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SEN 21 - El Servicio De Los Vencedores.j

SEN 21

El Servicio De Los Vencedores

Ser un vencedor no es lo mismo que ser un simple creyente en Yahshua ha Mashiaj. Un vencedor tiene todas esas características que muchos desean pero que pocos se esfuerzan por obtener. Un vencedor es como los primeros creyentes, como esos mártires tan admirados y tan poco imitados. A la gente le gusta mucho leer sus historias o ver películas acerca de sus vidas y emocionarse, y sentirse bien porque son representantes de nuestra fe, son como parientes casi, pero difícilmente acepten que si se les parecen tan poco debería darles vergüenza, no autocomplacencia. Esas personas no fueron más dotadas que otras, aunque algunos los han transformado en una especie de superhéroes, con poderes especiales y todo. Pero no fueron sus dones milagrosos lo que los hicieron diferentes. FUERON SUS CORAZONES QUEBRANTADOS Y SU DISPOSICIÓN DE SERVICIO LO QUE LOS CONVIRTIÓ EN VENCEDORES.

 

En el mensaje de Yahanan a las Siete Congregaciones, la palabra fue dada a toda la Congregación, como un todo, tipológicamente, pero en todos y cada uno de los mensajes, se reservó un premio especial para los que vencieran. La clara implicación es que no todos los creyentes realmente vencerían. No se comprende por qué motivo hoy la gente cree que las cosas han cambiado, y que no importa lo poco o nada que la mayoría haga, "ya son reyes y vencedores". Lo de "sacerdotes" medio que lo dejan de lado porque suena aburrido y con mucho compromiso. Pero las coronitas brillan en su imaginación.

 

La dificultad que la gente ha tenido para distinguir a los creyentes de los vencedores es su visión simplista de la recompensa y el castigo divinos. En general, se cree que todos los incrédulos son castigados en el "infierno", mientras que todos los creyentes reciben la "vida eterna". Parece que hay una especie de socialismo divino en este asunto, donde todos los hombres reciben el mismo trato, dependiendo sólo de si creen o no en Yahshua ha Mashiaj, pero eso sólo aplica a la salvación.

 

A pesar de en el momento en que alguien cree en Mashíaj recibe el mismo paquete de regalo COMPLETO que todos los demás que también han creído, sólo unos pocos usan los regalos que se les dieron. Sí, se los llama dones, pero la mayoría no los usa. De hecho, la mayoría ni siquiera abre el regalo, lo dejan envuelto como les vino. Ya hablamos de los dones en capítulos anteriores, pero ahora vamos a hablar de la verdadera vida vencedora, de esa de la que se han escrito tantos libros de... autoayuda. Para variar, una cosa más en la que TODO SE MIRA DESDE EL REINO DEL REVÉS.

 

Yahshua mismo dejó en claro en Luka 19 que algunos creyentes serían recompensados ​​con el gobierno de cinco ciudades (19:19), o diez ciudades (19:17). Esto sólo nos muestra que las recompensas futuras no serán todas iguales. Pero también se dice que nadie perderá su salvación. Esto nos lleva a comprender que PREMIO NO ES IGUAL A SALVACIÓN, pero como eso implicaría que hay que trabajar para ganar el premio (la realidad), la mayoría razona que una parte es verdad y la otra es mentira, y tiran a la basura la parte que no les gusta, entonces dicen que los premios vienen con la salvación y que no los perderán tampoco. Así han convencido a millones de creyentes que les bastan sus viditas superficiales, egoístas y bastante poco "cristianas" (porque hasta un ateo tiene el derecho de echarles en cara su hipocresía, y tiene la razón) para autoproclamarse vencedores. Pero el problema de esto es que la mayoría aplica esta descripción al vecino, nunca a sí mismos, sin entender que no hacer nada por la Obra del Padre, no trabajar para Su Reino es trabajar para el otro amo. Si nuestra falta de esfuerzo nos impide alcanza el premio, REBAJARLO NO ES LA SOLUCIÓN. No es cierto que porque digamos que es gratuito, lo será. Yahshua le ha puesto un precio, y no lo dará a los que no estén dispuestos a pagarlo.

