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La Farsa Del Manual DSM

Una Parodia de la Medicina y la Ciencia




Mientras que la aparición en 1858 de la obra de Virchow, Cellular Pathology as Based upon Physiological and Pathological Histology (Patología Celular Aplicada a la Enseñanza Fisiológica y Patológica), estableció firmemente las credenciales científicas de la medicina, la psiquiatría continuaba actuando torpemente con tratamientos brutales y siguió careciendo de un enfoque sistemático a la salud mental hasta los años 50. La ausencia de un sistema equivalente para el diagnóstico de problemas mentales contribuyó en gran medida a la mala reputación de la psiquiatría, tanto entre los profesionales de la salud como entre la población en general.


El desarrollo de la sexta edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD) de la Organización Mundial de la Salud en 1948, que por primera vez incorpora los trastornos psiquiátricos (como enfermedades) y la publicación del Manual de Diagnóstico y Estadística para Trastornos Mentales (DSM) en los Estados Unidos en 1952, fueron los primeros pasos hacia algo parecido a un diagnóstico sistemático.


Más tarde, con la gran cantidad de críticas que surgieron entonces debido a las ambigüedades e inexactitudes del DSM-II, la psiquiatría intentó crear un "nuevo y mejorado" sistema de diagnóstico que pudiese suministrar un fundamento internacional de acuerdo para toda la profesión.


Según David Healy, psiquiatra y director del Departamento de Medicina Psicológica en el norte de Gales, el resultado final, el DSM- III, fue una "revolución por comité".


Era un sistema de clasificación creado por votación, drásticamente diferente y ajeno a todo lo que la medicina había visto antes. Entre las numerosas diferencias, la más notable era que el nuevo DSM se concentraba únicamente en el diagnóstico y categorización de síntomas, no de enfermedades. Otro era que ninguno de los diagnósticos estaba apoyado por evidencia científica objetiva.


El psiquiatra David Kaiser declara:


"Los síntomas por definición son el aspecto superficial de procesos más profundos".

Esto es evidente.


Sin embargo, ha existido un vasto esfuerzo por parte de la psiquiatría moderna (es decir, biológica), que en gran medida no se ha reconocido, de hacer que los síntomas se equiparen a enfermedades mentales". Káiser dice que sería un "mal psiquiatra" si su única herramienta para el tratamiento fuera la de un bloc de prescripciones para recetar medicamentos que tal vez "disminuyan los síntomas", pero que "no tratan la enfermedad mental en sí". Dijo que lo único que le quedaba era "sentarse frente a un paciente que está sufriendo y que quiere hablar de su tristeza".


En su libro, Making Us Crazy (Enloqueciéndonos), publicado en 1997, los Profesores Herb Kutchins y Stuart A. Kirk dicen que la transformación del manual de diagnóstico psiquiátrico es


"un relato sobre la lucha de la Asociación Psiquiátrica Americana para ganar respeto en el campo de la medicina y mantener su dominio entre el gran número de muchos profesionales de la salud mental".

El Dr. Thomas Dorman, internista, miembro del Colegio Real de Médicos del Reino Unido y del Colegio Real de Médicos de Canadá, escribió:


"En resumen, todo el asunto de crear categorías psiquiátricas de "enfermedades", formalizándolas por consenso y posteriormente atribuyéndoles códigos de diagnóstico, lo que a su vez lleva a su uso para mandar facturas a las aseguradoras, no es otra cosa que una estafa generalizada que da a la psiquiatría un aura seudo científica. Los perpetradores, por supuesto, se están alimentando a costa del público".

El psiquiatra Matthew Dumont también escribió sobre las pretensiones vacías de autoridad científica del DSM: "Es casi imposible distinguir la humildad de la arrogancia en lo que dicen, pues juguetean como cachorros". Dicen:


"...aunque este manual proporciona una clasificación de trastornos mentales... NO EXISTE UNA DEFINICIÓN QUE ESPECIFIQUE DE MANERA ADECUADA LOS LÍMITES PRECISOS DEL CONCEPTO..." (Asociación Psiquiátrica Americana (APA), 1987)

Y continúan:


"...no existe la suposición de que cada trastorno mental es un ente separado con límites nítidos entre ese y otro trastorno mental, o entre ese trastorno y una condición en la que no existe un trastorno mental" (APA, 1987)".

Shorter lo expresa así:


"¿Cuál es la causa de algo como la erotomanía, la creencia ilusoria de que alguien está enamorado de ti? Nadie lo sabe... Estas consideraciones indican que es muy fácil para los psiquiatras perder su camino en la clasificación".


Los Mitos de la Biopsiquiatría Al solicitar fondos del gobierno para la investigación, mediante un testimonio ante un comité de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, en el 2000, Steven Miran, Director Médico de la APA declaró:


"Investigaciones científicas realizadas en las últimas dos décadas han mostrado que las enfermedades mentales severas y los trastornos adictivos son... enfermedades de la mente con una fuerte base genética y biológica".

En contraste, Healy informó:


"Hay una creciente preocupación en la comunidad clínica en cuanto a que los desarrollos neurocientíficos no sólo no revelan nada sobre la naturaleza de los trastornos psiquiátricos sino de hecho distraen a los investigadores de la investigación clínica.... Se ha tenido un sorprendente progreso en las neurociencias, pero un progreso mínimo o nulo en la comprensión de la depresión".

Glenmullen, de Harvard, dice que "a pesar de la ausencia de enfermedades verificables, la psicofarmacología no ha dudado en construir "modelos de enfermedades" para diagnósticos psiquiátricos. Estos modelos son sugerencias hipotéticas de lo que podría ser el fundamento fisiológico, por ejemplo, un desequilibrio de serotonina".


Empujando la Envoltura de la Psiquiatría En un artículo publicado en junio del 2000 en el Toronto Globe and Mail con este titular: "The Gap is Closing Between Psychiatry and Family Medicine" (Se está Reduciendo la Brecha entre la Psiquiatría y la Medicina Familiar), leemos:


"Los psiquiatras se muestran cautelosos ante la poca familiaridad que los muestran médicos familiares hacia los problemas de salud mental".

El artículo cita a Glenn Thompson, director ejecutivo de la división Ontario de la Asociación Canadiense de Salud Mental, quien dice que no está mal que el médico familiar sea el primero que los aborde, siempre y cuando este médico esté trabajando con un psiquiatra.


Los "problemas de salud mental" a los que el artículo se refiere son los que se describen en el DSM.


Este sistema artificial de diagnóstico y la inevitable prescripción de drogas psicoactivas es la singular "pericia" que la psiquiatría tiene que ofrecer.


La aceptación del pensamiento y práctica psiquiátrica por parte de la medicina no psiquiátrica médica podría tener un precio muy alto, dicen J. Allan Hobson y Jonathan A. Leonard, autores de Out of Its Mind, Psychiatry in Crisis, A Call For Reform (Se Vuelve Loca, La Psiquiatría en Crisis, Un Llamado a la Reforma),


"... la naturaleza autoritaria y detallada del DSM-IV tiende a fomentar la idea de que el diagnóstico mecánico y el tráfico de píldoras son aceptables".





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