La lectura general durante la segunda sesión
Una persona que recientemente ha recibido al Mashíaj, por lo menos durante los primeros meses de su vida creyente, no debe dedicarse al estudio profundo de las Escrituras, ya que no está familiarizada con ella en forma global. Más bien, DEBE DEDICAR UNOS CUANTOS MESES A LEERLA POR COMPLETO Y ADQUIRIR CIERTOS CONOCIMIENTOS GENERALES, y más adelante puede empezar a estudiarla seriamente.
PARA FAMILIARIZARSE CON LAS ESCRITURAS, LA PERSONA DEBE LEERLA EN SU TOTALIDAD, CAPÍTULO POR CAPÍTULO, EN FORMA CONSECUTIVA, UNA Y OTRA VEZ. Es de gran ayuda decidir cuántos capítulos del B'rit Yeshanah/Antiguo Testamento y cuántos del B'rit Hadashah/Nuevo Testamento quiere uno leer cada día. Deben leerse ambos. La lectura no debe ser ni muy rápida ni muy lenta; debe ser en forma regular, continua y general.
El principio que podemos usar para leer las Escrituras es ir capítulo por capítulo repetidas veces. Debemos prestar atención a esta labor y no desmayar, y también debemos animar a quienes van demasiado despacio y decirles: "Ya ha pasado medio año, ¿cómo es que todavía no has terminado de leer el B'rit Hadashá?".
Si una persona lee las Escrituras de esta manera, en poco tiempo su conocimiento bíblico crecerá; si es posible debe memorizar uno o dos pasukim todos los días. Para esto pueden auxiliarse de algunos programas que les serán de gran utilidad, como el Be'Or haTorah, que es un simple aplicativo que copian (no requiere instalación) en sus computadoras y les traerá un pasuk aleatorio cada vez que inician su pc.
Al principio uno tiene que esforzarse un poco, porque tal vez le sea difícil y le resulte tedioso, pero más adelante verá cuán beneficioso es esto.
Un estudio intenso durante un tiempo designado
La primera manera de leer las Escrituras, hecha con oración y meditación sobre la Palabra, se debe practicar continuamente por toda la vida. La segunda manera, en la cual se hace una lectura general y cierto tipo de estudio, puede empezarse después de seis meses, al haberse familiarizado con la Palabra.
Todo creyente debe tener un plan definido para estudiar las Escrituras. Si usted sólo puede dedicar media hora diaria, hágase un plan de estudio de las Escrituras de media hora al día; si puede dedicar una hora diaria, hágase un plan acorde con el tiempo del que dispone. Hágase un plan de estudio de las Escrituras que se acomode a su horario. La manera menos provechosa de leer las Escrituras es la basada en "la inspiración", o sea, tener una lectura imprevista y ocasional, que comienza en la página que a uno se le ocurre en el momento; en ocasiones uno lee con avidez durante diez días y luego deja de leer los siguientes diez días. Este no es un buen método y no debemos adoptarlo. Cada uno debe tener un plan específico de lectura y ser disciplinado y estricto en seguirlo.
Es muy importante mantener un horario definido. Debemos ceñir nuestros lomos, y ser restringidos y regulados por el Mashíaj. Si decidimos estudiar una hora al día, hagámoslo. No la extendamos ni la acortemos, a menos que estemos enfermos o de vacaciones, que son las únicas dos excepciones. Debemos mantener este horario, pues si persistimos en este ejercicio diariamente, pronto recogeremos una buena cosecha más adelante. Y también debemos AISLARNOS DE INTERFERENCIAS: apagar los celulares, las redes sociales, advertir a nuestra familia que durante la siguiente hora estaremos ocupados. Para los que tienen niños pequeños, el mejor horario suele ser muy temprano en la mañana, antes de que ellos despierten, y tarde por la noche, cuando ya se han acostado, o bien cuando se encuentran en la escuela, si nuestros horarios de trabajo lo permiten.
Sin embargo, no se exija demasiado ni se comprometa a dedicar a ello demasiadas horas, porque si lo hace, le será muy difícil mantenerlo, lo cual viene a ser peor que no tener ningún plan. Una vez que usted determina un método, impleméntelo por cinco, diez o quince años; no se detenga a los dos, tres, cinco o seis meses. Por esta razón uno debe estimar cuidadosamente ante el Mashíaj las horas que va a dedicar al estudio de la Palabra. Una hora al día será suficiente. Media hora es muy poco, ya que no podrá abarcar mucho; pero si sólo dispone de media hora, está bien, aunque lo ideal sería una hora. Si se dispone de una hora y media, es aún mejor, pero normalmente no es necesario dedicar más de dos horas.
Existen muchas formas diferentes de estudiar la Palabra de Elohim. El estudio progresivo de la verdad a lo largo de toda las Escrituras es el más difícil. Se recomienda que este método sea puesto en práctica sólo años más tarde, ya que requiere de un profundo conocimiento de las Escrituras por completo. Ya el estudio de ciertas palabras en las Escrituras es mucho más fácil, porque se puede estudiar metales, minerales, números, nombres propios o nombres geográficos, entre otros temas. Estos pueden considerarse estudios suplementarios, y no tenemos que dedicarles todo nuestro tiempo. También, si tenemos tiempo, podemos hacer estudios cronológicos de las Escrituras. Además de estos, existen muchas otras maneras de estudiar las Escrituras, como por ejemplo el estudio de las profecías, las tipologías, las parábolas, los milagros, las enseñanzas del Mashíaj mientras estuvo en la tierra, o se puede estudiar libro por libro, etc. Debemos poner en práctica todos estos métodos uno por uno, si el Eterno nos concede la gracia de andar en Su presencia por muchos años.
Una de las cosas que resultarán sumamente útiles a todos los creyentes, sean nuevos o viejos en el estudio de las Escrituras, es la práctica de la paráfrasis. Se trata de usar los últimos diez minutos para parafrasear las Escrituras, un ejercicio de suma importancia y utilidad. Al usar uno sus propias palabras para describir lo que contiene las Escrituras, recibe una visión renovada del pasaje. Haga una paráfrasis sencilla usando palabras que otros puedan entender. Esto resulta útil no sólo para fijar el contenido leído, sino para, llegado el caso, ser capaces de explicar las cosas a otras personas. Haga lo que pueda, con propiedad y claridad, de tal manera que tanto usted como los hermanos puedan entender el pasaje cuando lo lean.
Cuando haga su paráfrasis, evite usar las palabras de las Escrituras; use las suyas, ya que la finalidad de este ejercicio es aprender a expresar el significado del pasaje con palabras que estén a su alcance. Después de que haya trabajado así un libro de las Escrituras, se dará cuenta de cuán valiosa es esta experiencia y cuánto beneficio le reporta tal disciplina. Una persona negligente no podrá parafrasear las Escrituras; así que debemos orar al Mashíaj y leer las Escrituras de una manera ordenada antes de hacer una paráfrasis válida. Después de terminar un libro, revise su trabajo una o dos veces, haciendo los cambios necesarios y puliendo las frases.
De este modo, obtendrá una impresión más clara de dicho libro y sabrá de qué hablaban los apóstoles. Para tener un conocimiento profundo de un pasaje es necesario parafrasearlo.
Para poder parafrasear las Escrituras, hay que estudiarla minuciosamente. Uno tiene que entender lo que ese pasaje dice y lo que está implícito en él. Entonces uno podrá incorporar todo ese conocimiento a la paráfrasis que se va a redactar. Esto requiere un entendimiento completo del pasuk, ya que éste sólo podrá parafrasearse cuando se haya entendido claramente todo su contenido.
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