 

Lo que Yahshua estaba hablando de las recompensas va más allá de la recompensa básica de la vida inmortal (que es el premio de la salvación y poco tiene de "básico", no quiero desmerecer tremendo regalo, pero es sólo el primero y es para todos sin distinción), ya que estas recompensas tienen que ver con la autoridad sobre ciudades. La inmortalidad es parte de la salvación (porque es la eliminación de la muerte), y todos los que la reciban la tendrán por igual. Pero la inmortalidad no es la única recompensa.

 

Luego, también, está la pregunta poco entendida de CUANDO una persona recibirá esta recompensa de la inmortalidad. Con esto, no me refiero a entrar en el debate sobre si una persona recibe la inmortalidad en el momento de su muerte o más tarde en la resurrección. La pregunta más importante es si es resucitado en la primera resurrección o en la segunda. La primera resurrección consiste en aquellos que están llamados a puestos de autoridad:

 

Y vi tronos; y se sentaron sobre ellos, y se les concedió hacer juicio. Y vi vivos a los inmolados por causa del testimonio de Yahshúa y por la palabra de Yahweh. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni tampoco recibieron su marca en sus frentes ni en sus manos. Ellos volvieron a vivir y reinaron con el Mashíaj por mil años. Pero los demás muertos no volvieron a vivir, sino hasta que se cumplieran los mil años. Esta es la primera resurrección. Feliz y santo el que tiene parte en la primera resurrección. Sobre éstos la segunda muerte no tiene ningún poder; sino que serán sacerdotes de Elohim y del Mashíaj, y reinarán con él por mil años. Hitgalut 20:4-6

 

La primera resurrección NO incluirá a todos, porque habla de que "el resto de los muertos" no volverá a la vida hasta mil años después. Esto hace que sea una resurrección limitada (esto ya lo estudiamos más a fondo en la serie CTU). La segunda resurrección, sin embargo, incluye TODOS los muertos, es decir, el resto de los muertos, como acabamos de leer.

 

Solo podemos concluir, entonces, que la primera resurrección incluirá SOLAMENTE a los creyentes, pero NO A TODOS los creyentes. La segunda resurrección incluirá tanto a los creyentes como a los incrédulos, quienes recibirán sus respectivas recompensas (vida o juicio) al mismo tiempo. Esto es consistente con lo que Yahshua enseñó en Luka 12:46, donde dice que algunos de los "siervos" de Elohim recibirán su recompensa "con" (al mismo tiempo que) los incrédulos.

 

La distinción entre las dos resurrecciones plantea la cuestión de qué es lo que se necesita para ser un vencedor, para entrar en la primera. ¿La persona debe ser decapitada, como podría indicar una lectura literal de Hitgalut 20:4? ¿Debe una persona sufrir el martirio, como hicieron muchos de los hombres de fe que figuran en Ivrim 11?

 

La respuesta simple es que los vencedores deben perder sus cabezas, pero no necesariamente sus cabezas físicas. Elohim está más preocupado por reemplazar nuestras mentes con la mente de Mashiaj que por las decapitaciones físicas. Los vencedores pierden sus cabezas porque sólo tienen una: Mashíaj es su Cabeza. En segundo lugar, en la lista de vencedores en Ivrim 11, son principalmente elogiados por su fe, no su muerte. Sin embargo, tenían que amar a Elohim más que a sus propias vidas. La lista en Ivrim 11 incluye (por nombre) sólo a dos hombres que fueron realmente martirizados: Abel y Sansón. Ninguno fue decapitado, y el resto murió muertes normales. Sin embargo, todos estos obtuvieron "una mejor resurrección". Así que estos vencedores no son únicamente los mártires.

 

¿Qué, entonces, se necesita para ser un vencedor? ¿Qué debemos hacer para obtener esa "mejor resurrección" y convertirnos en un "rey y sacerdote" en el Reino de Elohim? Hay cuatro cosas principales que se enseñan claramente en las Escrituras. Por supuesto, éstas son sólo las principales, y sin duda hay más que éstas, pero si una persona cumple con estos cuatro, hay pocas dudas de que cumplirá con todos los demás requisitos también.

