top of page

El Testimonio del Creyente 5



Ir a la ciudad a decirle a la gente


Vino una mujer de Shomrón para sacar agua, y Yahshúa le dijo: "Dame de beber". (Porque los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer). Entonces la mujer shomronita le dijo: "¿Cómo es que tú, siendo yahudita, me pides de beber a mí, que soy una mujer shomronita?" (Porque los yahuditas no se tratan con los shomronitas). Yahshúa le respondió: "Si conocieras el don de Yahweh, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le hubieras pedido a él, y él te habría dado agua viva". La mujer le dijo: "Maestro, no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo. ¿De dónde, entonces, obtienes esa agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Yaaqov que nos dio este pozo, de donde bebían él, sus hijos y su ganado?" Yahshúa le respondió: "Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: "Maestro, dame esa agua, para que no tenga sed, ni venga más aquí a sacarla. Yahshúa le dijo: "Vé, llama a tu esposo y ven". La mujer le respondió: "No tengo esposo". Le dijo Yahshúa: "Bien has dicho: "No tengo esposo"; porque cinco esposos has tenido, y el que tienes ahora no es tu esposo. Tienes razón en lo que has dicho". La mujer le dijo: "Maestro, veo que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte; sin embargo ustedes dicen que en Yahrushaláyim está el lugar donde se debe adorar". Yahshúa le dijo: "Créeme, mujer, que viene un tiempo cuando ni en este monte ni en Yahrushaláyim adorarán ustedes al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación procede de los yahuditas. Pero viene un tiempo, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a los que son así para que lo adoren. Elohim es espíritu; y es necesario que los que lo adoran, lo adoren en espíritu y en verdad". Le dijo la mujer: "Sé que viene el Mashíaj (el llamado Ungido). Cuando él venga, nos declarará todas las cosas". Yahshúa le dijo: "Yo soy, el que habla contigo". En ese momento llegaron sus discípulos y se asombraban de que hablara con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: "¿Qué buscas?" o "¿Qué hablas con ella?" Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue a la ciudad y les dijo a los hombres: "¡Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿Será posible que éste sea el Mashíaj?" Entonces salieron de la ciudad y fueron hacia él.
Muchos de los shomronitas de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer que daba testimonio diciendo: "Me dijo todo lo que he hecho". Yahanan/Juan 4:7-30,39

En Yohanan/Juan 4, el Mashíaj le habló a la mujer samaritana acerca del agua de vida. Por medio de esto, ella comprendió que nadie en la tierra puede hallar satisfacción en otra cosa que no sea el agua de vida. Todo el que beba agua de un pozo, no importa cuántas veces lo haga, volverá a tener sed y nunca estará satisfecho. Únicamente al beber del agua que el Mashíaj nos da, podremos saciar nuestra sed; pues en nuestro interior brotará una fuente que habrá de saciarnos continuamente. Solamente este gozo interno puede satisfacernos de verdad. La mujer samaritana se había casado cinco veces. Ella se casó con uno y otro hombre; cambió maridos cinco veces; aun así, ella no estaba satisfecha. Ella era de aquellas personas que beben una y otra vez sin jamás hallar satisfacción, al extremo que ahora ella vivía con alguien que no era su marido. Indudablemente, ella era una persona que no había hallado satisfacción. Pero el Mashíaj era poseedor del agua de vida que la podía satisfacer.


Cuando el Mashíaj le declaró quien era Él, ella lo recibió. Luego, ella abandonó su cántaro y corrió a la ciudad diciendo: "Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Mashiaj?" (pasuk 29). SU PRIMERA REACCIÓN FUE DAR TESTIMONIO. ¿De qué dio testimonio? De Mashiaj. Quizás en la ciudad todos sabían acerca de ella, pero probablemente no conocían muchas de las cosas que ella había hecho. Sin embargo, el Mashíaj le dijo todo cuanto ella había hecho. Esta mujer inmediatamente dio testimonio, diciendo: "¿No será éste el Mashiaj?". En cuanto ella vio al Mashíaj, abrió sus labios para instar a los demás a constatar si esta persona era el Mashiaj; Y COMO RESULTADO DE SUS PALABRAS MUCHOS CREYERON EN EL MASHÍAJ.


Todo creyente tiene la obligación de ser un testigo y dar a conocer al Mashíaj a los demás. El Mashíaj ha salvado a una persona tan pecadora como yo. Si Él no es el Mashiaj, ¿quién más podría ser? Si Él no es el Hijo de Elohim, ¿quién más podría ser? Tengo la obligación de proclamar esto. Tengo que abrir mis labios y dar testimonio. Aunque tal vez no sepa cómo dar un sermón, ciertamente sé que Él es el Mashiaj, el Hijo de Elohim, el Salvador designado por Elohim. He visto que soy un pecador, y yo sé que el Mashíaj me ha salvado. No puedo explicar lo sucedido conmigo, pero ciertamente puedo instar a los demás a que vengan y comprueben cuán gran cambio se ha operado en mí. Simplemente no sé cómo sucedió, pero el hecho es que antes yo me consideraba una persona muy buena, y ahora reconozco que soy un pecador. El Mashíaj me ha mostrado mis pecados, cosas que yo no pensaba que eran pecado. Y ahora sé qué clase de persona soy. En el pasado, cometí muchos pecados acerca de los cuales nadie se enteró y de los que ni yo misma me daba cuenta. Cometí muchos pecados; sin embargo, no los consideraba pecado. Vengan y vean. ¿No es acaso Él el Salvador? ¿No es acaso este el Mashiaj? ¿No es este el Único que nos puede salvar?


Todos aquellos a quienes les ha sido revelado que son pecadores, ciertamente tienen un testimonio que contar; al igual que todos aquellos que han conocido al Salvador. La mujer samaritana testificó pocas horas después de haber conocido al Mashíaj. Ella no dejó pasar unos años, ni esperó a regresar de una campaña de avivamiento para dar testimonio, sino que corrió a la ciudad y testificó. Tan pronto una persona es salva, inmediatamente debe contar a los demás lo que ha visto y entendido. No debemos hablar de lo que no sabemos, ni tratemos de componer un largo discurso, simplemente demos nuestro testimonio. Este es nuestro testimonio de vida.


La ciudad es el mundo, y los hombres de la ciudad son los incrédulos. Tenemos que llevar el mensaje a los incrédulos, y dar testimonio al mundo de nuestra nueva vida.


Al testificar, sólo necesitamos expresar lo que sentimos. Podemos decir, por ejemplo: "Antes de creer en el Mashíaj me sentía tan deprimido, pero ahora que he creído en Él, me he convertido en una persona feliz. En el pasado, me esforzaba por conseguir muchas otras cosas, pero jamás estaba satisfecho. Antes de creer en el Mashíaj, no podía dormir bien, pero ahora duermo en paz. La ansiedad y la amargura me consumían, pero ahora, adondequiera que voy, me acompañan la paz y el gozo. Ahora poseo shalom dentro de mí". Ciertamente ustedes tienen la capacidad de relatar su propia experiencia a los demás. No tienen que decirles aquello que no están en posición de predicar, ni hablar de aquello que no conocen. No hablen nada que vaya más allá de lo que conocen o que no corresponda a su condición actual, pues ello podría acarrear controversia. Simplemente preséntense como testigos vivos y los demás no tendrán nada que decir.





35 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page