Las verduras crucíferas (brócoli, romanescu, coliflor, coles, rúcula, berros, nabo, rábanos) no deben faltar en nuestra alimentación, ya que presentan una especial riqueza en glucosinolatos.
Los glucosinolatos son unos compuestos azufrados que gracias a la acción de la enzima mirosinasa, se convierten en tiocianatos, indoles e isotiocianatos, los cuales han demostrado ejercer una ACCIÓN ANTICANCERÍGENA. De hecho, se ha demostrado que consumir prácticamente a diario verduras crucíferas está asociado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y una menor incidencia de diversos tipos de cáncer, en concreto el de mama, pulmón, estómago, próstata y colorrectal. Consumir entre 3-5 veces a la semana verduras crucíferas parece poder disminuir el riesgo de cáncer en un 30-40%.
En 2012 se publicaron una serie de estudios caso-control, llevados a cabo por el Instituto Farmacológico Mario Negri, en Milán, en los que se vino a demostrar que aquellos sujetos que consumían verduras crucíferas al menos una vez por semana presentaban un riesgo significativamente menor de cáncer de cavidad oral, riñón, mama, esófago y colon en comparación con aquellos que no consumían crucíferas.
El sulforafano es uno de los isotiocianatos presentes en las crucíferas que más se ha estudiado. Presenta una potente ACCIÓN ANTIOXIDANTE Y HA DEMOSTRADO ACTUAR CONTRA DIVERSOS TIPOS DE CÁNCER. Entre los mecanismos de acción del sulforafano encontramos la protección frente al daño en el ADN y además presenta una actividad pro-apoptosis, anti-metástasis y antiangiogénicas.
Otro de los indoles más estudiados es el indol-3-carbinol, el cual ha demostrado en diversos estudios llevados a cabo in vitro, ACTUAR SUPRIMIENDO LA PROLIFERACIÓN DE VARIOS TIPOS DE CÉLULAS CANCERÍGENAS, EN LAS QUE SE INCLUYE MAMA, COLON, PRÓSTATA Y ENDOMETRIO. Se ha visto que el indol-3 carbinol tiene el potencial de modular el metabolismo de los estrógenos, lo cual podría disminuir el riesgo de sufrir cáncer hormono-dependientes. Actualmente, sabemos que el indo-3 carbinol actúa sobre diversas moléculas que controlan la división celular, la apoptosis y la angiogénesis en células cancerosas. DE HECHO, LA EVIDENCIA CIENTÍFICA ACTUAL APUNTA A QUE ESTE COMPUESTO NO SÓLO PUEDE AYUDAR A PREVENIR CÁNCERES HORMONO-DEPENDIENTES, SINO QUE TAMBIÉN PARECE PODER AYUDAR A PREVENIR LA ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR, DIABETES Y LA OBESIDAD.
En resumen, ¿qué necesitamos aprender?
QUE LAS CRUCÍFERAS SON ANTICANCERÍGENAS Y ANTIOXIDANTES... y por eso debemos consumirlas.
La importancia de la enzima mirosinasa y los glucosinolatos
Los tiocianatos, indoles e isotiocianatos de las verduras crucíferas son los componentes verdaderamente interesantes en la prevención del cáncer y la enfermedad cardiovascular y estos se producen a partir de los glucosinalatos.
Las verduras crucíferas contienen glucosinolatos, hasta ahí bien. Las verduras crucíferas también contienen una enzima, llamada mirosinasa, que es la encargada de transformar a los glucosinolatos en tiocianatos, indoles e isotiocianatos. La mirosinasa lleva a cabo esta transformación cuando la verdura se mastica o tritura. RESULTA QUE LA MIROSINASA Y LOS GLUCOSINOLATOS SE ENCUENTRAN EN DIFERENTES PARTES DEL VEGETAL Y CUANDO LO MASTICAMOS O TRITURAMOS ENTRAN AMBOS EN CONTACTO Y COMIENZA LA CONVERSIÓN. El problema de la mirosinasa es que es muy sensible al calor. Si sometemos las crucíferas a altas temperaturas, la mirosinasa se destruirá y por tanto, ésta no podrá convertir los glucosinolatos en isotiocianatos e índoles, y no serán aprovechados. De manera que debemos aprender a cocinar correctamente las crucíferas, cosa que veremos en otro post.
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