 

Entonces Kefá se le acercó y le preguntó: "Maestro, ¿cuántas veces que mi hermano peque contra mí debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces?". Yahshúa le dijo: "No te digo que hasta siete, sino hasta setenta veces siete". MattiYah 18:21-22

 

Setenta veces siete es igual a 490. Este no fue un número aleatorio. Es igual a las "setenta semanas de Daniyel". También son 10 Jubileos (49 x 10). El número 490 es prominente, porque es un ciclo de perdón. Cada año, en el Día de la Expiación, Elohim perdonó a la nación, cubriendo su pecado con la sangre de un chivo.

 

Así, cuando Yahshua dijo que perdonara "setenta veces siete", habló una verdad oculta de juicio en la profecía bíblica. También hemos hablado a fondo de estas cosas en la serie CTU mencionada. Elohim estaba obligado (por elección propia) a perdonar a la nación 490 veces, una vez al año en el Día de la Expiación. Desde el comienzo de las 70 semanas de Daniyel, Yahweh una vez más perdonó a la nación (y al mundo) cada año durante los siguientes 490 años. El último año fue la muerte de Mashíaj, que cerró ese ciclo (las fechas exactas son discutibles, como ya hemos visto, pero la cantidad de 490 encaja dentro del patrón), y en este punto Yahweh resolvió las cuentas. Él ejecutó la deuda, pero envió a Yahshua a pagarla en su totalidad en el madero. Por lo tanto, Él reconcilió al mundo consigo mismo pagando su deuda por el pecado.

 

Yahshua ilustró su declaración acerca de perdonar 490 veces al ilustrarla con una parábola. Dijo esto inmediatamente después de decirle a Kefá que perdonara 490 veces, y no sólo siete veces. En MattiYah 18:23-35 leemos la parábola del siervo que tenía una gran deuda. Como ya lo hemos estudiado a fondo en la otra serie, vamos a mencionarla rápidamente.

 

En la parábola, el deudor apeló a la gracia, y el rey perdonó toda la deuda. Pero el ex deudor más tarde se negó a perdonar la pequeña deuda que su vecino le debía. Cuando el rey se enteró, convocó al ex deudor, lo reprendió por su falta de misericordia y lo entregó a los torturadores hasta que pagara todo lo que debía. Es decir, se le retiró la gracia antes otorgada y volvió a quedar bajo la deuda anterior.

 

Yahshua luego resumió la parábola con una moraleja a la historia:

 

Así también hará con ustedes mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano. MattiYah 18:35

 

Como nosotros ya sabemos bien, vemos que esta parábola no se trata realmente de perdonar las deudas monetarias, sino de todas las transgresiones que los hombres cometen contra nosotros. Debemos seguir el ejemplo de Yahshua perdonando a los que nos ofenden. En la Oración del Adón en MattiYah leemos: "Y perdónanos nuestras deudas (pecados en Luka), como también hemos perdonado a nuestros deudores".

 

En las Escrituras, el pecado es considerado como una deuda. Si un hombre peca contra otro, se dice que está en deuda con él. Y así, las parábolas de Yahshua sobre las deudas monetarias son realmente sobre el arte del perdón. Yahshua mismo, por supuesto, estaba dispuesto a guiarnos para mostrarnos hasta qué punto una persona debía perdonar, diciendo en el madero: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luka 23:34).

 

Los creyentes a menudo tienen problemas para perdonar a otros que los han ofendido. Algunos realmente han sido brutalizados por otros. Pero el problema aquí no es si fueron heridos por un simple comentario o por abuso físico. Tampoco es mi propósito en este pequeño estudio intentar remediar los traumas emocionales o físicos que cada uno haya experimentado. Sin embargo, todos debemos recordar que difícilmente cualquier ser humano ha experimentado el tipo de abuso que Yahshua recibió cuando fue al madero, no sólo física sino mucho más, espiritualmente. Cargar con los pecados DE TODA LA HUMANIDAD es algo que ciertamente no estamos en condiciones de comprender ni de medir, de manera que, que nadie piense que "Él no puede comprender" por lo que cada uno de nosotros podemos haber pasado. Las Escrituras dicen que "Él mismo tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades" (MattiYah 8:1). Así que no sólo cargó nuestros dolores de haber sido abusados, sino que también cargó con los pecados de nuestro abusador. Él sabe bien lo que sentimos, lo que nos ha sucedido Y TIENE EL REMEDIO. De cualquier manera en que hayamos sido abusados, Él fue abusado más. Y sin embargo, Él fue capaz de perdonar, y a eso nos llama, si somos sus hermanos e imitadores.

