Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguno peca, tenemos un abogado delante del Padre, a Yahshúa el Mashíaj, el justo. Él es la expiación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. En esto sabemos que lo hemos conocido: en que guardamos sus mandamientos. El que dice: "Yo lo conozco" y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no está en él. Yahanan Alef/1 Juan 2:1-4
En Yahanan Alef/1 Juan 2:1 se nos dice: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequen". "Estas cosas" se refieren al perdón y a la limpieza de nuestros pecados a través de las promesas y la obra de Elohim. Yahanan escribió estas cosas para que no pequemos.
Después de esto, Yahanan nos dice: "Y si alguno peca, tenemos un abogado delante del Padre, a Yahshúa el Mashíaj, el justo". La expresión ante el Padre nos indica que se trata de un asunto en el seno de la familia, es decir, que esto atañe a quienes ya son salvos. Ya creímos y llegamos a ser uno de los muchos hijos de Elohim. Ahora tenemos un Abogado ante el Padre, el cual es Yahshua ha Mashiaj el Justo. "El mismo es la propiciación por nuestros pecados". Yahshua ha Mashíaj, por medio de Su muerte y por haber llegado a ser la propiciación por nuestros pecados, ha llegado a ser nuestro Abogado ante el Padre. Estas palabras están dirigidas a los creyentes.
La propiciación de la que hablamos aquí es la realidad tipificada por las cenizas de la vaca roja descritas en Bamidbar/Números 19, pues se refiere al perdón de Elohim para nuestros pecados futuros, en conformidad con lo logrado por medio de la obra en el madero. No hay necesidad de una nueva crucifixión. Sólo necesitamos la obra del madero una sola vez y eso es suficiente. Con la redención eterna efectuada en el madero, nuestros pecados son perdonados. Aquel sacrificio no fue un sacrificio ordinario, sino un sacrificio cuya eficacia puede ser aplicada en todo momento. Puesto que se trataba de cenizas, podía ser aplicado todo el tiempo. Con base en Su sangre, ahora Yahshua ha Mashíaj ha Mashiaj ha llegado a ser nuestro Abogado. Él ha efectuado la redención en el madero. Así pues, en virtud de la obra que Él efectuó, nosotros podemos ser lavados.
Usemos como ejemplo el caso del enojo. Yo no creo que haya ni una sola persona que haya dejado de enojarse después de ser salva. ¿Podría usted decir que durante el tiempo que ha sido creyente jamás se ha enojado? Tal vez nunca haya manifestado su enojo, pero ¿acaso no se ha enojado interiormente? Este simple ejemplo de enojarnos basta para mostrarnos claramente que, aunque somos creyentes, todavía nos es posible pecar, y que, en efecto, pecamos ocasionalmente. A pesar de haber sido salvos y regenerados, y a pesar de que todavía estamos bajo la obra transformadora del Espíritu Santo, todavía nos es posible pecar. Ya que todavía podemos pecar después de ser salvos, tenemos que confesar nuestros pecados. La confesión de nuestros pecados es el primer requisito que se nos exige para participar de la comunión divina, porque en ese momento nuestro Justo Abogado intercede por nosotros.
Si incidentalmente pecamos, no debemos revolcarnos en ello, ni sentirnos desalentados, ni debemos permanecer en nuestro pecado. Cuando pecamos, lo primero que debemos hacer es confesar nuestro pecado ante el Mashíaj. Elohim dice que lo que hicimos es pecado; por lo tanto, debemos reconocerlo como tal. Elohim afirma que ello es un error, por tanto, nosotros también debemos afirmar que es un error. Cuando le supliquemos a Elohim que perdone nuestro pecado, Él perdonará nuestro pecado y nuestra comunión con Él será restaurada de inmediato.
A los ojos de Elohim, ningún hermano ni hermana debería pecar. Pero si alguno incidentalmente peca, lo primero que debe hacer es tomar medidas inmediatas al respecto; es decir, debe enfrentarse a dicho problema de inmediato. Nunca demore; tiene que resolver el asunto cuanto antes posible. Uno tiene que confesar inmediatamente. Dígale a Elohim: "¡Oh Mashíaj, he pecado!". Confesar equivale a emitir una sentencia sobre nosotros mismos. Si confesamos nuestros pecados, Elohim es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.
Cuando un hijo de Elohim peca y, en vez de confesar sus pecados, permanece en ellos, su comunión con Elohim se ve interrumpida. La comunión de la que él disfrutaba con Elohim ya no será posible, pues al haber un agujero en su conciencia, no podrá permanecer en la presencia de Elohim. Aunque es posible que dicha persona todavía pueda mantener una comunión superficial con Elohim, dicha comunión habrá dejado de ser íntima y agradable. Así pues, con toda certeza, dicha persona sufrirá mucho. Aún cuando el niño que ha cometido una falta regrese a su hogar, sentirá que hay algo que no marcha bien, pues su padre no le dirige la palabra y no puede tener comunión íntima y alegre con él. El hijo sabe que existe una barrera entre él y su padre. En esto estriba el dolor que se produce al haberse interrumpido la comunión íntima que teníamos con Elohim.
La única manera de restaurar tal comunión es por medio de acudir a Elohim y confesarle nuestros pecados. Tenemos que creer que Yahshua ha Mashíaj ha Mashiaj es nuestro Abogado y que llevó sobre Sí todos nuestros pecados. Tenemos que humillarnos y confesar nuestros fracasos y faltas delante de Elohim. Además, debemos depender de Él para no volver a caer en la arrogancia ni en la irresponsabilidad cuando volvamos a emprender nuestra jornada. Debemos reconocer que no somos mejores que nadie y que podemos caer en cualquier momento. Tenemos que pedirle a Elohim que tenga misericordia de nosotros y nos fortalezca para seguir adelante. Cuando confesamos nuestros pecados de esta manera, nuestra comunión con Elohim es restaurada de inmediato, y el gozo y la paz que habíamos perdido volverán.
Para finalizar, debemos recalcar una vez más que los creyentes no debemos pecar. El pecado nos perjudica y nos hace sufrir. Que Elohim, conforme a Su misericordia, nos mantenga, guarde y guíe en el camino de una comunión ininterrumpida con Él.
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