En 1998, Alan I. Leshner, psiquiatra y antiguo jefe del Instituto Nacional para el Abuso de Drogas declaró: "Creo que hoy, en 1998, tú (el médico) deberías ser encarcelado si te rehúsas a prescribir S.S.R.I. (los nuevos tipos de antidepresivos) para la depresión. También creo que dentro de cinco años deberían encarcelarte si no le das a los adictos del crack los medicamentos en que estamos trabajando ahora".
¿Por qué debería ir a la cárcel un médico que se rehúsa a prescribir antidepresivos para la depresión?
Muchos médicos generales han reconocido que hay numerosas condiciones físicas que pueden causar problemas emocionales y de conducta, y también han reconocido la vital necesidad de verificarlos primero. Por consiguiente, confiar en un antidepresivo para suprimir síntomas emocionales, sin buscar y corregir primero una posible enfermedad física que pudiera estar detrás de eso, simplemente sería dar a los pacientes una fórmula química, dejándolos con una enfermedad que podría empeorar.
¿Qué pasaría si un médico general o familiar diagnosticara correctamente y curara tal enfermedad física y la depresión desapareciera sin drogas psicoactivas? ¿Se podría entonces acusar a ese médico de no ser ético, o incluso acusarlo y encarcelarlo por la "negligencia criminal médica" de no prescribir un antidepresivo?
¿Crees que es descabellado? ¿Que no podría pasar?
Bueno, quizá. Pero parece que ya ha llegado el día en que un buen médico puede ser acusado de no ser ético por practicar la medicina ética. Hoy en día, a un médico, sea o no especialista, se le puede criticar, agredir y tratar como un "marginado" por practicar una medicina diagnóstica tradicional y funcional.
Con los médicos en mente esta publicación se ha escrito especialmente para aquellos que simplemente quisieran practicar medicina no psiquiátrica, médicos motivados por un gran propósito solícito en la mejor de la tradición Hipocrática, que desean que se les permita seguir adelante con su trabajo de cuidar de la salud de las personas al máximo de su capacidad. Es para médicos que se preocupan por el hecho de que millones de niños están tomando adictivos prescritos, estimulantes para un supuesto trastorno mental: el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
También se ha escrito para cualquiera que crea que los empleados del gobierno que amenazan a los padres con cargos de negligencia criminal por rehusarse a drogar a sus hijos con estimulantes o antidepresivos, que es lo que está pasando ahora, es más que un poco extraño.
¿Cómo surgió esta situación? Confiamos en que este artículo y todos los de esta serie ayuden a contestar esa pregunta.
La manera de pensar de la salud mental tiene la característica de penetrar en otras áreas, y eso parece ser la mayor preocupación de la medicina general de hoy en día. Se debe en gran medida al "éxito" del sistema de diagnóstico psiquiátrico, el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de Trastornos Mentales (DSM-IV). Este sistema y la sección de enfermedades mentales de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-10) han recibido una fuerte publicidad según la cual son una vital necesidad y son los estándares sobre trastornos mentales para los médicos que no son psiquiatras.
Pero aquí hay algo más. Entre las muchas presiones que enfrentan los médicos hoy en día, hay una que es única, pues va acompañada de una cualidad sutil de ser una imposición malévola. El sistema de diagnóstico psiquiátrico no llegó con un espíritu de respeto profesional a las tradiciones y conocimientos generales de la medicina y otras especialidades médicas.
No hubo una carta de presentación que dijera: "Nosotros respetamos la santidad y superioridad de su relación con sus pacientes, y su deseo de darles lo mejor. Este es nuestro sistema de diagnóstico, por favor véanlo y en primer lugar convénzanse, basándose en su propia experiencia, de que vamos por el camino correcto. Apreciaremos sus comentarios y su crítica constructiva. Por supuesto, pídanos ayuda si nos necesitan. Quedamos de ustedes, en la búsqueda de una mejor salud, atentamente".
En lugar de eso, de hecho llegó diciendo: "Aquí hay un niño con severos problemas mentales. Nuestros diagnósticos expertos ya están hechos, de modo que lo único que ustedes tienen que hacer es seguir nuestras instrucciones para la estricta prescripción de drogas y someterse a nuestra experta supervisión". O puesto de otra manera, dice: "Al parecer sus pacientes confían más en ustedes que en nosotros, de modo que ésta es la forma en deben diagnosticar las enfermedades mentales, que ellos indudablemente sufren".
Esta es la violenta corriente oculta que indudablemente ha caracterizado a la psiquiatría desde la primera vez que asumió deberes de custodia dentro de los asilos hace 200 años. Esto se manifiesta de muchas maneras distintas, y en donde quiera que se entremeta, es extremadamente dañina para la certeza, el orgullo, el honor, la diligencia, la iniciativa, la integridad, la paz mental, el bienestar y la cordura.
Estas son cualidades que debemos luchar para que prevalezcan en todos los pacientes. Y para todos los médicos.
Comments