 

Algunas personas han sido llamadas a perdonar más que otras, dependiendo de sus circunstancias. Muchos en la Congregación primitiva sufrieron muertes horribles a manos de torturadores, gladiadores y leones romanos. Otros fueron quemados vivos e incluso asados ​​lentamente sobre un lecho de brasas. Cualquier circunstancia que Elohim haya puesto en nuestras vidas es un obstáculo para ser un vencedor. Y EL OBSTÁCULO ES REMOVIDO POR EL PODER DEL PERDÓN Y NADA MÁS. Sólo los que son capaces de imitarlo hasta el último paso serán llamados vencedores. Esto, por supuesto, no quiere decir que si no sufrimos muertes horribles, abusos o torturas no seremos vencedores, de ninguna manera. El foco no está centrado en lo que se sufre, SINO EN CUÁNTO PERDONAMOS. Para algunos, perdonar una pequeña mentira es más imposible que perdonar un asesinato, por establecer un comparativo que, aunque pueda parecer exagerado, es la triste realidad que convierte a millones en perdedores en vez de vencedores.

 

Un vencedor es uno que supera algo. Sin algo que superar, ¿cómo puede ser un vencedor? La única manera en que uno puede ejercer el poder del perdón es tener algo que perdonar. Para tener algo que perdonar, uno debe ser víctima de algún tipo de pecado. Nadie es llamado a perdonar un acto de bondad. De hecho, en la ley bíblica, sólo la víctima tiene el derecho de perdonar. El juez bíblico no puede perdonar un pecado cometido contra otra persona. Sólo tiene el poder para determinar cuánta deuda se debe a la víctima. La víctima, entonces, tiene el derecho de exigir todo lo que se le debe, parte de ello, o puede perdonar toda la deuda. Ese es su derecho.

 

No es que una persona siempre deba perdonar una deuda que se le debe. Él debe ser guiado por el Ruaj en este asunto. Por ejemplo, padres que educan a sus hijos saben que sus pequeños transgreden todo el tiempo, y por lo tanto, debemos entender que nuestros hijos entran en deuda con nuestras leyes, y deben pagar lo estipulado. Por eso muchas veces, para el bien de la educación de ellos, debemos aplicar la disciplina establecida. Con todo, el castigo no debe ser para satisfacer nuestra rabia, debe siempre ser aplicado en amor y para el bien de quien lo recibe, no para el padre sino para el hijo.

 

Es exactamente eso lo que Mashíaj nos pide que hagamos con los demás, sean hermanos o no. Exigir automáticamente el pago de todas las deudas hasta el último centavo es ser legalista. Uno debe ir más allá de exigir sus derechos, cuando eso pueda traer un beneficio a la otra persona. Uno debe orar para conocer la mente de Elohim en cada situación y saber qué es lo mejor para el pecador (deudor). Quizás es mejor enseñarle la disciplina de saldar la deuda para que pueda arrepentirse y aprender a no victimizar a otros en el futuro. O puede ser en su mejor interés, bajo Elohim, cancelar toda, o parte de la deuda. Cada caso es único, y no podemos aplicar una "ley escrita", necesitamos consultar nuestro Urim y Tumim, pedir al Ruaj que nos indique qué hacer.

