Las emisiones de productos contaminantes que fluyen por el aire en las modernas sociedades industrializadas provocan graves mutaciones en la secuencia del ADN que persisten durante generaciones. Científicos canadienses acaban de demostrar estos efectos genéticos en ratones de laboratorio aunque las evidencias apuntan que este peligro es extensible al ser humano.
Cientos de miles de personas en todo el mundo viven en las cercanías de una fábrica de acero; todas estas familias y, por extensión, su descendencia, están expuestas a los peligros de las emisiones contaminantes. Un trabajo canadiense publicado en el 'Proceedings of the National Academy of Science' (PNAS)acaba de aportar las primeras evidencias que demuestran que la exposición continuada a estos productos provoca mutaciones que se heredan de generación en generación afectando a toda la descendencia.
Para obtener sus conclusiones, el equipo del doctor Chiristopher Somers expuso durante diez semanas a cuarenta parejas de ratones en dos entornos diferentes. La mitad de ellos 'vivió' en las cercanías de un área industrial de Lake Notario (Canadá), mientras que el resto fue alejado a unos 30 kilómetros de allí, a un área rural limpia de productos ambientales contaminantes. Al margen de eso, el resto de sus condiciones de habitabilidad, alimentación, horas de sol, orientación y temperatura eran idénticas.
Mutaciones de padres a hijos
Transcurrida esta primera fase de la investigación, los animales fueron devueltos a las instalaciones de la Universidad, donde las parejas de hembras y machos fueron repartidas aleatoriamente. Con la llegada de las primeras camadas se analizó el ADN de los roedores progenitores y de varias de las crías a partir de muestras de tejido de la cola.
Los ratones expuestos a los productos contaminantes tuvieron, como media, 1,7 menos crías que los otros. En estas camadas, las mutaciones genéticas fueron entre1,5 y 2 veces mayores que en los ratones del área rural. Los autores señalan que, una vez eliminado cualquier otro factor que pudiese confundir los resultados, ésta es la primera evidencia que permite atribuir estas mutaciones heredables a la diferente calidad del aire respirado.
La investigación añade que la mayor repercusión en las mutaciones de la descendencia la tuvo la exposición del macho a los contaminantes, aunque admiten que es demasiado pronto para descartar completamente que la línea germinal materna pueda estar asimismo en peligro al ponerse en contacto con el aire contaminado.
Extrapolación al ser humano
Extrapolando estos resultados al ser humano los autores recuerdan que los ratones sólo permanecieron expuesto a los productos tóxicos durante diez semanas. «En todo el mundo cientos de miles de personas permanecen expuestas durante mucho más tiempo», y añaden: «Además, son más los hombres que las mujeres que trabajan en fábricas de acero de todo el mundo, lo que incrementa la posibilidad de que se propague este tipo de mutaciones genéticas».
Por este motivo, y aunque reconoce que no se puede conocer por el momento el impacto que tendría para la salud del ser humano un incremento de las mutaciones en la línea germinal de nuestro ADN, el trabajo exige que se siga trabajando en la identificación de las sustancias químicas más contaminantes para poder restringir su emisión.
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