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Las candidiasis invasoras son un problema de salud pública importante, al presentar una alta mortalidad, especialmente porque se asocia a un estado inmunitario deficiente de los pacientes que las padecen, sumado al hecho que la virulencia del hongo supone una mortalidad elevada, de entre 30-50 por ciento.
La incidencia anual es muy variable según los países -siendo mayor en España, Dinamarca y Estados Unidos- pero se calcula que entre 20 y 200 pacientes por millón de habitantes sufren candidiasis invasora, donde la Candida albicans causa aproximadamente la mitad de estos cuadros, si bien otras especies, como Candida parapsilosis, Candida glabrata o Candida tropicalis han ido ganando importancia epidemiológica, tanto por su frecuencia en aumento como por la mayor resistencia que han ido desarrollando ante los fármacos antifúngicos.
Algo de historia
La Candida auris (C. auris) es una especie de reciente asociación con patologías humanas. Los primeros casos descritos se produjeron recién en el 2009, cuando se aisló en la secreción ótica de una paciente con otitis en Japón. De ahí la especie “auris”, que en latín significa oreja u oído.
Entre los años 2016 y 2017 varias agencias sanitarias nacionales e internacionales han emitido alertas ante el surgimiento y expansión de la Candida auris, como un agente causal emergente de graves infecciones, que se presenta como brotes hospitalarios en pacientes críticos internados en la UCI, en Unidades de Reanimación o en geriátricos.
En Estados Unidos se han reportado 587 casos de Candida auris, según información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la mayoría de ellos ocurrieron en Nueva York, Nueva Jersey e Illinois.
Características de la C. auris
La Candida auris es un tipo de hongo microscópico -una levadura- que, al ingresar al torrente sanguíneo, puede causar infecciones peligrosas que ponen en riesgo la vida.
Este hongo puede colonizar de forma transitoria o permanente la piel y las mucosas humanas. Además ocasiona infecciones leves de heridas -especialmente quirúrgicas- otitis y otras infecciones superficiales. La parte más crítica es que causa infecciones graves por diseminación a través del torrente sanguíneo (candidemia), con posterior invasión y multiplicación en uno o varios órganos del cuerpo (candidiasis invasora).
Algunas de las características que la vuelven tan peligrosa:
Es un patógeno capaz de sobrevivir y permanecer en ambientes hospitalarios, donde causa brotes de infecciones intrahospitalarias en UCI y Unidades de Reanimación.
El mecanismo de transmisión se debe al contacto directo entre personas, desde el ambiente y los objetos contaminados a otros huéspedes.
Es un hongo difícil de identificar con las técnicas diagnósticas habituales del laboratorio.
Presenta una elevada resistencia intrínseca o adquirida a varios antifúngicos de primera línea utilizados en el tratamiento de las candidiasis invasoras, por lo que son frecuentes los fracasos terapéuticos. Los CDC indican que sobre el 90% de las infecciones por C. auris son resistentes a por lo menos uno de esos fármacos, mientras que el 30% evidencian resistencia a dos o más de los principales antimicóticos.
La mortalidad es elevada, puede llegar hasta del 70 %, según algunas publicaciones que dan cuenta de brotes nosocomiales.
Una vez que la C. auris está presente, es muy difícil erradicarla de la instalación colonizadas: en algunos hospitales han recurrido a equipos profesionales de limpieza especial, o incluso han tenido que cambiar azulejos del piso y el techo para deshacerse de este germen.
¿Quiénes están en riego?
Los síntomas de Candida auris —como fiebre, dolor, fatiga— son bastante usuales en varias patologías, por lo que es difícil diagnosticar la infección sin recurrir a estudios de laboratorio, como es el caso de los cultivos y posterior estudio para identificar la especie de Candida.
Puede dar un indicio o sospecha de este patógenos si esta sintomatología se presenta en grupos de aquellos pacientes más vulnerables, como son:
Aquellos que tienen algún grado de compromiso de sus sistemas inmunes: personas la tercera edad y a las que ya tienen alguna patología de base, como cáncer, tratamiento inmunosupresor en transplantes,
Los que reciben varios tratamientos farmacológicos, sobre todo con antibióticos de amplio espectro y/o corticoides a dosis altas.
Reciben algún tratamiento por vía endovenosa o nutrición parenteral por medio de catéteres intravenosos.
Aquellos que padecen graves enfermedades de tipo metabólico o inmunitario, como diabetes, neutropenia, inmunodeficiencia, etc.
Resistencia a la medicina
Los expertos en salud pública llevan décadas advirtiendo que el uso masivo de antibióticos está disminuyendo su eficacia.
Y la aparición del Candida auris demuestra que los hongos también se están volviendo cada vez más resistentes a los medicamentos.
Los antibióticos y antimicóticos sirven para combatir infecciones en las personas, pero este no es su único uso.
Los antibióticos se emplean además para prevenir enfermedades en animales de granja y los antimicóticos también se utilizan como fungicida en la agricultura.
Y, para algunos científicos, este uso cada vez mayor de herbicidas y fungicidas está contribuyendo a la aparición de hongos resistentes a los medicamentos entre las personas que consumen estos cultivos.
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