 

Pero cualquiera que sea la circunstancia, aquí es donde nuestra justicia debe exceder la del mundo:

 

Porque les digo que si su justicia no sobrepasa la de los escribas y los fariseos, jamás entrarán en el reino del Cielo. MattiYah 5:20

 

Una persona legalista es incapaz de perdonar hasta que el último centavo haya sido pagado, ¡y aun así, nunca lo olvidará! A partir del momento en que la otra persona (el criminal) ha terminado de pagar la deuda de la forma establecida por la ley (y no por la víctima), si la víctima aún así se niega a olvidar la causa y perdonar, ELLA MISMA SE COLOCA BAJO CONDENA. Sin embargo, el otro extremo es pensar que cada pecado debe ser perdonado independientemente de si el pecador se arrepiente o no. En la parábola de MattiYah 18, Elohim estaba más que dispuesto a perdonar al pecador; pero cuando el deudor mismo se negó a perdonar una deuda, su propio perdón fue revocado. ¿Por qué? Porque Elohim lo estaba juzgando por su propio estándar de medida:

 

No juzguen, para que no los juzguen a ustedes. Porque con el juicio con que ustedes juzguen los juzgarán, y con la medida con que midan los medirán. MattiYah 7:1-2

 

Es por eso que en la ley era un pecado cobrar interés a un hermano, es decir, a un conciudadano del Reino (Devarim 23:19). Sin embargo, el pasuk 20 nos dice que era legal cobrar intereses a un extranjero, es decir, alguien que creía en un conjunto diferente de leyes y que no veía nada malo en cobrar intereses sobre préstamos. Él podría ser tratado de acuerdo a su propio estándar de medida.

 

En general, este es el principio de la gracia y las bendiciones que se dan a aquellos que son ciudadanos del Reino de Elohim, sujetos a sus estándares morales. Pero aquellos que rechazan los estándares de MattiYah 18, no merecen las bendiciones de la ley de Elohim y son y serán tratados de acuerdo con su propio estándar de medida.

 

Este principio ha sido abusado a menudo por grupos religiosos con los que no son miembros de su organización o denominación en particular, y en muy mayor medida por los propios judíos, que en su Talmud han escrito leyes que les permiten no sólo tratar a los gentiles de acuerdo con sus leyes mundanas, sino mucho más, abusar de ellos: mentir, robar y cosas peores, creyendo que Yahweh les otorga impunidad. Algunos se refieren a los no miembros como "gentiles" para justificar el robo de sus propiedades o incluso el uso de la violencia contra ellos. El balance aquí es ver que cualquiera que sea justificado por la fe en Yahshua ha Mashiaj, que cree que Él fue el sacrificio por el pecado, y que resucitó de los muertos para nuestra justificación, es un ciudadano del Reino. No tiene nada que ver con la raza o unirse a una religión o denominación.

 

Hay leyes contra la parcialidad en el juicio. Hay leyes contra los opresores extranjeros, incluso los incrédulos. Estas leyes equilibrarán la aplicación de este doble estándar en la usura y limitarán su aplicación correctamente.

 

En MattiYah 18 aprendemos así los límites del perdón también. El perdón es aplicable en dos niveles: personal y judicial. En el lado personal, uno debe perdonar y no llevar rencor. Los rencores son como las notas de deuda, y hacen que las personas sean negativas. Esto puede incluso causar problemas de salud, como sabemos por Devarim 29.

 

Judicialmente hablando, la mejor manera de aprender cómo y cuándo perdonar es a través de nuestros hijos. Cuando nuestro hijo hace algo mal, ¿cómo lo juzgamos? Si simplemente perdonamos la ofensa sin responsabilizarlo de ninguna manera, pronto le enseñaremos que es aceptable robar o lastimar a otros. Al crecer puede convertirse fácilmente en un criminal.

 

Por otro lado, si se le castiga excesivamente, o si se le retiene el perdón incluso después de haber hecho las cosas bien, crecerá sintiéndose amargado y enojado con los demás. En ambos casos, se genera una reacción contra la injusticia. Los niños se rebelan contra la injusticia y la hipocresía, que está arraigada en la parcialidad y el doble criterio. Por lo tanto, debemos aprender a perdonar e incluso ser rápidos para perdonar; sin embargo, también debemos aprender que cuando tratamos con personas que son física, mental o espiritualmente inmaduras, podría ser su mejor interés a largo plazo usar alguna disciplina para atraerlos al arrepentimiento antes de otorgar el perdón. Pero en esto, toda disciplina debe ser aplicada en amor, o de lo contrario tampoco producirá sus frutos.

