Los aditivos alimentarios son sustancias que se agregan a los alimentos procesados para mantener durante más tiempo su inocuidad, frescura, sabor, textura o apariencia.
Si bien algunos aditivos se emplean desde hace siglos para conservar los alimentos en buen estado, como la sal en carnes y pescados, debido a las necesidades en la preparación de alimentos a gran escala ya se han creado diversas sustancias para preservarlos durante su transporte de las fábricas o cocinas industriales a los almacenes y comercios, y de ahí hasta los consumidores.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que los aditivos alimentarios sólo se justifican si satisfacen una necesidad, si no inducen a error al consumidor y si se emplean con un objetivo debido como la conservación del valor nutricional del producto.
El dióxido de titanio grado alimenticio es un aditivo alimentario aprobado para consumo humano desde 1960 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos y, desde la década de los 70, por el Comité Científico en Alimentos de Europa bajo la nomenclatura E171.
Se adiciona a pastas dentales, productos lácteos como leches bajas en grasa, sustitutos de crema para café, polvos para preparar aguas de sabores, dulces y contados con el n de darles una apariencia más atractiva, así como a algunos multivitamínicos y medicinas en tabletas (como excipiente).
El dióxido de titanio grado industrial se usa en productos como pinturas, papel, cerámicas, porcelanas, textiles y plásticos.
Con la revolución nanotecnológica, muchos materiales se producen hoy en día en forma nanométrica (nanopartículas de entre 1 y 100 nanómetros), con lo cual adquieren otras propiedades. Éste es el caso del dióxido de titanio grado alimenticio y grado industrial, que antes se producía como micropartículas y ahora se produce como una mezcla de micro y nanopartículas, o como nanopartículas únicamente.
CUANDO SE FABRICAN COMO POLVOS, UNO DE LOS RIESGOS DE TODAS LAS NANOPARTÍCULAS O DE LAS MEZCLAS DE MICRO Y NANOPARTÍCULAS, INDEPENDIENTEMENTE DE SI SON GRADO ALIMENTICIO O GRADO INDUSTRIAL, ES QUE SE PUEDEN INHALAR Y LLEGAR A ZONAS PROFUNDAS DE LOS PULMONES.
La OMS ha emitido recomendaciones en cuanto a los límites de exposición al dióxido de titanio en lugares de trabajo, debido a que existe suficiente evidencia de los posibles daños que ocasiona en el tracto respiratorio.
Sin embargo, los efectos al ser consumido en alimentos están menos estudiados, pero justamente la evidencia encontrada en los pulmones ha alertado sobre los posibles efectos que tendría en el tracto gastrointestinal.
En las pruebas realizadas por el Instituto Adolphe Merkle de la Universidad de Friburgo y la Oficina Federal de Seguridad Alimentaria y Veterinaria en Suiza, se detectó dióxido de titanio nanométrico, óxido de silicio y talco en el 27 % de los productos alimenticios evaluados.
“Este conjunto de ingredientes, diseñados a escala casi atómica, puede causar efectos no deseados en las células y órganos, como en el tracto digestivo particularmente.
También existen indicaciones de que las nanopartículas pueden ingresar en el torrente sanguíneo y acumularse en otras partes del cuerpo. Se han relacionado con la inflamación, daño hepático, renal e incluso daño cardíaco y cerebral,” de acuerdo con The Guardian en un artículo reciente.
El dióxido de titanio (etiquetado como E171 en la Unión Europea) es un agente blanqueador utilizado en una amplia variedad de productos, desde chocolate y chicle hasta productos horneados, leche en polvo y mayonesa. Sin embargo, aunque el dióxido de titanio se consideró inerte durante mucho tiempo, las preocupaciones sobre el dióxido de titanio nanométrico han aumentado durante años.
Según The Guardian, "se ha demostrado que este pequeño aditivo de metal se acumula en los tejidos del hígado, el bazo, el riñón y el pulmón al ser ingerido por ratas, y también daña el hígado y el músculo cardíaco."
Christine Ogilvie Hendren, directora ejecutiva del Center for the Environmental Implications of NanoTechnology en la Universidad de Duke, le explicó a The Guardian que ella enjuaga "todos sus alimentos a profundidad", para eliminar las nanopartículas que existen en la superficie.
Christine K. Payne, profesora asociada de ingeniería mecánica y ciencia de los materiales de la Universidad de Duke, añadió: "Existen preocupaciones relacionadas a los niños pequeños ya que cuentan con una masa corporal muy pequeña y consumen muchos de estos productos".
David Julian McClements, de la Universidad de Massachusetts, analiza el efecto de las nanopartículas en el tracto gastrointestinal humano, así como algunos de los posibles mecanismos de toxicidad de numerosas nanopartículas de calidad alimentaria, en su revisión de seguridad publicada en noviembre del 2017 (Is nano safe in foods?), con la conclusión de que "existe evidencia de que algunos de ellos podrían causar efectos dañinos."
No todas las nanopartículas se añaden directamente al alimento como tal. También se utilizan en el embalaje y pueden migrar a los alimentos. Según McClements, dichas nanopartículas también pueden presentar riesgos para la salud.
La plata nanométrica, por ejemplo, la cual se utiliza normalmente como agente antimicrobiano en el embalaje de alimentos, puede matar las bacterias intestinales beneficiosas y alterar el microbiana intestinal al ingerirse.
Fuentes: Mercola, El Universal, The Tribune
Comments