Proclamarlo en la "sinagoga"
Luego comió y recobró las fuerzas. Allí estuvo algunos días con los discípulos que había en Daméseq Muy pronto empezó a proclamar en las sinagogas acerca de Yahshúa, afirmando que éste es el Hijo de Yahweh. Todos los que lo oían quedaban asombrados y preguntaban: "¿Éste no es aquel que en Yerushaláyim arrasaba a los que invocaban ese nombre? ¿Y no había venido aquí también para eso mismo, para llevárselos detenidos a los sumos sacerdotes?" MaAseh Shlichim/Hechos 9:19-21
Saulo iba en camino a Damasco con la finalidad de apresar a quienes habían creído en el Mashíaj. Pero en el camino, el Mashíaj le salió al encuentro y le habló. Repentinamente la luz resplandeció, Shaúl cayó en tierra y fue cegado; y los hombres que viajaban con él tuvieron que llevarlo de la mano a Damasco, donde estuvo por tres días ciego y permaneció sin comer ni beber. Al final de esos tres días, el Mashíaj envió a Ananías para que le impusiera las manos a Shaúl, quien recibió la vista, se levantó y fue bautizado. Después de comer, recobró las fuerzas, y Shaúl comenzó enseguida a proclamar en las sinagogas testificando a otros que Yahshua era el Hijo de Elohim. Obviamente, hacer esto no era nada fácil, pues anteriormente Shaúl había perseguido a los discípulos del Mashíaj. Además, es posible que Shaúl fuese una de las setenta y un personas que componían el sanedrín judío. Él había recibido cartas del sumo sacerdote e iba por el camino para apresar a los creyentes y llevarlos ante él. ¿Qué debía hacer ahora que había creído en el Mashíaj? Inicialmente, él se había propuesto encarcelar a los que creían en el Mashíaj; ahora él mismo se hallaba en peligro de ser apresado. Humanamente hablando, él debía escaparse o esconderse, pero en lugar de ello, entró en las sinagogas (no solo una, sino muchas) para probarles a los judíos que Yahshua es el Hijo de Elohim. Esto nos muestra que lo primero que una persona debe hacer después de recibir al Mashíaj, es dar testimonio. Después de haber recobrado la vista, Shaúl aprovechó la primera oportunidad que tuvo para testificar que Yahshua de Nazaret es el Hijo de Elohim. Todo el que cree en el Mashíaj Yahshua debe hacer lo mismo.
He aquí una persona que tenía la misión de encarcelar a todo aquel que creyera en el Mashíaj, pero que después de caer en tierra y levantarse, fue a las sinagogas a proclamar que Yahshua es el Hijo de Elohim. Una persona así tenía que estar loca o, de lo contrario, debía haber recibido una revelación. Shaúl no estaba loco, sino que verdaderamente había recibido una revelación. En realidad, él había encontrado al Único entre millones de hombres que es el Hijo de Elohim. Al igual que Shaúl, muchos de nosotros también hemos conocido a este Hombre único, a Aquel que es el Hijo de Elohim. Si percibimos cuán importante y maravilloso es este descubrimiento, ciertamente testificaremos inmediatamente: "¡He encontrado al Hijo de Elohim!". Ciertamente proclamaremos con voz alta: "¡Yahshua es el Hijo de Elohim!". ¿Cómo podría alguno permanecer impasible después de haber creído y ser salvo? ¿Cómo actuar como si nada hubiera pasado? Si alguien que cree en el Mashíaj Yahshua permanece impasible y considera que este hecho no reviste mayor importancia, ciertamente tendremos que poner en tela de juicio que tal persona haya verdaderamente creído en el Mashíaj. Este es un hecho grandioso, maravilloso, extraordinario, especial y que supera toda imaginación: ¡Yahshua de Nazaret es el Hijo de Elohim!
Tenemos aquí, pues, un hombre que estaba muerto, que perseguía a los creyentes, que es golpeado y queda ciego, pero que el Mismo que le muestra su ceguera le da la vista:
De modo que Jananyah fue y entró en la casa, le puso las manos encima y le dijo: “Hermano Shaúl, el Maestro Yahshúa, el que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de espíritu de santidad”. Al momento cayeron de sus ojos una especie de escamas, y recobró la vista, se levantó y lo sumergieron. MaAseh Shlichim/Hechos 9:17-18
"CAYERON DE SUS OJOS UNA ESPECIE DE ESCAMAS". Cuando no creemos en Mashíaj, estamos muertos y somos ciegos, pero cuando recibimos Su revelación, NUESTROS OJOS SON ABIERTOS Y PODEMOS VERLO. Necesitamos testificar de esa mudanza en nuestras vidas, para que a los demás también les sean abiertos los ojos y el velo les sea rasgado, llevándolos a la presencia de Elohim.
Cuando Pedro le dijo al Mashíaj: "Tú eres el Mashiaj, el Hijo del Elohim viviente", el Mashíaj le respondió diciendo: "No te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos" (MattiYah/Mateo 16:16-17). Cuando Yahshua estuvo encubierto entre nosotros, nadie lo conoció excepto aquellos que recibieron tal revelación de parte del Padre.
No sólo debemos ir a la ciudad (el mundo), a nuestro hogar y a las sinagogas (falsas religiones) a dar testimonio ante los demás de nuestra fe en el Mashíaj, sino que, además, debemos dar testimonio de una manera muy específica y concreta: debemos conducir a otros al Mashíaj por medio de un contacto personal. Tal es el testimonio que vemos en Yohanan/Juan 1:40-45:
Andrés, el hermano de Shimón Kefá, era uno de los dos que habían oído a Yojanán y habían seguido a Yahshúa. Este se encontró primero con su hermano Shimón y le dijo: “Hemos encontrado al Mashíaj (que significa ungido)”. Él lo llevó a Yahshúa, y al verlo Yahshúa le dijo: “Tú eres Shimón hijo de Yojanán. Tú te llamarás Kefá”; (que significa piedra). Al día siguiente, Yahshúa quiso salir para el Galil y se encontró con Felipe. Y Yahshúa le dijo: “Sígueme”. Felipe era de Bet-Tsaidah, la ciudad de Andrés y de Kefá. Felipe encontró a Netanel y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Mosheh en la Torah, y también los Profetas: a Yahshúa el Natsereno, el hijo de Yosef.
Andrés creyó e inmediatamente condujo a su hermano Pedro al Mashíaj. Si bien Pedro manifestó después más dones que Andrés, fue este último quien lo trajo al Mashíaj. Felipe y Natanael eran amigos. Felipe creyó primero y luego llevó a su amigo a recibir al Mashíaj. Andrés llevó a su hermano al Mashíaj, y Felipe trajo a su amigo. Estos son ejemplos de cómo podemos conducir a los demás a la salvación por medio de un contacto personal.
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