 

Creo que este es un principio subyacente en MattiYah 18. El deudor necesitaba disciplina, por lo que se le negó el perdón hasta que pagó el último centavo. Aunque la parábola termina en esa nota, también debemos tener en cuenta que la ley estipulaba un Jubileo: la cancelación de toda deuda al final de los 49 años. En otras palabras, debe entenderse que el deudor en la parábola finalmente sería perdonado de su deuda, incluso si la deuda todavía no se había terminado de pagar.

 

Yahshua, el Cordero de Elohim, ciertamente ha pagado por el pecado de todo el mundo. Esto establece el hecho de que Elohim salvará a toda la humanidad y le asigna la responsabilidad de hacer esto. Sin embargo, la forma en que Él hace esto es nuestra pregunta actual. Vemos de MattiYah 18 que Él no perdona a todos sin importar sus acciones. Aquellos que no tienen fe en Su Sacrificio serán responsables hasta el gran Jubileo de la Creación al final de los tiempos. Los que sí tienen fe en Él son ciudadanos del Reino y obtendrán la inmortalidad en la resurrección general de los muertos, y aún así, recibirán muchos o pocos azotes, de acuerdo a cómo hayan ejercido este asunto del perdón. Pero los sacerdotes del Reino (vencedores) heredarán la inmortalidad en la primera resurrección y gobernarán con Él en el Reino (Hitgalut 20:4-6).

 

La moraleja de la parábola del deudor no era definir la diferencia entre un creyente y un incrédulo. Fue para definir la diferencia entre un creyente regular y un vencedor. El deudor perdonado tenía el derecho legítimo de obtener la pequeña deuda que su vecino le debía. En ninguna parte de la parábola se deroga ese derecho. De hecho, vemos bien que NO SE NOS DICE QUE EL DEUDOR MENOR HAYA SIDO LIBERADO. El rey no liberó al segundo deudor porque el primero se portó mal, PORQUE SI LO HUBIERA HECHO HABRÍA INFRINGIDO LA LEY. El primer deudor tenía realmente el derecho de cobrarle al segundo, pero debía haber perdonado al otro en la alegría de su propio perdón, muy superior. Y así, el rey trató al primer deudor según su propio estándar de medida. Si él no podía perdonar la pequeña deuda de su vecino, entonces el rey tampoco perdonaría la deuda mayor. Quede claro que ese deudor entonces no fue condenado a muerte ni a una eternidad de tormento, sino a PAGAR SU DEUDA (o llegar al jubileo).

 

En mi vida temprana, cuando me leyeron esta parábola, me dijeron que perdería mi salvación si no perdonaba todos los pecados que otros cometieron contra mí. No hace falta decir que esto me mortificó y me puso bajo una presión extrema, porque también me enseñaron que si perdía mi salvación, entonces me quemaría en el infierno de fuego para siempre. Esta era una carga cruel para poner en un niño o en un adulto, y no quiero que nadie más sufra la misma angustia mental.

 

Entonces, permítanme explicar que esta parábola NO aborda la cuestión de nuestro ser "salvos" o "justificados por la fe". La palabra trata de un perdedor, para enseñar, por contraposición, lo que es un vencedor. La parábola de Yahshua sobre el deudor nos da la clave para entender cómo ser un vencedor, y no simplemente un creyente. Ser creyente significa poner la fe de uno en Yahshua ha Mashiaj. SER UN VENCEDOR SIGNIFICA SER UN PERDONADOR. Este es uno de los requisitos principales para heredar la primera resurrección como vencedor. Sin tener la capacidad de perdonar, nadie será colocado en una posición de liderazgo para gobernar en el Reino de Elohim. Después de todo, hagámonos esta pregunta: ¿Querrían ustedes un juez o gobernante implacable colocado en autoridad sobre todos? No, y la incapacidad de los cristianos que recibieron la garantía del Ruaj en mostrar al mundo la unión del amor con la justicia ha sido lo que ha llevado al mundo a odiar y aborrecer a Yahweh, acusándolo de ser tan legalista y deshumano como aquellos que han dicho representarlo. Es hora de que los verdaderos vencedores nos levantemos y mostremos al mundo el verdadero rostro del Padre, a través del perdón y del verdadero mensaje de reconciliación.

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