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Separarnos del mundo 4



No se amolden a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento, de modo que puedan discernir cuál sea la voluntad de Elohim, lo bueno, lo agradable y lo íntegro. Romaniyim/Romanos 12:2


Aquello de lo cual debemos separarnos


En términos de nuestra vida diaria, el mundo lo constituyen aquellas personas, actividades y cosas que usurpan el lugar que Elohim debiera ocupar en nuestro ser. Por lo tanto, todo ello debe ser objeto de las medidas que tomemos con respecto al mundo.

¿Cómo distinguiremos aquello que nos usurpa? y ¿con qué regla las mediremos? En primer lugar, tenemos que ver si estas cosas son superfluas. Podemos afirmar que cualquier cosa superflua ocupa el lugar que le corresponde a Elohim y nos posee; así pues, eso es algo que debemos llevar al Adón. Por ejemplo, el vestido con el cual satisfacemos nuestra necesidad de abrigo no llega a ser algo mundano, pero si uno le dedica excesiva atención al atavío y a los adornos, o si malgasta el dinero a fin de estar a la moda, entonces esta persona habrá ido más allá del ámbito de sus necesidades diarias.


En consecuencia, estos excesos han hecho que estas cosas conformen el mundo de esta persona.


¿Cuál es la norma que debe regular nuestras necesidades diarias con relación a personas, actividades y cosas? En las Escrituras no se menciona ninguna norma específica que gobierne estos asuntos. Elohim ha determinado que nazcamos en diferentes familias, que seamos educados de diversas maneras, que tengamos diferentes profesiones y que nos desenvolvamos en diferentes estratos sociales. Él Adón en Su soberanía ha permitido que haya esta diversidad en cuanto a los niveles y maneras de vida. Por consiguiente, nuestro nivel de vida deberá ser determinado por cada uno de nosotros en oración e inquiriendo por los pensamientos de Elohim al respecto. No podemos comparar nuestro nivel de vida con el de los demás, ni tampoco exigir que ellos estén de acuerdo con nuestro punto de vista y modo de pensar.


Desde el punto de vista divino, sí existe una norma absoluta con respecto de la cual podemos medir todos estos aspectos del mundo. Esta norma es Elohim mismo. Así como medimos el pecado conforme a la ley de Elohim, debemos medir nuestra relación con el mundo según la persona misma de Elohim. TODO LO QUE NO ES PROPIO DE ELOHIM Y TODO CUANTO SEA INCOMPATIBLE CON ÉL, ASÍ COMO TODO LO QUE NO ALCANZA EL NIVEL FIJADO POR ELOHIM COMO ACEPTABLE, ES MUNDANO Y PROFANO.



El fundamento en base al cual nos separamos del mundo


La base para hacer frente al mundo es la misma que para hacer frente al pecado. Debemos separarnos del mundo basados en el sentir interno nacido de la comunión. Pero aparte de esto, hay dos factores que influyen decisivamente en nuestro sentir con respecto al mundo: nuestro amor a Elohim y nuestro crecimiento espiritual en la vida divina.


Primero, cuando nuestro amor por Elohim hace que estemos ante Él, quien es la luz, su Ruaj haKodesh pone en evidencia el mundo en nosotros. Siempre que esta luz aparece, provoca que nos separemos del mundo.


Segundo, nuestro sentir interior hacia el mundo también depende de nuestro crecimiento espiritual. Cuanto más avancemos en la vida espiritual y en el conocimiento de Elohim, discerniremos el mundo con mayor profundidad.



La práctica de separarnos del mundo


Si queremos separarnos del mundo, debemos orientar nuestros esfuerzos hacia un único objetivo: CERRAR NUESTRA MENTE AL MUNDO. Por supuesto, es muy difícil cerrar nuestra mente a los pensamientos pecaminosos, porque el pecado vive dentro de nosotros, pero es mucho más difícil hacerlo cuando la tentación nos rodea constantemente. Las Escrituras declaran que el pecado mora en nosotros, pero nunca menciona que el mundo vive en nosotros. Ya que el mundo es algo externo, es más fácil rehusarse a pensar en él si modificamos nuestras vidas y las conformamos a Elohim y no al mundo, y si nos rodeamos de hermanos y hermanas que hacen lo mismo. Cuando nos esforzamos por separarnos del mundo, debemos ser decididos y violentos para echar fuera cualquier pensamiento del mundo. No sólo debemos cerrar la puerta, sino también levantar rejas, e incluso muros, alrededor de nosotros. De esta manera, podremos resolver cabalmente el problema del mundo.







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