
Desde sus orígenes como guardias de prisiones en asilos, la psiquiatría ha avanzado en sus brutales métodos, un poco más allá de aumentar los controles eléctricos y químicos.
Hoy, hay muchos métodos usados –todos violentos, todos potencialmente letales– los empleados del hospital restringen los movimientos del paciente física y brutalmente, por lo general justo antes de que queden inconscientes, por la droga.
En un control "boca abajo", la víctima es inmovilizada a la fuerza con la cara contra el piso, lo que se llama "canasta controladora" – un trabajador psiquiátrico agarra las muñecas del paciente, cruzando ambos brazos sobre el pecho, entonces sujetando las muñecas, mientras golpea las piernas del paciente separándolas y empujando su cara contra el piso. Los trabajadores entonces sostienen cada muñeca (codos y brazos están cruzados debajo de la persona para mantenerla abajo), otros sostienen ambas piernas, y una quinta persona se sienta o reclina sobre la espalda de la víctima.
Otro método lanza la víctima boca abajo con sus brazos estirados hacia afuera. Cuatro personas sostienen cada extremidad, y otra se sienta sobre él.
Las consecuencias incluyen contusiones, huesos rotos y dificultades respiratorias. La muerte ocurre por sofocación a causa de la posición asfixiante, causada cuando la cavidad toráxica es comprimida tanto que no se consigue entrar el aire a los pulmones.
Tristan Sovern, de 16 años de edad, gritaba "Ustedes me están ahogando... no puedo respirar". Por lo menos dos de los asistentes psiquiátricos que lo estaban reteniendo sabían que tenía problemas de respiración, pero ellos lo mantuvieron agarrado mientras el adolescente gritaba por ayuda, boca abajo, con los brazos cruzados debajo de su cuerpo. Perdiendo el conocimiento, Tristan fue llevado rápidamente al hospital psiquiátrico de Greenboro el 26 de Febrero de 1998. Demasiado tarde: murió.
Los controles mecánicos incluyen camisas de fuerza, correas de cuero o sujetadores que colocan alrededor de los tobillos y muñecas. Cuartos a prueba de ruidos, que se abren solo de afuera, son usados para la reclusión.
Drogas que adormecen la mente se administran como método de control químico.
Como muestran las siguientes breves historias, medidas físicas contemporáneas son similares a los primitivos controles de tortura.
1700:
"Camisas de fuerza" y cadenas pegadas a las paredes o a las camas se usaban para controlar a los pacientes, puesto que la teoría era que entre más dolorosa fueran las restricciones, mejores eran los resultados.

Benjamín Rush, conocido como el padre de la psiquiatría americana, y cuya cara todavía adorna el sello de la Asociación Psiquiátrica Americana, desarrolló la "silla tranquilizadora" a fines de los años 1700. Inmovilizaba al interno en un estado de enorme incomodidad y dolor.

1787:
Phillippe Pinel, el psiquiatra Francés abolió el uso de las cadenas para los "locos" pero las reemplazó con las "camisas de fuerza".
1800:
La "cama cuna" era baja, enrejada, tipo cama-jaula en la cual el paciente era colocado por semanas o meses. El uso de correas, amarres a los brazos, piernas, tobillos y sillas controladoras continuaban, con el argumento de los psiquiatras de que estos tenían "grandes virtudes curativas".
1855:
El uso de "cuartos fuertes" para aislamiento se puso de moda en algunas instituciones psiquiátricas.
1950:
Los controles mecánicos fueron usados para confinar los pacientes a sus camas o "sillas controladoras". En algunos casos, fueron puestos en sótanos oscuros similares a calabozos.
1990:
Kelly Stafford, de 17 años de edad, se recluyó voluntariamente en una unidad Psiquiátrica de los Estados Unidos. Ella fue mantenida 309 días, muchos de ellos en cruel oscuridad detrás de ventanas oscurecidas. Sus brazos y piernas fueron sujetados por meses, durante ese tiempo.
En diciembre de 1996, Katalin Zentai muere en una institución psiquiátrica de Connecticut Valley, después de haber sido mantenida en una silla por 30 de las 36 horas que había permanecido ahí, al ser retirada de la silla los coágulos formados se precipitaron a sus pulmones, y la mataron.
2000:
Los métodos actuales de control incluyen procedimientos físicos, mecánicos, eléctricos y químicos.
2002:
El Parlamento Europeo expresó su preocupación por el uso continuo de las camas-jaulas usadas en un número de países en el este de Europa y pidió en todos los países que detengan esta práctica degradante e inhumana. (Una cama-jaula está rodeada de barras para que los cautivos no puedan salirse de ella, en muchas ocasiones ni siquiera se pueden sentar dentro de sus confines).

En el 2004, la Republica Checa declaró ilegal su uso. Un sobreviviente mencionó: "el temor a la cama-jaula vivirá dentro de mí para siempre".
La más precisa descripción de la humillación y el terror puede ser a través de los ojos de la víctima:
"En ocasiones escuché las llaves en los candados. Trataba de mantenerme sereno. Cualquier cosa podía venir: una inyección violenta, apretar o aflojar los cinturones... No entiendo qué fue lo que hice para justificar la iniciativa de reclusión y restricción como castigo. Cuando fui finalmente liberado del pequeñísimo y apestoso cuarto de reclusión cerrado con llave, cuando había permanecido de 3 a 4 días, estaba listo para cooperar y así evitar que me regresaran de nuevo al calabozo".
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