar a nuestro futuro del mundo, a fin de experimentar el verdadero quebrantamiento y aniquilamiento de nuestro yo para crecimiento del ruaj.
Si todos nos ejercitáramos diligentemente en estos cinco asuntos —amar al Adón incondicionalmente, consagrarnos completamente a Él, renunciar a nuestro futuro, permitir que nuestro hombre natural sea quebrantado y dejar que nuestra carne sea aniquilada— poco a poco Mashiaj tendrá la posibilidad de expresar Su vida por medio de nosotros. De esta manera, tendremos la certeza de que un día seremos útiles en las manos de Yahweh. Actualmente, la razón por la que no sabemos si somos útiles o no en las manos de Yahweh, se debe a que no ponemos en práctica estos cinco asuntos. Nuestro yo todavía permanece y ha sido preservado, de hecho, en muchos aspectos lo mimamos con excesivo cariño. Así que, podemos ser fervientes y podemos sentir realmente el deseo, pero no servimos; asistimos a las reuniones, pero no somos útiles; y nos congregamos a menudo, pero nuestra función no ha sido claramente manifestada.
Debemos entender que toda persona salva es alguien útil para Yahweh. La vida de Yahweh es una vida de servicio, y esta vida entra en nosotros para que podamos servir. Para esto debemos disponernos para que la vida de servicio sea desarrollada en nuestro interior, porque no se trata de hacer cosas en la carne, sino ministrar la vida de Ruaj.
Cuando se presentaba un sacrificio a Elohim, primero debía ser llevado al altar, luego lo mataban, era preparado de varias maneras y, finalmente, era quemado en el fuego y ofrecido a Yahweh. Así que, todo el proceso por el que pasaba el sacrificio ocurría DESPUÉS DE QUE ÉSTE ERA PRESENTADO Y CONSAGRADO. En otras palabras, podemos considerar que nuestra consagración es la base sobre la cual Yahweh nos quebranta. ¿A qué se debe esto? Si vemos esto con simple lógica, Yahweh pudo haber empezado a quebrantarnos tan pronto como fuimos salvos, a fin de que Él pudiera expresarse más y más en nosotros; pero muchos de nosotros no consentimos ni estuvimos de acuerdo con esto. Puesto que Yahweh nunca nos obliga a hacer algo que no queremos, Él nos atrae y nos motiva a que nos consagremos y digamos: "Abba, acepto la disciplina y el quebrantamiento". Responder de esta manera equivale a consagrarnos; nuestra consagración es nuestra respuesta afirmativa. Este es nuestro culto racional y la consagración de nuestros cuerpos como sacrificio vivo: aceptar voluntariamente, con cabalidad de comprensión, toda disciplina que provenga de Su mano, sabiendo que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Yahweh, de los llamados conforme a su propósito (Romaniyim 8:28).
La verdadera consagración equivale a permitir que Elohim opere en nosotros. No se trata de que nosotros trabajemos para Elohim, como muchas personas piensan. LA CONSAGRACIÓN GENUINA CONSISTE EN PERMITIR QUE ELOHIM TRABAJE EN NOSOTROS, Y NO EN QUE NOSOTROS TRABAJEMOS PARA ÉL. Muchas personas piensan que después de que se han consagrado, tienen que trabajar para Yahweh. No saben que la consagración equivale a permitir que Elohim opere en ellos, es decir, dar el consentimiento de que Yahweh lleve a cabo la labor de quebrantarlos. Mediante nuestra consagración, Yahweh obtiene el derecho y recibe la respuesta que le permiten empezar a operar en nosotros. Por tanto, primero nos consagramos, y luego, somos disciplinados por Yahweh. Indudablemente, hay excepciones. Algunas veces Yahweh desea ganar a alguien para Sí mismo, pero éste no quiere consagrarse. Yahweh desea ganarlo para Sí, pero la persona se niega a dar su consentimiento. Yahweh desea operar en ella, pero ella no accede ni le da permiso. Entonces, ¿qué debe hacer Yahweh? Yahweh se ve forzado a propiciar un entorno que le aseste un golpe a tal persona, a su negocio o a su salud. Esto aún no es el quebrantamiento, sino sólo un golpe que obliga a esa persona a no tener más alternativa que consagrarse, a estar de acuerdo con Yahweh y a darle su consentimiento. La disciplina y el quebrantamiento genuinos provenientes de Yahweh ocurren después de nuestra consagración. Sólo hasta después que nos consagremos podremos ser quebrantados por Yahweh.
Los golpes que mencioné anteriormente son externos. Aun la enfermedad ocurre en la esfera física. Estos son los golpes que recibimos mediante el entorno, y no el quebrantamiento de nuestro yo interiormente. Desde el momento en que nos consagramos, Yahweh empieza a lidiar severamente con nuestro yo para quebrantarlo. Todos sabemos que Shaúl no fue quebrantado una única vez, sino que estuvo bajo disciplina durante mucho tiempo. Shaúl dijo que le fue dado un aguijón en su carne, por lo cual tres veces había rogado al Adón que se lo quitara (Qorintiyim Bet/2 Corintios 12:7-9). Yahweh permitió que el aguijón permaneciera, así que ese sufrimiento nunca se apartó de él. ¿Cuál es la razón de ello? LA RAZÓN ES QUE SHAÚL TODAVÍA ESTABA EN LA CARNE EN UN DETERMINADO ASUNTO, acerca del cual no había sido completamente disciplinado. Siempre debemos recordar que antes de que seamos transfigurados y arrebatados, sin importar cuánto hayamos sido quebrantados por Yahweh, nuestra carne jamás cambiará. Así que, necesitamos vivir bajo la disciplina de Yahweh diariamente, pero eso no quiere decir que debamos conformarnos con esa situación, sino que debemos permitir el quebrantamiento a fin de que el aguijón sea retirado porque ya no es más necesario. Nuestros aguijones perdurarán en la medida en que nosotros nos resistamos a ser quebrantados y demolidos.
Es paradójico, pero una persona que no ha sido quebrantada no se percata de que es carnal. Todos los días, la carne de tal persona está muy activa y, sin embargo, ella no lo percibe. Por el contrario, una persona que está siendo quebrantada diariamente se percata con claridad de que es carnal y que su carne está presente. De hecho, percibirla puede llegar a constituir un gran desespero para esa persona. Tal parece que si habla, es carnal, y si no habla, también es carnal. No importa lo que haga, se percata de que es carnal. Esta experiencia es normal. Cuanto más somos quebrantados, más nos percatamos de nuestra carne. Cuando estábamos enteros, éramos ciegos, cuando somos quebrantados, nuestros ojos son abiertos y nos vemos a nosotros mismos. Esta es una buena situación, aunque sea una situación agridulce. Pero por otra parte, si pensamos que después de que hayamos sido quebrantados una vez, ya todo fue un éxito —que la carne fue quebrantada completamente y que ya no somos una persona natural—, nos engañamos a nosotros mismos. Pasaremos por este proceso numerosas veces, ya que debemos ser quebrantados en tantos aspectos, y la demora dependerá de nuestra propia resistencia.